6/07/2019

México SA deCarlos Fernández-Vega

Ebrard: ¿avances?
¿Y los aranceles, apá?
Para que una negociación sea considerada como tal, las partes involucradas deben ceder algo para obtener algo a cambio, pero si al final de cuentas uno de los participantes cede todo y el otro gana todo, entonces a eso ni lejanamente se le puede calificar de negociación. Y a esto último apunta el resultado del encuentro de alto nivel entre el secretario mexicano de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y el vicepresidente estadunidense, Mike Pence.
Al concluir uno de los encuentros entre la delegación mexicana y la estadunidense, Ebrard consideró que tenemos avances hoy en lo relativo a la crisis migratoria en la frontera bilateral, pero nada dijo de los aranceles que el salvaje de Trump quiere clavar a las importaciones provenientes de México, es decir, el punto nodal de la supuesta negociación y que ha puesto los pelos de punta al gobierno nacional y a los empresarios de ambos países.
Qué bueno que se registren avances (Ebrard dixit) en materia migratoria, pero desde el inicio mismo de la nueva administración, el gobierno de López Obrador dejó en claro que México no sería tercer país seguro, aunque para no ir más lejos, tres días atrás el propio Ebrard declaró que no es aceptable un acuerdo de tercer país seguro con Estados Unidos. Ellos lo saben (los gringos), y el límite en las negociaciones es la dignidad de México. Se oye bonito, pero ¿y los aranceles, apá?
Pero el entusiasmo del titular de la SRE rápidamente fue fumigado por la Casa Blanca, cuya vocera advirtió: por lo que hemos visto hasta ahora, lo que los mexicanos proponen simplemente no es suficiente; parece que nos estamos encaminando hacia los aranceles.
La amenaza y el chantaje son especialidades del salvaje de la Casa Blanca y su equipo, de tal suerte que podría pensarse que existe el avance presumido. Sin embargo, surgen indicios de que el canciller mexicano estaría doblando las manos.
Por ejemplo, The Washington Post afirma que México y Estados Unidos alistan un acuerdo que reforzará la vigilancia militar en la frontera de México con Guatemala y facilitará la deportación de centroamericanos desde Estados Unidos. El acuerdo no está cerrado y el presidente Donald Trump aún puede rechazarlo.
Además, “México ha ofrecido desplegar hasta 6 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala, que reduciría el número de migrantes que ingresan con rumbo a Estados Unidos, de acuerdo con el reporte. The Washington Post citó como fuentes a un funcionario de Estados Unidos y a otro de México. Por su parte, la agencia Reuters citó a dos fuentes no identificadas que también ofrecieron la versión del despliegue de la Guardia Nacional ( La Jornada).
En la guerra interna de los voceros, el de Gobernación afirma que es falso lo relativo a la Guardia Nacional, mientras el de Relaciones Exteriores señala que se analizan opciones y aún no hay acuerdo. Con lo fácil que sería ponerse de acuerdo y que el gobierno mexicano designara a un solo vocero, que a la fecha no existe. Mientras, los gringos recurren al viejo truco de las filtraciones y llevan la batuta.
Lo cierto es que Trump quiere el paquete completo: que México haga el trabajo sucio y le saque las castañas migratorias del fuego (y dichos indicios apuntan a que, en efecto, las sacará) e imponer aranceles para insistir en que sólo sus chicharrones truenan (y todo apunta que así se mantendrá, cuando menos, hasta que el asunto electoral se resuelva… a su favor, desde luego). ¿A cambio de qué?
Las rebanadas del pastel
Y mientras las calificadoras descalifican, por movilizaciones políticas internas no paramos: el presidente Andrés Manuel López Obrador convocó ayer a un acto masivo de unidad nacional el próximo sábado a las 5 de la tarde en Tijuana, como respuesta a la amenaza de Estados Unidos de imponer aranceles a productos mexicanos y en defensa de la dignidad del país y de la amistad con el pueblo estadunidense.Qué bueno, porque, sin duda, a Trump le dará un ataque de pánico.

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