Ricardo Anaya. Desconcierto. Foto: Eduardo Miranda
En medio de improvisaciones, desorganización, recriminaciones entre miembros del equipo de campaña y los grupos aliancistas, cancelaciones de giras e incluso contradicciones en torno al reencauzamiento de la estrategia de campaña, Ricardo Anaya, el candidato presidencial de la coalición Por México al Frente, se muestra sombrío. Su apuesta ahora, durante las cuatro semanas que le restan a su campaña, es enarbolar la bandera de la “recuperación de la paz” en el país, aun cuando voces panistas consideran que ya se le acabó el tiempo.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- “¡Apenas me avisaron ayer!”, se quejaba, exasperado, el senador panista Jorge Luis Preciado, la mañana del martes 22, después de organizar, a distancia y contra el tiempo, la repentina visita de Ricardo Anaya a Colima. “¡Traen un relajo con la agenda!”
El equipo de Anaya escogió Colima para el primer mitin estatal tras el debate del domingo 20, en Tijuana, Baja California, a donde Preciado lo acompañó como uno de sus voceros y sólo pasó a la Ciudad de México a cambiarse de ropa y tomar otro avión a su tierra.
Parecía que no se ocuparían las 600 sillas que el senador ordenó colocar en un patio de la feria de Colima mientras acompañaba a Anaya a Manzanillo a una reunión de estructuras electorales y simpatizantes –sin avisar a los medios–, pero finalmente el mitin, muy modesto, se consumó.
Además de los versos con los que Preciado agasajó a su candidato –“Parece que va a llover/Anaya está gobernando/Parece que va a llover/Ay el Peje está llorando” –, el mitin incluyó una novedad en la campaña desprovista de entusiasmo: La proyección, en pantallas gigantes, de un video motivacional que muestra al aspirante envuelto en papelitos con una frase reiterativa: “¡Sí se puede!”
Al día siguiente, miércoles 23, este mismo video motivacional se exhibió en Guadalajara, Jalisco, en el salón del hotel Hilton que congregó a clientelas de los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) que apoyan a Anaya, pero que entre ellos se detestan.
Las caras largas de panistas estatales contrastaban con la autosuficiencia de los de MC, que se habían hecho cargo de la organización de la reunión “ciudadana”, pero que la víspera, se quejaron, se la “aventaron” al PAN. Peor: El equipo de Anaya instruyó a sus correligionarios locales panistas a convocar a una rueda de prensa a las 8 horas, pero el candidato llegó a las 9:15.
Por eso, cuando entró en un salón, fue recibido con silbidos y reclamos directos por la impuntualidad, lo que le endureció el rostro como a los panistas jaliscienses frente a los prosélitos del candidato de MC a gobernador, Enrique Alfaro, el mismo que afirma que Anaya es preparado, pero “su defecto es que le cuesta mucho trabajo conectar con la gente”.
Alfaro ni siquiera se sentó, en primera fila, junto a sus rivales del PAN, Miguel Ángel Martínez, y del PRD, Carlos Orozco. Ocupó un lugar a un costado del salón, junto a Dante Delgado. Y cuando Anaya nombró a los tres aspirantes, fue estruendosa la ovación al emecista.
Martínez, quien dejó la presidencia del PAN para ser candidato con apenas un dígito de prererencias, veía con rostro adusto el trato deferente de Anaya a Alfaro, pero decía no sentirse celoso. “El bien del país es superior a una cosa de esa naturaleza. Por la patria no se tienen celos. Es candidato de los dos partidos y punto, no pasa nada”.
–¿Ni personalmente?
–No, nada. No tengo problema con eso.
Serios también, en primera fila, estaban Raúl Padilla, el cacique de la Universidad de Guadalajara y artífice de la propuesta cultural de Anaya, y Fernando Guzmán Pérez Peláez, candidato a gobernador del PAN en 2012 y jerarca de El Yunque en Jalisco, al lado de Marco Antonio Adame, coordinador de Asuntos Internacionales de ese partido y jefe político de esa misma organización de ultraderecha.
Y fue ante ellos, en momentos en que afloran voces derrotistas, que Anaya hizo público un compromiso con sus simpatizantes, con ímpetu pero con semblante sombrío, que se acentuó después de que en el segundo debate estuvo lejos de ser contundente:
“Yo quiero decirles, hoy desde Jalisco, que voy a entregar alma, corazón y vida, de aquí al 1 de julio, para ganar esta elección. ¡Porque es ahora o nunca, porque no va a haber otra oportunidad!”
