11/09/2019

"El aborto se convirtió de un tema privado a otro político "


Entrevista a Mabel Bellucci, autora de "Historia de una desobediencia, aborto y feminismo"



M.H.: Activista, feminista queer, ensayista, periodista. Adherente a la Campaña nacional por el aborto legal, seguro y gratuito. Integrante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) del Instituto Gino Germani de la UBA y de la Cátedra libre Virginia Bolten de la Universidad Nacional de La Plata. Autora del libro Historia de una desobediencia, aborto y feminismo [1] que recientemente tuvo una nueva edición y una presentación en el CEHTI [2].
Ahora todo el mundo habla del aborto y del feminismo pero esto tiene una historia.
M.B.: Sí. Tiene una larga historia así como tiene una larga historia el aborto en sí mismo. Lo que sucede es que justamente la práctica abortiva es una práctica que antes de los ´60 no tenía nombre, era ninguneada, todo el mundo sabía que se abortaba, cualquier mujer lo hacía y más si era de condiciones humildes, pero cruza a todos los sectores sociales.
Pero nadie lo llamaba “aborto”. Esta historia está tan invisibilizada como su objeto, que recién sale a la luz hace unos pocos años atrás. Es interesante ver cómo se convierte de tema privado a un tema político y tal cual como se presenta en estos momentos, y como se presentó en Irlanda; al menos el Cono sur está expectante de los acontecimientos que sucedan en Argentina, mientras que en Uruguay hace 3 años que es ley.
Lo voy a contar como un cuento, porque es una historia muy densa, porque no solamente están las mujeres peleando, sino que es un momento muy especial el que se vive en EE UU en los ´60, cuando hubo un alza muy combativa de movimientos anti sistémicos y anticapitalistas que se da entre 1964 hasta 1975/76; son momentos muy especiales de la historia, con un gran crecimiento económico, el Estado de bienestar no había crecido tanto hasta ese momento, por lo tanto, hay una incorporación masiva de mujeres al trabajo formal, a la Universidad, a todo tipo de estudios, esto se da en todo Occidente con mucha fuerza. El movimiento estudiantil estaba conformado por jóvenes que estaban en la Universidad y por otros que están ingresando masivamente, por eso es una década muy vinculada con el movimiento estudiantil.
Se presenta una peculiaridad, que es justamente que se reducen las familias, por este Estado de bienestar, antes eran familias numerosas, lo que se conocía como “la prole” y en ese entonces comienza a haber familias más acotadas. Ahí empieza el debate de los métodos contra conceptivos. Aparece la famosa píldora, que también es muy cuestionada por el feminismo de ese entonces por las prácticas que hacían los laboratorios para experimentar sobre cuerpos de mujeres racializadas, negras, mexicanas, mujeres que están en los hospicios. Entonces, el aborto es un método que provoca inseguridades en cuanto a que si lo desarrollan en malas condiciones las mujeres corren serios riesgos de vida, pero también es cierto que en ese momento existían las parteras, que eran muy prácticas, no solo para los partos sino para los abortos también.
Las mujeres empiezan a reclamar que el aborto salga de la clandestinidad. Ese es el debate, aborto legal o clandestino, porque aunque el Estado se oponga, las mujeres seguimos abortando.
La cuestión es que EE UU tomaba medidas muy duras, penalizaba duramente tanto a las mujeres que abortaban como a las que los hacían, 30 años de cárcel, como sucede ahora en Centroamérica. Lo estamos viviendo con mucha crudeza en Nicaragua y El Salvador. Ahí se produce entonces un gran movimiento de desobediencia civil, muy fuerte y muy enriquecedor. Se empieza a pelear por lo que se consideran los derechos sobre las políticas del cuerpo, las políticas sexuales, justamente por toda esta complejidad del contexto histórico.
El aborto realmente es una práctica realizada por abuelas, bisabuelas, tatarabuelas y en todas las clases sociales, por lo tanto, brindaban más seguridades que la pastilla anticonceptiva. Surge con mucha fuerza en las grandes metrópolis de EE UU, como Nueva York, Chicago, San Francisco, Boston y, básicamente, en Chicago surge un movimiento feminista ligado al socialismo; es una ciudad que tiene una fuerte tradición socialista, recordemos que el 1º de Mayo nace allí así como corrientes anarquistas. El movimiento obrero ha sido muy fuerte en Chicago.
Surge un grupo que se llama “Jane” que practican abortos ayudadas por un médico y contratan piezas en hoteles, por una razón muy simple, que es lo que pasa en el presente, el problema de las inmigrantes. Porque las leyes de aborto están al servicio de hospitales y centros de salud pero para la ciudadanía, entonces qué pasa con las mujeres sin papeles. Este es un tema interesante que luego se va a dar con intensidad en Europa.
