3/21/2018

Pensionissste, ICA, Consar

Fraude tripartito

Todavía no se conocen los pormenores del mayúsculo fraude de que han sido víctimas los afiliados al fondo para el retiro denominado Pensionissste. Éste, como bien se sabe, es una afore, es decir una administradora de fondos para el retiro. Y, como todas las demás de su especie, está facultada para invertir los recursos puestos bajo su cuidado en diversas ramas de la economía, en procura de mayores rendimientos que aquellos que paga un banco por los depósitos que recibe en custodia. 
Invertir quiere decir prestar esos recursos de los trabajadores. Pueden ser préstamos directos o por medio de la compra de acciones u otros títulos, como bonos del Estado o de instituciones financieras nacionales o de otros países.
Pero como en cualquier préstamo, siempre se corre el riesgo de que la cantidad entregada no sea pagada. Es necesario, en consecuencia, obtener garantías de pago suficientes. Es el caso, por ejemplo, de un crédito hipotecario: el terreno, la casa o el edificio son la garantía de que el crédito será cobrado. Si el prestatario no paga, el prestamista recupera el bien y santas pascuas.
Ah, pero eso no ocurre, por ejemplo, con los préstamos o inversiones bajo la modalidad de la compra de acciones de un negocio. Si el negocio es próspero, el accionista gana, pero si el negocio quiebra, el accionista pierde su inversión, es decir, su dinero.
En este tipo de inversiones el cebo o anzuelo para tomar riesgos de impago es una mayor tasa de interés, un rendimiento por encima del tradicional o bancario. Una forma de explotar la codicia del poseedor de recursos líquidos. Y eso puede justificarse cuando el legítimo dueño de los recursos decide correr el riesgo. Pero es del todo injustificable cuando esa decisión queda en manos de una persona o institución que no es la legítima propietaria del dinero invertido o por invertir, sino sólo una administrador, un empleado.
En este último caso, y aunque esté muy mal, se entiende que la decisión puede ser de buena fe. Un error de cálculo, una estupidez del administrador. Pero también puede ocurrir que se trate de una maquinación, de un fraude. Por ejemplo comprar a sabiendas acciones u otros títulos de una empresa aparentemente sólida pero en realidad en quiebra. 
Se paga por esas acciones o títulos un valor muy encima del verdadero. Verbigracia: se compra la acción en mil pesos cuando en realidad vale 200 pesos. La empresa dueña de las acciones recibe un sobreprecio de 800 pesos. Y por fingir ignorancia sobre la realidad de las acciones adquiridas, el comprador cobra una comisión sobre el sobreprecio pactado. 
Esto más o menos es lo que ha acontecido entre el Pensionissste y la ICA. Pero falta un un elemento en el fraude: la autoridad en la materia que autorizó la engañosa operación, la tristemente célebre Consar (Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro): ICA vendió acciones chatarra, el Pensionissste dio el dinero y la Consar convalidó el atraco. Un clásico fraude tripartito disfrazado de mala inversión, de error de cálculo, de estupidez. Es mejor quedar como estúpidos que como ladrones. Y a fraude tripartito, reparto tripartito del botín logrado. ¡Ah, las afores y la Consar!

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