3/19/2018

A 6 meses: reemplacemos el servicio militar por uno de protección civil

artículo de Témoris Grecko
"En nuestro país, las organizaciones sociales, las asociaciones de vecinos, los partidos, y en general todo tipo de agrupación deberían tener programas serios de entrenamiento y respuesta de emergencia", indicó.

Por Témoris Grecko

En las potencias imperiales, los hijos esperan las guerras próximas, con ansias de tener la oportunidad de replicar las gestas heroicas de sus padres y cubrirse con gloria propia aplastando al enemigo.
En México, la constante son los terremotos, y hace seis meses los jóvenes pudieron renovar y actualizar las viejas historias de heroísmo ciudadano del 85, cubriéndose de honor salvando vidas.
La reacción fue fantástica. Y volvió a dejar claro lo geniales que somos para improvisar. La pregunta que no nos gusta, sin embargo, es ¿por qué tuvimos que improvisar otra vez?
La respuesta evasiva es: porque el gobierno, en sus distintos niveles, tuvo 32 años para prepararse y no lo hizo. Correcto. Pero parcial.
Porque esos 32 años de hacernos patos también valen para los ciudadanos.
Sabíamos que vendrían más terremotos de gran poder destructivo. Tuvimos suficientes recordatorios. Pero siempre quisimos pensar que pasaría tanto tiempo antes de otro de los grandes que ojalá ya no nos tocara a nosotros.
Con uno en la vida es más que suficiente.
Vamos, ni siquiera llamamos las cosas por su nombre: en España, por ejemplo, los diarios reportan un movimiento telúrico de 3 o 4 grados, que aquí ni siquiera comentamos, con la palabra terremoto. Pero aquí no nos gustan esas cuatro sílabas de espanto, y siempre decimos “sismo” o “temblor”, aunque sean de 8 grados y hayan dejado miles de muertos.
Sí, las autoridades fallaron, y una vez más las tareas quedaron en los ciudadanos, que no sólo escarbaron y sacaron gente y montaron albergues y alimentaron, como en 1985; también aprovecharon la tecnología de hoy para organizar la distribución de ayuda y montaron sistemas de información confiables como #Verificado19S, entre muchas otras innovaciones.
¿Y qué tal si todo eso hubiera estado listo desde mucho tiempo antes, en lugar de armarlo a la carrera, descubriendo talentos y capacidades sobre la marcha, e implementando estructuras de colaboración a partir de cero?
Si los civiles hubiéramos tenido adiestramiento para que cada uno de nosotros hubiera sabido qué hacer, a dónde ir, con quién coordinarse, cómo comunicarse, cómo mandar y recibir órdenes, qué recursos hay y en dónde… o al menos, cómo organizar un grupo de salvamento, ¿cuántas vidas se hubieran salvado? ¿Cuánto tiempo menos hubieran tenido que pasar los heridos bajo los escombros? ¿Cuántos niños hubieran dormido comidos y calientes en lugar de pasar días a la intemperie?
Durante estos 32 años, todo lo que estuvimos haciendo como entrenamiento preventivo fue… correr.
Cada 19 de septiembre, sonó la alarma y todos a los puntos de reunión. Y ya con eso, nos dimos por satisfechos.
México es un país muy expuesto a los desastres naturales. No sólo por sismo: huracanes y sequías también, y ahora, hasta los tornados se pasan de Texas a Coahuila. Y estos fenómenos se van a agudizar por efecto del calentamiento global, que genera climas cada vez más extremos.
Uno puede denunciar la ocupación ilegal de los territorios palestinos. Pero si algo no se le puede negar a Israel es que ha logrado no sólo sobrevivir, sino crecer exitosamente, en un entorno muy, muy hostil.
Esto lo ha conseguido porque tiene una sociedad preparada para confrontar lo peor, a partir de un rudo servicio militar que sí es obligatorio y que involucra tanto a hombres como a mujeres.
En nuestro país, las organizaciones sociales, las asociaciones de vecinos, los partidos, y en general todo tipo de agrupación deberían tener programas serios de entrenamiento y respuesta de emergencia. Más allá del control estatal, para evitar el abuso político.
Todos deberíamos saber qué nos toca hacer y cómo.
Y podríamos reconocer que nuestro servicio militar es una broma inútil.
Reemplacémoslo por un servicio nacional de protección civil para hombres y mujeres, en el que se nos prepare para enfrentar las tragedias que sin duda van a venir y nos van a alcanzar.
Nuestro heroísmo se gana recuperando vidas, no quitándolas, porque nuestras batallas no son de conquista, sino de supervivencia.
Seamos capaces de salvar de manera organizada, planificada, eficiente, a nuestros compatriotas, a nuestras familias, a nosotros mismos.
Han pasado seis meses: ¿creen ustedes que ya estamos haciendo algo para sobrevivir al siguiente regaño de la tierra, del agua, del viento o del fuego?

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