En el primer caso, por evidente ignorancia y en el otro por la reiterada misoginia que caracteriza a quien quiere apoyar a su esposa como candidata presidencial y se convierte, un día sí y otro también, en el principal “peligro para Margarita”.
Chapoy hizo una reseña al estilo “Siempre en Domingo” del espectáculo de Björk y, como suele suceder entre los tuiteros, le aplicaron la misma dosis de burlas que le han recetado a la conductora Andrea Legarreta, de Televisa, cuando pretende vendernos sapiencia para que entendamos la lógica de las devaluaciones monetarias.
“Fui a ver a Björk. Es un espectáculo para mi gusto muy interesante y muy extraño… Ella es un personaje muy extraño: sale con una ropa maravillosa, con antifaz que simula una corona, maneja todo el tiempo el misterio. Quiero comentarles que a solicitud de ella no se pueden tomar fotografías o videos durante el show porque dice que eso la distrae… Sus seguidores no corearon ni gritaron las letras de sus piezas, tan sólo se dejaron seducir y deleitar. Hizo pausa durante media en el show para cambiarse de ropa”, relató azorada Chapoy quien, evidentemente, no tenía idea de a quién fue a escuchar.
“Regresó, cantó tres canciones, se volvió a meter, todo el público con todo respeto. Cuando canta en islandés no entiendes absolutamente nada porque no te identificas con la letra y eso es malo para alguien”, remató Chapoy, quien admitió que se “la pasó bien”.
Por estos comentarios, el tren del automeme se desató en la red social que, de vez en siempre, se transforma en una cacería de las erratas, la ignorancia o el triste espejo en el que se miran los televidentes mexicanos.
Sin embargo, el caso de Felipe Calderón adquirió dimensiones de autocensura ya comunes en el exmandatario. Su caso no fue gracioso ni de farándula, sino una reiteración de su idea del mundo y de las mujeres.
Calderón agregó un comentario de la cuenta de Twitter de López Obrador que decía: “¡A los Del Mazo y a las Josefinas les va a ganar la maestra Delfina!”.
Presto, quizá con intenciones de broma, Calderón tuiteó:
“¿Delfina es nombre propio? ¿O así le dicen por cómo la trata quien la nombró y es su jefe?”.
Autogol por partida doble de quien no entiende que calladito se ve más sobrio: al burlarse de Delfina, de pasada remata a Josefina, la aspirante panista, y a su propia esposa Margarita. De la primera, fue su jefe y principal obstáculo en la campaña presidencial del 2012, y de la segunda se ha convertido en un lastre constante para sus aspiraciones.
La respuesta de Delfina Gómez, aspirante a la gubernatura del Estado de México por Morena, fue clara: “mi nombre es Delfina y lo porto con orgullo… Calderón no se burla sólo de mí, lo hace con todas las mujeres”.
Horacio Duarte, representante de Morena ante el IEEM, también le respondió a Calderón en la red social calificándolo de “vulgar misógino” y “delincuente”. López Obrador ni se inmutó.
Ante la oleada de reacciones, desde la mañana Felipe Calderón borró su tuit, pero quedó la huella digital de su mensaje. No pidió disculpas. No volvió a burlarse del nombre de nadie. Simplemente siguió promoviendo a su esposa Margarita y quitándole puntos en las encuestas.