Los yerros en la toma de decisiones de los tres últimos presidentes y los múltiples escándalos de corrupción, nepotismo, trafico de influencias, negocios mal habidos, impunidad, encubrimiento, entre otras irregularidades cometidas por los miembros de cada partido dejaron a la mayoría de ellos sin la legitimidad y representatividad necesaria para erigirse como una oposición con peso legislativo y social.
Tras la debacle de las pasadas elecciones, tanto la federal de julio del año pasado como las de gobernador, diputaciones locales y presidentes municipales de este año, la oposición esta huérfana de liderazgos.
Muestra de esta ausencia y vacío de líderes opositores es la presencia de los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón quienes han querido aprovecharse de esta situación para tomar la bandera y tratar de llenar un espacio que les queda grande por los saldos negativos que dejaron en sus respectivas administraciones.
La mayor presencia de estos dos panistas la tienen hasta ahora en las redes sociales desde donde emiten sus mensajes cuyo único objetivo es criticar a López Obrador poniendo en duda la Cuarta Transformación.
No obstante, sus palabras no bajan a las calles, a las comunidades y pueblos y cuando asisten a las manifestaciones organizadas por algunos grupos son corridos a gritos. Fox y sobre todo Calderón se han quedado en el mundo de lo virtual, en las redes sociales donde se pueden pasar todo el día emitiendo y reproduciendo mensajes en contra de las decisiones del actual gobierno.
Es así que a pesar de una serie de yerros del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en las áreas de educación, energética, seguridad, salud y bienestar social, los partidos de oposición siguen sin tener la fuerza y la presencia para hacerse escuchar por una ciudadanía que tampoco les cree.
Por ello, antes que erigirse como partidos de oposición, habrán de trabajar con su propia militancia para quitarse de encima el descredito que vienen arrastrando desde hace años, desde que se centraron más en sus intereses particulares que en los colectivos, lo que los ha llevado a la crisis en la que hoy están hundidos.
Este año el PRI, PAN, PRD y Morena tienen que cambiar de presidentes, cada uno de ellos tienen en su interior distintos grupos que pelean por tomar las riendas de su partido con vistas a posicionarse y fortalecerse en las elecciones intermedias del 2021 cuando se renovará la Cámara de Diputados.
Pero mientras en los primeros la pelea está centrada en controlar al partido y mantenerlo a flote, en Morena hasta ahora lo que se trata es de apoderarse de toda la estructura nacional y usarla de trampolín para la contienda presidencial del 2024.
Por cierto… Ante el descrédito de todos los partidos políticos en México han sido las organizaciones de la sociedad civil las que han tomado la batuta de las protestas sociales y son las que han salido a las calles a expresar su inconformidad. Todo pinta para que así siga siendo en los próximos años pues no se ven ánimos de un cambio profundo en todos y cada uno de esos institutos políticos que viven gracias a los recursos públicos.