A raíz de esto surge este grupo, “Jane”, “Juana” en español, un nombre muy universal para entender la situación de las mujeres de sectores populares. Así es como tiene un impacto ese movimiento feminista, que está cruzado por variables muy interesantes de la época, la guerra contra Vietnam, las desobediencias civiles anti belicistas, los derechos civiles de los negros, todo el movimiento contracultural que es muy importante; es decir, que hay muchas variables para entender esta situación, lo simplifico para acortar un poco el relato.
Luego lo que acontece en EE UU tiene un impacto en México y también en Centroamérica, y se traslada con mucha fuerza a Europa Occidental. Vamos a ver movimientos muy importantes en Europa como el francés, el alemán, el inglés, los nórdicos que muy tempranamente ya tienen leyes de despenalización y legalización del aborto. Ahí se producen campañas muy intensas que para lograr esta meta tan deseada se enarbolan bajo el lema “Yo aborté”. Colectivamente se pronuncian, ya no es en secreto. Es una práctica muy generalizada que tomamos las feministas y que hacemos campañas muy intensas del “Yo aborté” para sacarlo de lo no dicho, para que nos empoderemos y al decirlo se pueda abrir la discusión.
M.H.: La convocatoria a este programa surgió a partir de un texto que leí en lahaine.org pero que en realidad tiene su origen en contrahegemoniaweb, que es “Evocando al ´68. Desde el feminismo de la segunda ola”. ¿Por qué feminismo de la segunda ola?
M.B.: Yo no considero que los países periféricos hayamos pasado la segunda ola porque son momentos históricos muy distintos, cuando los feminismos centrales o del norte, tienen una gran expansión, que es a lo largo de los ´70, en nuestro continente se viven terribles dictaduras, con todo lo que sabemos que eso significó. Por lo tanto, no podemos decir que estamos en un mismo movimiento.
Se llama de la segunda ola porque la primera fue más que nada por los derechos civiles, los derechos políticos, educativos, de la salud; los derechos básicos y humanos. El tema de la paridad, la igualdad entre varones y mujeres. Se logró un avance en esto, dado después de la Segunda Guerra Mundial, donde casi todos los países de Occidente tuvieron el derecho al sufragio universal y también los derechos más básicos y elementales que antes la mayor parte de la sociedad en general carecía, no solo las mujeres.
Se habla de esta segunda ola por la especificidad que presenta en cuanto al tema de los cuerpos, los derechos sexuales y también de los derechos sexuales no reproductivos.
M.H.: Derecho al goce. Yo siempre digo que si en los ´70 hubiera existido el HIV estaríamos todos muertos.
M.B.: Tiene que ver con las condiciones sociales y las clases.
M.H.: Fue un fenómeno de las clases medias.
M.B.: Sí, sobre todo universitarias. Esto de romper con los lazos de la familia, con la virginidad hasta el matrimonio, la obligatoriedad de la maternidad. Todo eso se pone muy en discusión desde mitad de los ´60.
M.H.: ¿No es parecido con lo que pasó en los ´60 en EE UU?
M.B.: Sí. Pero tiene un impacto muy grande. EE UU en ese sentido es pionero. A mí me causa gracia porque en cuanto empiezo a hablar de esto me miran mal, pero realmente lo que se produjo en una década en EE UU no se ha dado en otra sociedad capitalista occidental. Lo que tienen de peculiar estos centros metropolitanos a los que estoy haciendo referencia, que no es Texas por supuesto, es que hay mucha autogestión, se arman movimientos con muchísima fuerza.
M.H.: ¿Te referís al “Me too”?
M.B.: Claro, no están generados por los partidos políticos ni por el Estado. Por ejemplo Raúl Zibechi de Brecha, y hago este pase porque es una publicación maravillosa, ojalá pudiéramos tener una publicación como esa en Argentina; dice que las grandes conmemoraciones internacionalistas, como es el movimiento obrero y el feminismo tienen origen en EE UU. El 1º de Mayo en Chicago, el 8 de Marzo en Nueva York, el 28 de Junio que es el día del Orgullo de las minorías sexuales que fue en 1969 también en Nueva York, el hecho que se llama el grito de Stonewell, y también en 1996 hubo todo un movimiento antiglobalización que tuvo una repercusión enorme, que puso en discusión las economías neoliberales impuestas por EE UU y sus socios europeos.
M.H.: Te referís a Seattle. Y ahora un Bernie Sanders. Y el desarrollo de un nuevo movimiento socialista en EE UU.
M.B.: Claro. Porque EE UU tuvo partidos socialistas, comunistas y socialdemócratas. Eso se desconoce. En ese período estaban los dos partidos clásicos para la maquinaria electoralista, como hay en todas las democracias liberales capitalistas, que eran los Demócratas y los Republicanos. Pero en Europa, las izquierdas estaban abroqueladas en el Partido Comunista que era un partido estalinista. En cambio en EE UU los movimientos tenían mucho más oxígeno. Lo que no pasaba en Europa.
