5/25/2019

¿Qué factores explican la participación laboral femenina?

Monedero
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*


México y Perú comparten varias dimensiones asociadas al comportamiento laboral de las mujeres: distribución geográfica de la población, tamaño de los hogares, nivel educativo de las mujeres adultas, niveles de pobreza y de desigualdad de ingresos. Sin embargo, sus tasas de Participacion Laboral Femenina (PLF), difieren en 20 puntos: mientras en México sólo un 58.5 por ciento de las mujeres entre 25 y 54 años trabajaban o buscaban activamente empleo en 2014, en Perú ese porcentaje era del 79.6 por ciento, el más alto de la región.
Esto representa una brecha de 20 puntos porcentuales a favor de Perú. En áreas urbanas, donde se concentra 80 por ciento de las mujeres en ambos países, la brecha es de 15.4 puntos, mientras que la brecha en las áreas rurales es de 43 puntos.
Esta información es generada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en: Participación laboral femenina. ¿Qué explica las brechas entre países? Este estudio busca comprender cuáles son los factores que explican el gran diferencial existente en los niveles de PLF de México y Perú. Esto puede darnos pistas sobre las causas de la heterogeneidad en los niveles de PLF en toda América Latina.
Para desarrollar el análisis, consideramos mujeres de entre 25 y 54 años, en el periodo comprendido entre 1998 y 2014 y nos basamos en información proveniente de encuestas de hogares nacionales.
Las brechas entre ambos países se deben fundamentalmente al comportamiento laboral de las mujeres con bajo nivel educativo, no indígenas, casadas, con hijos pequeños y con cónyuges con bajos ingresos.
México y Perú, dos países con muchas similitudes, pero con niveles de PLF muy distintos. Así, mientras que en Perú ocho de cada 10 mujeres participan del mercado de trabajo, en México la cifra no llega a seis.
El objetivo consiste en aprender qué factores determinan esta brecha en la PLF entre México y Perú para, a partir de este contraste, extraer lecciones de política capaces de impulsar la participación laboral de las mujeres en la región y fortalecer la igualdad de género en los mercados laborales de América Latina.
El fuerte crecimiento de la participación laboral femenina (PLF) es uno de los cambios socioeconómicos más importantes del último medio siglo. Este fenómeno de alcance global se ha producido también en América Latina. Así, mientras que en los años 60 sólo un 20 por ciento de las mujeres adultas trabajaban o buscaban trabajo activamente, el porcentaje ha subido hasta alcanzar 65 por ciento en la actualidad.
Pese a estos avances, la PLF todavía está muy por debajo de la de los hombres, que ronda 94 por ciento, lo que implica una brecha de género de casi 30 puntos en la participación laboral para la región.
Incluso entre las propias mujeres el panorama dista mucho de ser homogéneo y todavía encontramos grandes diferencias en la PLF entre países y fuertes brechas entre grupos poblaciones dentro de cada país. Es lo que sucede con México y Perú, el caso en el que se centra este estudio, dos países con características similares que exhiben niveles muy distintos de participación laboral femenina.
En la siguiente gráfica se aprecia que el nivel de PLF de México es inferior al promedio de América Latina (66.0 por ciento); para Perú la cifra es de 79.6 por ciento, de las más altas de la región.
Gran parte de la brecha observada en los niveles de PLF entre México y Perú, especialmente en áreas rurales, se asocia a una mayor inserción de las mujeres peruanas en empleos precarios caracterizados por la no remuneración monetaria y altos niveles de informalidad.
En términos de su ingreso per cápita los hogares urbanos de Perú y México son bastante similares, pero en el ámbito rural hay grandes diferencias: los hogares rurales mexicanos tienen ingresos un 28 por ciento mayores que los hogares rurales peruanos. Esto se produce, en parte, por el mayor volumen de transferencias monetarias provenientes de programas sociales como los Programas de Transferencias Condicionadas (CCTs)2 y de remesas del exterior.
Esto podría desincentivar la participación de las mujeres en el mercado laboral por una doble vía:
1. La mayor disponibilidad de dinero en el hogar puede actuar como un desincentivo para la participación laboral de las mujeres.
2. Los CCT suelen colocar sobre las mujeres la responsabilidad de cumplimiento de las condicionalidades inherentes de estos programas, restándoles, de esta manera, dispo- nibilidad de tiempo para trabajar. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe  (Cepal), tiene un estudio donde demuestra que  México es el país donde más tiempo dedican las mujeres a este tipo de programas, reduciéndoles sensiblemente su disponibilidad para un empleo y para un ingreso propio.
El estudio del BID concluye que la brecha de PLF entre Perú y México se explica fundamentalmente por una inserción laboral precaria de las mujeres con bajos niveles de calificación en Perú que se traducen en mayores niveles de pobreza femenina en Perú.
¿Qué efectos tiene una baja participación laboral femenina en la Mujeres y en México?
Bueno, limita considerablemente la posibilidad de construir una autonomía económica, contar con ingresos propios posibilita o “ayuda” a construir las otras autonomías de la vida femenina: la del cuerpo y la autonomía política. Pone a las Mujeres en una importante situación de desigualdad de género frente a la vida, en todos sus ámbitos.
Los índices de capilaridad femeninos son más bajos que los masculinos, significa que una mujer y sus hijos pueden nacer y morir pobres.
Según Coneval 39.3 por ciento de las mujeres son vulnerables por ingresos, mientras que únicamente 7.5 por ciento de la población masculina no cuenta con ingresos propios. Es una gran brecha de desigualdad, es indispensable cerrar las brechas, en aras del desarrollo de la sociedad en su conjunto.
*Economista especializada en temas de género
twitter @ramonaponce

CIMACFoto: César Martínez López
Ciudad de México.-

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