3/19/2022

“Tía China”, la guardiana de la cocina tradicional de la Costa de Oaxaca

  

Es como un cofre abierto. Sus conocimientos son compartidos. En ella no hay recelo. Lo importante es preservar la cultura culinaria de la región, asegura mientras va picando chile cuya, chile guajillo, chile ancho y chile costeño para preparar mole, una de sus especialidades además de los tamales de tichinda- una variedad de almeja y se encuentran entre los manglares- que la hicieron merecedora del título de cocinera tradicional.

“Yo aprendí por necesidad. Nosotras las mujeres, madres solteras así lo hacemos para cuidar y alimentar a nuestros hijos, para estar en casa con ellos mientras hacemos los tamales, mientras los vemos y les decimos: ¡eeeeey, no te subas ahí!, ¡eeeeey, no porque te vas a caer!”, expresa metida en el papel de quien regaña a alguien.

“Tía China”, nació en 1937 cuando la laguna de Chacahua fue decretada parque nacional por parte del presidente de la república Lázaro Cárdenas del Río. Entre todas las personas asistentes, aquella bebé llamaba la atención por su piel profundamente morena y sus ojos verdes. El presidente no dudó en cargarla. De ese acto hubo fotos, las cuales se perdieron en una inundación. “Entre toda la negrada estaba yo y le llamé la atención. Mandó la foto, llegó al año, pero llegó. Se salió el Río Verde y el Río Grande y se llevó el baúl”.

Originaria de Charco Redondo, agencia de San Pedro Tututepec, emigró muy pequeña hacia la ciudad de México. Ahí trabajó como lavandera, recamarera, hacía aseo, cuidaba niños o muchitos como ella les llama, también fue ayudanta de cocina. En esa última labor en la casa de los dueños de la marca de ropa interior Lovable ganaba 250 pesos, mientras que la cocinera 700. “Entonces me entró la cosquillita y me dije: por qué ella gana 700 pesos si yo también puedo hacerlo”. 

Por las noches, en lugar de irse a dormir tomaba los libros de cocina para aprender las recetas. Aún cuando no pudo ir a la escuela aprendió a leer gracias a uno de sus padrinos que le explicaba en un pizarrón. “Aprendí los números, hasta los romanos. Hoy los maestros no saben ni que son. Que me disculpen, pero no saben”.

Más adelante Roberta o tía China -así conocida por su cabello ensortijado a ras del cuero cabelludo- trabajó con una aprendiz de pintura conocida de Diego Rivera. “Al terminar sus cuadros lo invitaba a él para que fuera a darle el visto bueno. Luego se los daba para que lo firmara. Les ponía un garabatito. Ella lo invitó a comer a un restaurante, pero él le dijo que no le gustaba. Le dijo: mejor llévame a tu casa y dame, aunque sean frijoles, con eso soy feliz. Mi patrona le dijo que ella tenía una cocinera muy buena. Le hice crepas rellenas de pollo con crema de chile poblano, le hice aguacate relleno de entremés, lo que más le gustó fue un pastel caliente y frío”.

Pícara por nacimiento “tía china” se asume como una mujer entera y completamente lúcida. “Yo todavía me quiero casar, pero no jayo cliente”, lanza entre risas que hacen volar a las aves. Luego, hace gala de su capacidad como versera: “Toma esta flor moradita. Te la doy porque te quiero, solo vengo a preguntarte cuál es tu amor verdadero. Si el que estas queriendo ahorita o del que quisiste primero”.

Jamás se ha asumido como una mujer débil, eso no va con ella. Es de armas tomar y de manera literal anduvo armada para defenderse. Sólo hizo uso de ella en una ocasión cuando. Con dos tiros lanzados al aire hizo correr a una persona que pretendió pasarse de listo.“Yo a todo le hice menos a borracha. Sólo me tomaba algunos mezcales, cerveza no porque te tomas una y luego de vas a miar”, vuelve a reír.

22/CLV/LGL

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