M.H.: ¿De qué trata Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo? Esta segunda edición que tuvo su presentación en la sede del CEHTI con tu participación y la de Gabriela Mitidieri, Ezequiel Bassa y Suyai Lutz. Como parte de la Campaña nacional por el aborto legal, seguro y gratuito del Instituto interdisciplinario de estudios de género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
M.B.: El CEHTI es un centro de jóvenes historiadores marxistas. Yo acompaño y hago algunas actividades porque me parece gente sumamente chévere. Tienen una cabeza abierta. No son dogmáticos. La preocupación de ellos era cómo abordar el tema del aborto, como es la preocupación a nivel nacional, porque se tiene el lema pero es muy difícil abordarlo, porque no estuvo en agenda política, sí en la agenda de los movimientos y por suerte ahora también en la agenda mediática y cultural y por primera vez en el Parlamento.
Mi libro consiste en una recuperación de todas estas historias que no fueron conocidas de los movimientos pro aborto o abortistas que fueron feministas y de izquierdas y también con movimientos de disidencia sexual. Comienzo el primer capítulo dedicado a EE UU y allí se sabe sobre las producciones teóricas de grandes feministas, que eran activistas, porque en ese entonces no había una división entre la academia y el activismo como se presenta en estos momentos, había toda una confluencia donde todo estaba debatiéndose y principalmente dentro de las instituciones.
Después tomo las grandes experiencias de Europa y qué significó el exilio para muchas militantes políticas de izquierda de América Latina que se fueron y volvieron siendo feministas, estaban en grupos de organizaciones políticas armadas o en grupos de izquierda y volvieron feministas. Esto se va debatiendo a lo largo de lo que se llama “insilio” (exilio interior), aquéllos compañeros que no se fueron al exterior y quedaron resistiendo en la Argentina o en América Latina las dictaduras militares. Hay poco escrito sobre eso. Lo otro tiene mucha más difusión pero es muy interesante lo que sucedió en el insilio, con los grupos de estudio, cómo se resistía. Ahora estoy trabajando Marta Ferro que es una gran periodista policial, ella era integrante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y sacó una publicación feminista en 1979, ideada por nuestra maravillosa compañera Nora Ciapponi que en 1973 se presenta a candidata a vice presidenta con la despenalización del aborto entre sus pautas programáticas. Esto era rarísimo en un país que estaba casi tomando el Palacio de Invierno con la revolución a la vuelta de la esquina y Nora se presenta como candidata compitiendo contra la figura de Héctor Cámpora. Por supuesto sacó muy pocos votos, pero no importó eso, fue muy interesante todo el desarrollo que hace el PST en torno al aborto, cómo hay relaciones fraternas entre las izquierdas y los feminismos en la década del ´70.
Después empiezo con la transición democrática, María Moreno, Moira Soto y muchas compañeras tienen un importante rol dentro de los medios de comunicación. Tununa Mercado, nuestra querida escritora que trabajaba en La Opinión y siempre hacía “entrismo” desde ahí, como lo llamábamos nosotras. Luego cómo empieza el debate, porque en realidad comienza cuando llega Dora Coledesky a la Argentina, una compañera con un feminismo clasista que venía de Francia, era obrera, porque se proletarizaba como la mayoría de las izquierdas en los ´70 y además era delegada gremial junto con su compañero Angel Fanjul, además eran dos grandes intelectuales. Cuando se exilian, Dora tiene mejor inserción porque empieza a estudiar francés y se vincula con las compañeras latinoamericanas.
El debate era denunciar las atrocidades del terrorismo de Estado, no solamente en la Argentina sino en toda América Latina. Ahí es cuando ella se cruza con las compañeras latinoamericanas haciendo denuncias. Por ejemplo, su nieta Roxana contó el otro día que organizó una movilización en París contra la dictadura en Argentina y salió en Le Monde. Así es como ingresa el feminismo. En ese momento también se formaba el movimiento francés por la despenalización y legalización del aborto.
Ella no puede venir antes a Argentina porque le habían puesto una bomba en la casa y no tenía dónde vivir, así que vuelve recién en 1985. Entonces ella se da cuenta que no estaba puesto el debate en la agenda de los feminismos. En esos momentos los feminismos estaban muy interesados en ingresar al Estado, entonces había temas que no se podían tocar, uno era el aborto, otro el lesbianismo y el otro la prostitución. Entonces ella organiza un grupo que se llamó “Comisión por el derecho al aborto” para que no quede duda alguna trataba una sola temática: el aborto. Así es como se va desarrollando.
Después el debate entra en el Encuentro Nacional de Mujeres. Por eso esta masividad que no se entiende ahora, pero si se ve en retrospectiva se va entendiendo cómo estalla. Tiene que ver con el mundo virtual también, porque no es lo mismo el activismo nuestro que el activismo virtual que en dos segundos organiza una movilización y todo está presente.
Notas:
[1] Bellucci, Mabel: Historia de una desobediencia, aborto y feminismo, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2018.
[2] Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas.
Publicado en la revista Política y Cultura Nº 51 (primavera 2019).

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