11/16/2024

La clave para desarrollo económico es el cuidado y el autocuidado de mujeres: CEPAL

 

.-Ciudad de México.- Con el fin de año en puerta, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe ha preparado su informe Panorama Social de América Latina y el Caribe; un recuento anual de las deficiencias de la región y también, los aciertos del crecimiento económico, llevándose las palmas, el país sureño de Chile; entre los apartados que más han preocupado a la CEPAL está la crisis de cuidados; una dificultad que amenaza el desarrollo regional y aumenta la desigualdad estructural.

América Latina y el Caribe afronta una serie de crisis sistémicas que, desde siempre, han incrementado las desigualdades históricas, sin embargo, en los últimos años, en lugar de que exista un combate a estas deficiencias estructurales, ha acontecido el efecto contrario; se han recrudecido a través de la crisis ambiental, la violencia, el bajo crecimiento económico y por supuesto, los cuidados que, anualmente, incrementa su demanda.

La persistente crisis de los cuidados se debe a que la demanda supera ampliamente al número de personas cuidadoras y también, a la infraestructura de los países que no han podido ofertar sistemas nacionales para ofrecer cuidados a quien lo necesite. Esto incluye a personas adultas mayores, personas mayores e infancias con discapacidad, personas con discapacidad adquirida, infancias, bebés, adolescencias y menores en situación de vulnerabilidad.

Según refiere la CEPAL, el hecho de que la región no esté invirtiendo en una sociedad del cuidado está afectando de manera desproporcional a las mujeres, especialmente, a aquellas que enfrentan múltiples formas de exclusión y discriminación, como por ejemplo, las mujeres rurales, afrodescendientes, de comunidades indígenas o en situación de precarización que, sin importar su contexto, siempre son el sostén -muchas veces único- del cuidado en el hogar.

Fuente: Cimac foto


Resulta urgente atender las necesidades del cuidado, pues esta crisis se ha disparado a causa de factores como cambios demográficos, movilidad y el aumento de mujeres en el mercado laboral. El hecho de que las personas no puedan acceder a ser cuidadas tiene una repercusión recrudecida, advierte la CEPAL, en las infancias y en las personas de +65 años que, en un par de décadas, se enfrentarán a las deficiencias de sus Estados al no poder acceder a un sistema de cuidados eficiente, oportuno y que atienda sus necesidades de manera particular.

Políticas de cuidado: Claves para combatir la pobreza

Si esta crisis ya ha estallado en la región, ¿cuál será el primer paso para intentar frenarla? Según la CEPAL, el primer paso en esta conversación es valorar y reconocer la contribución de las actividades que sostienen la vida, pues no sólo sostienen a quienes les rodea, sino también, a su comunidad y por supuesto, a la economía del país.

Para consagrar una verdadera sociedad del cuidado resulta prioritario realizar una reorganización social donde el Estado construya sistemas de protección social y con ello, combatir la división sexual del trabajo y avanzar hacia la igualdad de género.

«Los Estados deben reconocer de manera integral el derecho de todas las personas a cuidar, a ser cuidadas y a ejercer el autocuidado, independientemente de su situación de dependencia. Sobre la base de los principios de igualdad, universalidad y corresponsabilidad social y de género, el cumplimiento de estos derechos es fundamental para garantizar la sostenibilidad de la vida humana» (CEPAL)

Las consecuencias de no consolidar un sistema de cuidados

En caso de no implementarse políticas efectivas para reorganizar el cuidado, la brecha entre la oferta y demanda podría incrementar los niveles de pobreza y recrudecer las desigualdades entre las personas. De esto deviene que, hablar de una política de cuidados articulada con otras reformas como la reducción de la jornada laboral, licencias de paternidad, tiempos de descanso, autocuidado y mejores oportunidades laborales para las mujeres, se convierte en el combo idóneo para combatir la pobreza, cerrar la brecha salarial y disparar la economía en términos positivos.

Mientras el cuidado no sea considerado como eje rector en las políticas de América Latina y el Caribe, la sustentabilidad social y económica no será una realidad. Las consecuencias, sostenidas en el tiempo, agravará la desigualdad económica, privará a las mujeres de tener acceso a protección social y las privará de acceder a oportunidades laborales formales; la región se enfrenta a un tradicionalismo que impone la responsabilidad del cuidado y coopta las aspiraciones laborales, educativas y de emprendimiento de millones de mujeres que, además, durante la vejez se enfrentarán a la vulnerabilidad económica, discapacidad adquirida o viudez.

Esta realidad está presente, advierte la CEPAL, pues las mujeres adultas mayores de nuestra región que dedicaron toda su vida a ser personas cuidadoras no remuneradas, quedaron fuera de toda protección social contributiva y ahora, durante su vejez, necesitan apoyos y cuidados que nadie les ofrece; no cuentan con ahorros, jubilación, una fuente de ingresos y menos, un hogar propio. Esta situación alcanzará su punto más álgido para 2077, cuando la mayoría de la población en América Latina y el Caribe será adulta mayor y requerirá de cuidados a causa de una discapacidad adquirida, dificultad de movilidad o algún padecimiento incapacitante como accidentes cerebrovasculares o cardiopatías.