Al día siguiente, en Atizapán, Estado de México, el compromiso de Anaya, título de la canción de Palmenia Pizano interpretada por el trío Los Panchos, se transformó en imploración: 
“Faltan sólo 38 días para la elección, y yo quiero invitarlas a todas y a todos ustedes a que entreguemos alma, corazón y vida estos 38 días para triunfar y para lograr el cambio profundo que nuestro país necesita.”
En este contexto, voces panistas han comenzado a asumir que Anaya avanza hacia la derrota, como la del excanciller Luis Ernesto Derbez, quien buscó ser candidato presidencial del PAN, y el senador Francisco Búrquez.
Derbez, rector de la Universidad de las Américas, declaró que Anaya desperdició su oportunidad en el segundo debate y se le acabó el tiempo. “Yo creo que se desperdició una gran oportunidad para convencer (…) le quedan 30 días, ya no hay tiempo”, declaró Derbez al portal ADNPolítico el jueves 24. 
Canciller en el sexenio de Vicente Fox, Derbez pidió a los panistas “ser realistas con la situación” y reconocer que Anaya debió arriesgar más en el debate y no asumir posiciones “populistas”.
“Tuvo que haberse arriesgado muchísimo más, haber hecho propuestas mucho más audaces (…) no salir con obviedades como ‘yo también quiero subir el salario mínimo’. Francamente creo que es una pérdida tremenda de tiempo. No escucha nada, no dice nada y, desde luego, da un poco de populismo que no deberíamos estar en este momento haciendo”, expuso.
 Derbez atribuyó la responsabilidad a los asesores de Anaya y a su coordinador estratégico, Jorge G. Castañeda: “Creo que parte del problema es que él tiene como su estratega central a Jorge Castañeda”.
Por su parte, el senador Búrquez emitió, el miércoles 23, una rotunda advertencia en su cuenta de Twitter: “Si Ricardo Anaya no hace nada extraordinario para rencauzar su estrategia, AMLO nos va a ganar, el PAN va a perder”.
Como ha ocurrido en otras ocasiones en la campaña, Anaya canceló su primera visita a Cuernavaca, Morelos –donde tampoco hubo alianza con PRD y MC, como en Jalisco y Colima–, y optó por viajar a Tepic, Nayarit, ahí sí con gobierno aliancista y al que fue también por vez primera.
De Nayarit, Anaya se trasladó a Michoacán, el sábado, que también por primera vez visita luego de que el gobernador perredista, Silvano Aureoles, se adhirió al priista José Antonio Meade, y el domingo viajó a Puebla, el estado que más ha visitado en su campaña y que es estratégico para él por la disputa con Morena.
La guerra por la paz
Así, entre improvisaciones, recriminaciones, cancelaciones e imploraciones, con signos de derrotismo ante el puntero Andrés Manuel López Obrador, Anaya ha definido la recuperación de la paz como la columna vertebral en las cuatro semanas que le restan a su campaña.
Aunque el propio Anaya asegura que no es un ajuste en su estrategia de campaña –el “reencauzamiento” al que aludió Búrquez–, se trata de una acción que hizo pública Castañeda, a quien Derbez critica. 
Justo al día siguiente del debate entre candidatos presidenciales, el lunes 21, el coordinador estratégico de la campaña de Anaya, Jorge G. Castañeda, anunció en entrevista con el conductor Ciro Gómez Ley­va que la propuesta contra la violencia marcará la etapa terminal de la campaña.
 “La idea es lanzar una estrategia basada, básicamente, en lo que fue el mensaje de cierre de Ricardo Anaya (en el debate): La paz. Lo que el país más quiere ahora es recuperar la paz que se perdió desde 2006 y que no hemos recuperado en estos casi 12 años. El contraste va a ser completamente con López Obrador.”
A eso obedeció al parecer la improvisada visita de Anaya a Colima, el estado más pequeño de México, pero que, como el propio candidato lo expuso, fue en 2017 el primer lugar en homicidios, mientras que su capital, Tecomán y Manzanillo, fueron las ciudades más violentas de la República.
Pero a diferencia de Castañeda, Anaya aclaró que el tema de la recuperación de la paz estaba previsto desde el principio de la campaña, lo que no representa ajuste y reforzamiento de la estategia.
 “Lo que hay es una estrategia que está planeada desde el principio, con distintos mensajes para estos 40 días. Estoy convencido (de que) nos va a permitir seguir convenciendo a la gente, seguir aumentando más y más simpatizantes y así poder triunfar de manera contundente.”
–¿Qué tipo de mensajes y a partir de cuándo?
–Ya los van a empezar a esuchar desde ahora. Vamos, por supuesto, a reforzar el mensaje en materia de seguridad. Recuperar la paz es hoy fundamental. Como lo dije en el debate, no tiene paz quien no puede salir a la calle con tranquilidad, pero tampoco tiene paz quien no sabe qué va a comer al día siguiente.
