2/27/2018

El 96 aniversario de la UADY y la educación nacional en profunda crisis y abandono


Pedro Echeverría V.

1. Hace 96 años (en 1922) fue fundada la Universidad de Yucatán siendo gobernador “socialista” Felipe Carrillo Puerto. Sin embargo su real impulsor y creador –junto a otras dos universidades (del Norte y Centro) fue el secretario de Educación Pública José Vasconcelos. Nuestra universidad, de la que fui alumno preparatoriano a fines de los 50. Investigador de CIR Hideyo Noguchi en 1979-81, profesor-investigador de 1985 a 2002 en la facultad de Arquitectura, así como participante activo de los dos sindicatos (el de maestros y trabajadores) y estudioso de la Universidad, puedo demostrar con suficiencia, que nunca fue socialista ni de izquierda y que la participación de sus maestros y estudiantes en 96 años de vida, en las luchas sociales, ha sido de casi nula.

2. Pienso que todas las universidades del país -por los programas de sus escuelas, facultades e institutos- se parecen más a institutos técnicos de educación superior; es decir, todas carecen de filosofía con objetivos orientados hacia el pensamiento social y colectivo. No existe idea alguna que saque a estudiantes y maestros de su espacio técnico profesional; algo con el objetivo de obtener un panorama general del contexto en que se mueve. El médico sólo aprende a curar enfermedades, el abogado a defender a su cliente y el ingeniero a construir obra; jamás se preguntan por qué lo hacen, cuáles son los beneficios a la humanidad y que relaciones existen entre su profesión y otras. A cada profesionista se le enseña el individualismo más recalcitrante.

3. Los discursos en cada aniversario de la Universidad de Yucatán son como los del PRI: todo está bien, halagos al socialismo de Carrillo el fundador, ensalzamiento a las grandes tareas de la Universidad, hacerla aparecer como el segundo o tercero de los centros de educación superior por la inteligencia y el trabajo de la comunidad, etcétera. Nunca se reconocerá que es una Universidad más –como en todo México- para privilegiados, que está absolutamente aislada de los problemas sociales, que su militancia es plenamente capitalista y que toda la formación sólida y sobresaliente se obtiene fuera de las universidades. ¿Son las universidades instituciones para obtener licenciaturas o licencias, documentos para tener derechos para ejercer un empleo?

4. Estaba mirando una declaración oficial: “La oferta educativa del ciclo escolar 2017-2018 se compone de 110 programas educativos, de los cuales tres son del tipo medio superior y 107 de superior (45 licenciaturas y 62 posgrados) Al inicio del ciclo escolar 2017-2018, se contaba con 26,059 estudiantes de los tres niveles, de los cuales 9,143 corresponden al bachillerato, 15,430 a la licenciatura y 1,486 al posgrado. Esto representó un incremento del 12% en la matrícula con respecto al periodo 2014-2017, pues anteriormente eran 23,319 matriculados. Otro logro durante el último año –se informa- fue la ampliación en la oferta educativa del posgrado: la Maestría en Ingeniería de Operaciones Estratégicas y la Especialización en Medicina y Cirugía de Perros y Gatos. (No olvidar el papel dominante de rectores veterinarios en los últimos 20 años)

5. En Yucatán, según INEGI 2015 (intercensal), de cada 100 personas de 15 años y más


6.7  no tienen ningún grado de escolaridad, o sea, es analfabeta

55.0  tienen la educación básica terminada.

19.9 finalizaron la educación media superior.

18.2 concluyeron la educación superior.

0.2 no especificado.

A nivel nacional, la población de 15 años y más tiene 9.2 grados de escolaridad en promedio, lo que significa un poco más de la secundaria concluida. Yucatán alcanza los 8 grados, es decir, se sitúa debajo del promedio en 2015. ¿Cuántos de estos jóvenes están inscritos en la UADY?

6. México es de los países que en educación mundial, ocupa los últimos lugares; esto reconocido por estadísticas mundiales y la OCDE al ocupar los lugares más atrasados en todos los niveles. Yucatán no es una excepción pues está al nivel y marcha al ritmo de todas las universidades del país. No tiene de qué presumir; al contrario debe revisar con responsabilidad su papel como máximo centro de estudios en el estado. Al contrario de brincar de falsas alegrías debe organizarse y luchar por una filosofía que la lleve –por primera vez- a batallar por sus derechos y junto a ellos los de la población. (26/II/18)


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