«El objetivo es responder a las crecientes necesidades de cuidado de las personas, sin perjudicar la autonomía de las mujeres en su diversidad, y acelerar el logro de la igualdad de género, así como la reducción de las desigualdades sociales en sus diversas expresiones. La construcción de una sociedad del cuidado exige situar las políticas de cuidados y los sistemas de protección social en el centro de las estrategias de desarrollo, de manera que contribuyan a la reducción de las desigualdades de género, socioeconómicas, étnicas y territoriales.» (CEPAL)

Combatiendo la división sexual por una región más igualitaria

La división sexual del trabajo y la actual organización social del cuidado es uno de los nudos estructurales de la desigualdad de género. Este nudo tiene efectos en el acceso a la protección
social y genera brechas que se expresan durante el todo el ciclo de vida y las distintas trayectorias de las mujeres en el mercado laboral. Como ya se advertía, esto supone una menor participación de las mujeres en los sistemas de protección social basada en las contribuciones del trabajo remunerado, lo que más adelante impacta en la percepción de ingresos propios durante la vejez.

Según recupera la CEPAL, en 2023, el 51.8% de las mujeres en la región participa económicamente, mientras que el 74.2% también lo hace, es decir, existe una brecha de casi 20 puntos porcentuales; esta brecha se mantiene en todos los países de la región y sorprendentemente, son las mujeres quienes, trabajan más. A nivel regional se observa que los hombres pueden dedicar la mitad de su tiempo al mercado laboral, mientras que las mujeres apenas logran dedicar un tercio de su tiempo; el resto de su tiempo está dedicado al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, en sumatoria, esto quiere decir que las mujeres trabajan tres veces más que sus congéneres.


En añadidura la región no ha logrado combatir la división sexual del trabajo, pues existe exclusión bilateral en algunas actividades laborales; actividades feminizadas y territorios trabajados sólo por hombres. Las mujeres tienden a laborar con mayor incidencia en la informalidad y lo hacen en la industria del comercio.


Otros ejemplos de trabajos feminizados es la educación, la salud y el trabajo doméstico que representa el 27% de la población ocupada en la región. Para rematar esta segregación, estos son empleos mal remunerados y muchas veces tienden a ser cultivo para la violencia por parte de los empleadores, particularmente, aquellos empleos en el espacio doméstico donde se gesta la explotación, e incluso, la esclavitud.

Por ejemplo, en la capital mexicana, las personas que realizan trabajo doméstico remunerado representan el 7.74% de la población, es decir, 166 mil 552, de este universo, 135 mil son mujeres y 31 mil hombres, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleos.
El 99.2% de este grupo labora sin contrato, el 98.3% sin acceso a instituciones de salud y el 71.3% sin prestaciones, sostiene el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH).

El derecho a ser cuidada y en marcha el primer sistema de cuidados en México

En su informe, la CEPAL advierte que el derecho al cuidado es un derecho humano reconocido en todos los pactos internacionales con principios en igualdad y universalidad, incluidos, incluso, desde 1948 en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Algo que debemos recordar es la interdependencia de las personas a lo largo de nuestra vida, en palabras simples: Todas y todos nos hemos beneficiado -y beneficiaremos- del cuidado en algún momento de la vida, desde el nacimiento, hasta la vejez, las personas han sido cuidadas, usualmente, por las mujeres quienes no han recibido nada a cambio.

«El reconocimiento del cuidado como un derecho humano, permite delimitar claramente el papel del Estado, y los distintos actores e identificar quiénes son titulares del derecho al cuidado, quiénes son titulares de los deberes u obligaciones, cuáles son los mecanismos de exigibilidad del derecho al cuidado y cuáles son las medidas destinadas a reducir las desigualdades y brechas en el acceso y disfrute de este derecho» (CEPAL)

Para la CEPAL, resulta imprescindible que todos los países de la región comiencen a incluir el discurso del cuidado al centro de su agenda antes de que la necesidad del cuidado se cruce con la vejez, el incremento de la morbilidad y los cambios climáticos que están acelerando la movilidad forzada y acrecentando la vulnerabilidad de miles de infancias, madres autónomas y personas adultas mayores. En aras de esto, México se prepara para construir su primer sistema nacional de cuidados; política continental que será punta de lanza.

Fuente: Cimac foto


Con el arribo de la primera presidenta a la titularidad del poder ejecutivo, el país ha atravesado por un par de giros vertiginosos que, aunque sencillos, pautan una diferencia, como por ejemplo, que la presidenta nombre los cuidados, reconozca el trabajo no remunerado e impulse políticas públicas de previsión social segregadas para mujeres en la vejez.

Se debe recordar que el Instituto de las Mujeres (INMUJERES) ha sido elevado a secretaría, convirtiéndose así, en la Secretaría de las Mujeres, un órgano federal que trabajará a la altura de los tres poderes de la unión y que tendrá el poder suficiente de intervenir en la construcción y diseño de políticas públicas a nivel nacional.

Entre las obligaciones de la Secretaría de las Mujeres se encontrará el diseño del primer sistema nacional de cuidados y se ha pautado que este nuevo órgano entrará en funciones para el primero de enero bajo la titularidad de Citlalli Hernández.

La realidad de un sistema nacional de cuidados podría aparecer de manera próxima durante el primer trienio de la gobernatura de Sheinbaum, un desafío ambicioso considerando que, en nuestro país, 58.3 millones de personas requieren de cuidados según la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) 2022 del INEGI, considerando que esto es más que la población de países como Perú o Argentina. Con todo ello, se evidencia que el cuidado no es sólo una conversación nacida desde los movimientos feministas, sino una política de carácter económico internacional que, de bien lograrse, resultaría en una transformación por el bien común.

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