2/08/2018

Donald Trump y el ocaso de Enrique Peña


Dolia Estévez
Twitter: @DoliaEstevez

Washington, DC. En su primer año de gobierno, Donald Trump pronunció 2 mil 140 afirmaciones falsas o engañosas, según el barómetro The Fack Checker de TheWashington Post. México, el villano favorito del reality show al que Trump ha reducido la Presidencia de Estados Unidos, ha recibido una buena dosis de mentiras. Apenas la semana pasada, dos días antes de cumplir su primer aniversario, el cual celebró con una recepción de 100 mil dólares por pareja, Trump dijo en su cuenta de Twitter que México, “ahora está clasificado como el país más peligroso del mundo.

La Secretaría de Relaciones Exteriores lo contradijo con sorprendente prontitud. “Aunque México tiene un problema significativo de violencia, es abiertamente falso que México sea el país más peligroso del mundo”, dijo la dependencia a cargo de LuisVidegaray. Añadió que de acuerdo a las cifras más recientes de la ONU, México dista de ser uno de los países más violentos del mundo, cuya tasa de homicidios es de 16.4, “muy por debajo de varios países de la región”. La SRE reiteró, por enésima vez, que México no pagará por ningún muro, como insiste un día sí y otro también Trump.

No hay indicios de que en este segundo año de gobierno Trump vaya a bajar la guardia contra México. El rédito político que le produce es demasiado tentador como para no denostar y tratar de humillar a un país vecino que ve con desprecio y asco racista, con un gobierno que no se hace respetar.

Trump sabe que Enrique Peña Nieto no es Ángela Merkel, la canciller de una nación digna y soberana como Alemania que no necesita a Estados Unidos. Sabe que Peña no es Emmanuel Macron, el joven presidente de Francia que marcó la raya al brabucón desde el primer día; y sabe que no es Justin Trudeau, el hábil primer ministro de Canadá que se las arregla para domesticar al bully del Norte sin que éste se dé cuenta. El problema, por lo tanto, no es Trump sino el servilismo de Peña.

¿Qué hará el priista ante Trump en los escasos meses que le restan en el poder? Trump sabe que Peña está en el ocaso de su vida política, que es un lame ducktan detestado por los mexicanos que su nivel de aceptación es aún peor que el suyo entre los estadunidenses. Sabe que el único legado que podría dejarle a su candidato José Meade, en el caso de que éste se impusiera en los comicios de julio, es un sistema corrupto hasta el tuétano, administrado por funcionarios igualmente corruptos.

La relación que hace un año empezó con mal pie, luego de que Trump desinvitóa Peña a venir a Washington por negarse a pagar por el muro fronterizo, en el mejor de los escenarios seguirá igual. En el peor, podría alcanzar un punto de quiebre si Trumpse retira del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y cumple su plan de deportar a 800 mil dreamers, 79 por ciento de los cuales son ciudadanos mexicanos.

Peña ahora está más débil que hace un año cuando en una insólita conversación telefónica Trump sugirió enviar tropas a México para confrontar a los cárteles, a los que acusa de la epidemia de opioide que está devastando comunidades blancas que votaron por él. Llamó ineptos a los militares mexicanos. Peña reaccionó sumiso. “Se dejó sobajar”, dijo Andrés Manuel López Obrador.

Trump no respeta, insulta. Si sus interlocutores son débiles, los aplasta, y si son fuertes, negocia.

Que no sorprenda, pues, si Trump aprovecha la decadencia de Peña para rematarlo con una estocada mortal que lo despache sin boleto de regreso al cementerio de los cadáveres políticos. Peña es demasiado ignorante para darse cuenta quién esTrump. Demasiado superficial para entender que, como dice el genial Philip Roth, “es un enorme fraude, la suma perversa de sus defectos, carente de todo menos de la ideología vacía de un megalomaniaco”.

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