5/30/2019

Capitalismo y negocios, verdades y mentiras



El Plan Nacional de Desarrollo (PND) presentado por el gobierno federal al Congreso de la Unión es un documento notable. Algunos economistas se han escandalizado por la falta de cuadros, tablas, gráficas, proyecciones, números. Quizá falten, pero resulta insólito que contenga conceptos éticos.
Debemos combatir el engaño, es una idea central en ese documento. Debemos esforzarnos por reconocer la realidad, tomar conciencia de que la ideología dominante está llena de mentiras, que usa un lenguaje manipulador. “El lenguaje del discurso oficial –se denuncia en el PND– fue sistemáticamente desvirtuado La falsificación regular y sostenida del lenguaje es uno de los factores que explican la bancarrota política en la que desembocó el régimen oligárquico y neoliberal: el escepticismo social ante la palabra de las autoridades terminó convirtiéndose en repudio general porque, a fuerza de mentir, los gobernantes llegaron al total agotamiento de su credibilidad. Esa situación permite aquilatar la capacidad de convocatoria que logró el precepto No mentir, no robar, no traicionar”.
Es atendible el llamado del PND a la restitución de los vínculos entre las palabras y sus significados y el deslinde con respecto al lenguaje oscuro y tecnocrático que, lejos de comunicar los propósitos gubernamentales, los escondía. Con acierto, señala que la corrupción no es únicamente monetaria, sino que conlleva la simulación y la mentira.
El capitalismo neoliberal se sustenta en la falsedad, en la falta de verdad, más bien en varias falsedades, en varias mentiras, por ejemplo: la magnanimidad justiciera de la mano invisible. En el PND se señala que la “idea de que las instituciones públicas debían renunciar a su papel como rectoras e impulsoras del desarrollo, la justicia y el bienestar, y que bastaba ‘la mano invisible del mercado’ para corregir distorsiones, desequilibrios, injusticias y aberraciones, fue una costosa insensatez..., ante la brutal concentración de riqueza generada por sus políticas, los gobernantes neoliberales afirmaban que lo importante era que esa riqueza se generara en la élite de la pirámide social y que ya iría goteando hacia abajo para acabar beneficiando a todos. La afirmación resultó falsa”.
Cifras publicadas por el Inegi demuestran la validez de esta denuncia del PND: Un puñado de empresas y de magnates acapararon el exiguo crecimiento económico y la riqueza jamás llegó a los sectores mayoritarios de la población. Puede afirmarse que más bien ocurrió lo contrario: la riqueza fluyó de abajo hacia arriba, de modo que empobreció más a los pobres y enriqueció por partida doble a los ricos.
Otra falsedad del capitalismo es, por ejemplo, que la competencia da plena legitimidad a las utilidades de toda acción mercantil, de todo negocio, y es una garantía de máxima eficiencia. Por ello es relevante el pronunciamiento del PND: El paradigma que estamos construyendo se basa en la convicción de que es más fuerte la generosidad que el egoísmo, más poderosa la empatía que el odio, más eficiente la colaboración que la competencia, más constructiva la libertad que la prohibición y más fructífera la confianza que la desconfianza. Tenemos la certeza de que los principios éticos y civilizatorios de nuestro pueblo son las claves del nuevo pacto social y del modelo de desarrollo para el México que está renaciendo tras la larga y oscura noche del neoliberalismo.
Las falsedades que sustentan al capitalismo son muchas y constituyen una armazón que debe desmontarse pieza por pieza. Siendo la mentira su sustento, todo se trastoca, todo se deforma, todo se corrompe: se trastocan la vida política, la cultura, las relaciones sociales encuadradas en ese sistema político-económico-social que no se atreve siquiera a decir su nombre y se disfraza con apodos cariñosos: economía de libre mercado, economía abierta, o simplemente la economía (delató Hans Magnus Ensezberger).
¿Puede demostrarse que los sustentos del capitalismo son falsedades? ¿o todo es cuestión de puntos de vista, de meras opiniones igualmente válidas? ¿Cuál sería la verdad? ¿puede demostrarse que algo es verdad? ¿cómo se conoce? ¿cómo conocemos?
El estudio del conocimiento, de su naturaleza y de los métodos para alcanzarlo o construirlo se inició hace milenios. ¿Cómo conocemos? ¿cómo sabemos que lo que afirmamos es verdadero? Hoy siguen muchas discusiones vivas y no pocas preguntas sin respuesta. Pero esto no quiere decir que nada se sepa a ciencia cierta acerca de cómo conocemos los humanos y de los procesos del conocer. Disciplinas completas como la epistemología, la lógica, la sociología del conocimiento, la sicología y otras han aportado conceptos y teorías válidas, científicas, acerca del conocimiento; ahora se suman valiosos avances de las neurociencias.
Pero la ciencia se castra desde el momento en que pretende separarse de su matriz: la historia, la filosofía, la ética. Resulta oportuno recordar la perspectiva propuesta por Bertolt Brecht, dramaturgo, poeta, filósofo, en su breve ensayo Cinco dificultades para quien quiere escribir la verdad. Brecht parte del reconocimiento de que encontrar la verdad requiere de la aplicación de un método. Pero cuidado, dice Brecht, la primera dificultad para encontrar la verdad no está en aplicar el método adecuado, la primera dificultad estriba en tener el valor de reconocer la verdad cuando la encontramos, en estar dispuestos a reconocerla y actuar en consecuencia, modificando incluso nuestra propia vida en la medida en que esa verdad lo exija. Por tanto, acercarnos a la verdad no es únicamente un asunto de racionalidad, es un problema moral, ético.
El Plan Nacional de Desarrollo presenta un reto a la ciencia económica dominante: revisar a fondo sus conceptos básicos, sus categorías; y al gobierno de la 4T el desafío de establecer políticas congruentes con los principios éticos proclamados.

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