Justo el viernes comenzaron a transmitirse, en radio y televisión, los promocionales con esta línea propagandística:
 “No tiene paz quien no puede salir a la calle con tranquilidad; no tiene paz quien no sabe qué va a comer mañana; no tiene paz quien no tiene un motivo para sonreír. La paz no es sólo la ausencia de conflicto: es justicia, es libertad, es felicidad. ¡Vamos juntos a recuperar la paz!”
Junto con los spots, difundidos en los tiempos de la coalición Por México al Frente, comenzaron a cambiarse los anuncios espectaculares con frases sobre recuperar la paz y otros más directos: “Alto a la guerra”.
La línea estratégica de esta campaña que dominará las cinco semanas que restan a la campaña presidencial buscan contrastar con la propuesta de López Obrador de promover una amnistía a quienes han cometido delitos, que Anaya interpreta, igual que el candidato priista José Antonio Meade, como la libertad de todo tipo de criminales.
“Hay por ahí un candidato, el de Morena, que dice que para acabar con la delincuencia lo que hay que hacer es perdonar a los delincuentes, darles amnistía. ¿Ustedes quieren perdón para los delincuentes?”, preguntó Anaya a los mexquienses, en Atizapán.
–¡No!
–¿Quieren amnistía?
–¡No!
–¿Le creen a López Obrador?
–¡No!
–¡Por eso, el 1 de julio, a punta de votos lo vamos a derrotar!
En Colima, su primer discurso en un acto estatal tras el debate con López Obrador, Meade y Jaime Rodríguez, se enfocó en frenar la violencia y recuperar la paz, con un cambio en la estrategia que no ha funcionado, algo que ha dicho desde que era presidente el PAN.
Delitos, a la mitad 
De hecho, a tres días de iniciar su campaña presidencial, el 2 de abril –justo el día en que inició las conferencias de prensa mañaneras que ya suspendió–, Anaya definió los cinco ejes de su propuesta, el tercero de los cuales es el titulado “Adiós al miedo, México en paz”.
Ese eje comprende los temas del Sistema Nacional de Seguridad Pública, protección a víctimas, fortalecimiento de las policías, tecnología e inteligencia, impartición y procuración de justicia, y el diseño de la Fiscalía General de la República.
Pero, al ser ese pequeño estado que el año pasado fue el más violento del país, tenía un simbolismo particular para Anaya. “Parece que el diablo se ha mudado aquí”, resumió Martha Zepeda, candidata a diputada federal.
Fue ahí donde el candidato panista por primera vez mencionó lo que recogen sus spots: “No tiene paz quien no puede salir a la calle, pero tampoco tiene paz quien no sabe qué va a comer al día siguiente”.
A los colimenses ofreció cambiar la estrategia de combate al crimen poniendo énfasis en la prevención, con cultura, deporte y educación, pero también creando la Secretaría de Seguridad Ciudadana, para con inteligencia desmantelar y no sólo descabezar a las organizaciones criminales.
Y mientras se profesionalizan las policías, subrayó, el Ejército y la Marina seguirán en las calles. “Volverá la paz a Colima. ¡Les doy mi palabra!”
El miércoles 23, en su visita a Guadalajara se encontró un escenario de descomposición criminal: El lunes 21, al día siguiente del debate, un comando atacó a balazos al exfiscal de Jalisco Carlos Nájera, secretario del Trabajo.
Aunque el funcionario resultó levemente herido, una bala perdida mató a un trabajador. Los criminales también incendiaron vehículos, entre ellos autobuses urbanos, en uno de los cuales resultó con quemaduras una mujer, cuyo bebé recién nacido falleció.
 “Esto no puede seguir así. Llegó el momento de decir: ¡Ya basta!”, expuso el candidato del PAN, partido que gobernó Jalisco tres sexenios. Los periodistas le pidieron plazos para dar resultados en caso de llegar a la Presidencia de la República.
 “El objetivo central de nuestro planteamiento es recuperar la paz y la tranquilidad en la que merecen vivir todas las familias en México y, por supuesto, todas las familias en el estado de Jalisco”, subrayó.
Y ante la pregunta reiterada de en qué plazo garantizaría la paz, sólo ofreció reducir la criminalidad a la mitad en su hipotético gobierno: 
 “Es un problema muy profundo que vamos a atender desde el primer minuto. Necesitamos regresar a los indicadores que teníamos hace 10 años, en 2008, en donde los niveles de violencia eran la mitad.”
Y remató: “Estoy convencido de que con la alternancia vendrá la paz”.
Este reportaje se publicó el 27 de mayo de 2018 en la edición 2169 de la revista Proceso.