Leonardo García Tsao
De todo un poco
La Jornada
Los legendarios músicos Ronnie Wood y Keith Richards, acompañados de
sus esposas Sally y Patti, respectivamente, durante su paso por la
alfombra roja para la premier de la cinta The Rolling Stones Olé Olé Olé: un viaje a través de América Latina, en el encuentro fílmico de Toronto Foto Ap
Toronto. Ya acercándose el
final del TIFF ‘16, me queda hacer un repaso de los títulos
satisfactorios vistos en los últimos días. Apuntaba ayer sobre lo que
promete ser la favorita del festival, La La Land, de Damien
Chazelle. Sin duda, se trata de la película más placentera del
encuentro, un musical que si bien hace un homenaje a los clásicos del
género –las producciones de la MGM de los años 50, así como la
aportación francesa de Jacques Demy (sin su cursilería)–, no se siente
como pieza de museo.
Chazelle ha dado un brinco en sus ambiciones desde su anterior Whiplash (2014)
y aquí expresa con exuberancia los sentimientos de todo musical que se
respete: el gozo de vivir y el gozo de estar enamorado. A través de la
relación entre dos jóvenes de Los Ángeles, una aspirante a actriz (Emma
Stone) y otro a jazzista (Ryan Gosling), a lo largo de las cuatro
estaciones, el cineasta sorprende con su capacidad formal, plenamente
expuesta desde el primer momento, una alucinante coreografía en
plano-secuencia de todos los conductores atrapados en un freeway angelino, que se ponen a cantar y bailar al unísono.
Ya habrá oportunidad de hablar más sobre ese notable logro genérico
cuando se estrene comercialmente en la cartelera. Será curioso constatar
cómo reacciona el público mexicano, tan reacio al musical tradicional.
En el registro opuesto está Home, de la realizadora belga
Fien Troch. Hablada en flamenco, es un drama familiar sobre un muchacho
recién salido del reformatorio (por un delito que desconocemos) que es
adoptado en el hogar de su tía, quien tiene un hijo de la misma edad.
Utilizando el estilo directo de los hermanos Dardenne (paisanos, al fin y
al cabo), pero sin su esperanza humanista, Troch establece con
elocuencia cómo las opciones se reducen para jóvenes que, de alguna
manera, han sido marcados por la sociedad. La mirada de la cineasta
–recién premiada en la sección Orrizonti del festival de Venecia– es
dura y nada concesiva, sobre todo a la hora de mostrar el dilema de otro
joven personaje sofocado por su mamá devoradora.
Por su parte, el chileno Pablo Larraín participó –al igual que
Werner Herzog– con dos títulos en el festival. Mucho más atractiva que Neruda para el público local, Jackie,
su primera película hablada en inglés, es un recuento impresionista de
los días vividos por la célebre primera dama estadunidense justo después
del asesinato de John F. Kennedy. Apoyada en una compleja
interpretación de Natalie Portman, el personaje es visto en una variedad
de registros, desde el duelo hasta la altivez, pasando por su
preocupación de que no se pierda el legado de su marido. Es la película
más controlada de Larraín y tal vez la más efectiva.
Con estilo de sobra, Nocturnal Animals, segundo esfuerzo del
diseñador Tom Ford como cineasta, combina dos narrativas con su mismo
enfoque gélido. Una exitosa dueña de una galería de arte (Amy Adams)
recibe la nueva novela de su ex marido (Jake Gyllenhaal), al tiempo que
constata que el actual (Armie Hammer) le es infiel. La película ilustra
la lectura de dicho texto, sobre cómo un hombre (también con el rostro
de Gyllenhaal) sufre el ataque de unos delincuentes en una carretera
desierta, resultando en la violación y muerte de su esposa e hija
adolescente. La mirada sobre la gente privilegiada de Los Ángeles es
fríamente despectiva, mientras que el recurso de la historia dentro de
la historia es
doblemente distanciador.
La cosecha ha sido buena en esta edición del TIFF. O uno ha tenido el
acierto de escoger bien. El caso es que, ante la excesiva oferta de
casi 300 largometrajes, uno se ha salido en una sola ocasión a media
película, con la fallidísima I Am the Pretty Thing That Lives in This House (Yo soy la cosa bonita que vive en esta casa), cuyo
inepto director, Osgood Perkins, supone que la atmósfera de misterio se
consigue con imágenes oscuras, un nulo sentido del ritmo y voces
susurradas.
Twitter: @walyder
No hay comentarios.:
Publicar un comentario