7/26/2008

PALABRAS DE LA SENADORA PIEDAD CÓRDOBA


EN EL LANZAMIENTO DEL LIBRO "LA SUBVERSION EN COLOMBIA–EL CAMBIO SOCIAL EN LA HISTORIA", DEL SOCIÓLOGO ORLANDO FALS BORDA.

Bogotá DC., julio 23 de 2008

En buen momento, diría que en el más propicio para el debate nacional, nos llega a los integrantes de esta sufrida sociedad la cuarta reedición actualizada del libro del sociólogo Orlando Fals Borda, trabajo de investigación histórica subrayado por la critica especializada como uno de los más descollantes en el plano de la investigación de nuestra sociedad.

El Maestro Fals Borda no sólo es reconocido por los círculos académicos e intelectuales de nuestro país y en gran parte del planeta como uno de los más aplicados y serios pensadores e investigadores en el amplio ámbito de las Ciencias sociales, sino como un ciudadano especialmente digno, ético, decoroso y valiente.

Un académico militante, un "intelectual colectivo", cuya potente conciencia política alumbra los recodos menos visibles de la sociedad al tiempo que con su visión crítica le aporta nuevos contenidos al imaginario político nacional.

Por ello el riguroso científico social que habita la elevada corporeidad del barranquillero-momposino, no disocia ni escinde al individuo del conjunto de la sociedad. Si examina sus peculiares costumbres y lo aísla en sus investigaciones es para encontrar las afinidades electivas que lo devuelvan a su conglomerado cultural como sujeto de derechos.

Cómo nos llena de orgullo la calidad académica con que está trabajada la obra sociológica e histórica del Maestro Fals Borda.

Ha descrito y prescrito de tal forma las instituciones y los hábitos, e indagado en las expresiones, ritos, mecanismos de nuestra sociedad, que sus trabajos parecen escanografías culturales que ofrecen al lector y al estudioso los elementos clave para la comprensión de nuestros procesos históricos.

Tanto porque sus pesquizas nos traen constantemente hallazgos inéditos, retazos de identidades y procesos con los cuales pacientemente va haciendo visible la otra Colombia, reconstruyendo la geopolítica nacional primigenia, cuanto porque de su pensamiento socialista varias generaciones hemos derivado lecciones para enfrentar las formas más veladas de control y dominación social y simbólica.

Como dice Boaventura de Souza Santos, "el malestar, la indignación y el inconformismo frente a lo que existe nos deben servir de fuente de inspiración para teorizar sobre el modo de superar tal estado de cosas"

Cómo nos nutre de ejemplos su ética y su coraje perseverantes por una sociedad mejor, admirado Maestro Fals Borda.

Su trabajo y su lucha han estado a la par de los requerimientos de la academia y de la sociedad moderna. Ha indagado en los nuevos paradigmas los aportes requeridos para examinar los viejos problemas y nos ha dejado un compendio científico y académico que tiene la virtud permanente de su actualidad que se aprecia en el acerbo cultural, estético, literario e histórico sintetizado en su obra.

De usted hemos aprendido que a las ciencias sociales les corresponde hoy en día cumplir un papel relevante en el contexto de la sociedad del conocimiento, no solo porque son fuente de "conocimiento académicamente relevante y socialmente significativo", sino de manera especial, por su contribución a definir y orientar estrategias de cambio en las políticas públicas, en la participación ciudadana, en la opinión pública informada y en la democratización del sistema político y de la sociedad.

Su responsabilidad en el escenario de la sociedad -ilustre Maestro Fals Borda- no se ha limitado al disfrute egoísta del conocimiento ni al desempeño magistral y jerárquico de una función de producción y diseminación de conocimientos especializados. Su trabajo ha estado ligado, al mismo tiempo que a la investigación de a pie y a la docencia, a compromisos éticos y políticos con los principales valores del interés público.

En este sentido, es importante advertir que no obstante la vertiginosa reestructuración científica, cultural y tecnológica, que incide en el surgimiento de núcleos, tendencias y dinámicas llegada hasta nosotros para revolucionar los modos de organización colectiva, la configuración del espacio público y la legitimación de nuevos relatos, la estructura de su trabajo sigue inconmovible y continúa estimulando la capacidad asociativa y las ansias de progreso de los demócratas de Colombia.

Ahí está el "valor de uso" de su singular peripecia intelectual y democrática.

Es probable que al final tenga más lectores que votos propios, más fans de su arquitectura científica que clientela electoral. Pero lo que si es indiscutible es que su trabajo ha logrado sensibilizar a una inmensa cantidad de colombianos.

Nos ha estimulado una "imaginación sociológica", al estilo de Mills, para que podamos suponer e imaginar el rol que a cada cual le corresponde dentro de la estructura social.

De su mano maestra nos ha llegado el concepto y la praxis de la participación; tanto como la regionalización del país, dos frutos de su incansable y apasionado interés por servir a Colombia desde su concepción de la superación de nuestros conflictos.

Superación (no aniquilamiento) de los conflictos (o de sus actores) como quieren ahora los actores de la guerra. Porque evocando a nuestro inmortal Estanislao Zuleta, "Una sociedad sin conflictos es un museo de cera".

Con todos esos aportes se ha aproximado -Maestro Fals Borda- a la búsqueda de diálogo, a la formulación de salidas a la encrucijada nacional.

Ha tenido como motivo de estudio la vida nacional desde los aspectos valorativos, normativos, institucionales y técnicos de nuestra sociedad. Su principal referente ha sido la Investigación-Acción Participativa (IAP); sus tesis por tanto implican recolección de datos, diálogos permanentes y análisis desde la vívida realidad y no desde la inacción academicista.

Con una prosa agradable que atrapa al lector desde el comienzo "La subversión en Colombia: El cambio social en la historia", es una obra que explora las motivaciones de quienes desde la rebeldía han impulsado evoluciones, cambios, transformaciones.

Es maravilloso cómo entiende el concepto de subversión, al que le elimina la carga criminal que se le da desde los campos estrechos de la dominación para conferirle una connotación de rebeldía legítima, en sus propias palabras "aquella condición que refleja las incongruencias internas de un orden social descubiertas por miembros de éste, en un período histórico determinado, a la luz de nuevas metas valoradas que una sociedad quiere alcanzar".

Es pues, un texto que explora desde lo profundo de la nacionalidad los disensos y los conflictos que han dado origen a las transformaciones venidas y por venir.

Aborda de manera prescriptiva y crítica la situación colombiana, reconociendo que siguen intactas las graves "grietas estructurales", las frustraciones y responsabilidades que -por acción u omisión– tiene la dirigencia social y política del país en el destino de un pueblo desangrado por años; lo advirtió desde el escrito publicado a finales de los sesentas y lo ratifica ahora en su epílogo de la primera década del siglo veintiuno.

Como no se trata sólo diagnosticar Fals Borda en esta actualización se aventura a presentar desde la sociología "el qué hacer", teniendo en cuenta el actual frenesí de la "seguridad democrática" en el que estamos lamentablemente inmersos desde el advenimiento del gobierno de Álvaro Uribe.

En una conclusión optimista sus tesis avizoran una solución desde el fortalecimiento de las organizaciones sociales unidas en torno a lo que llama el "socialismo raizal" al que llegamos por la fatiga y desaliento producidos por años y años de guerra, así como por los vientos que trae al continente el "socialismo del Siglo XXI" y los cambios incluso en sociedades conservadoras como la norteamericana en donde un personaje de la talla y procedencia de Barack Obama tiene hoy una posibilidad muy alta de llegar a la presidencia de los Estados Unidos.

Por otra parte, en sus primeros capítulos el autor periodiza los "órdenes" establecidos en el país en cinco momentos de la historia e identifica las causas "subversivas" que los atacan, dando paso a la evolución traumática que nos ha impedido llevar a cabo la revolución democrática del país:

Un PRIMER ORDEN, que él denomina el "AYLLICO" que deriva de las formas provenientes de los pueblos originarios y que subyacen al interior de la construcción nacional. Aquí el vínculo fundamental es con lo telúrico y con lo ambiental. No determina mayores elementos "subversivos" hasta la llegada de los conquistadores a la América aborigen.

Un SEGUNDO ORDEN, el "SEÑORIAL" impuesto por el invasor europeo, caracterizado por las "subversiones" que generó la imposición de nuevas formas de esclavismo y abusos por medio de la Cruz y la Espada. Lo considera de gran estabilidad en la colonia e inicios de la república.

El TERCER ORDEN identificado es el "BURGUES CONSERVADOR" al que ubica desde el final del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Su "subversión" tiene que ver con la influencia que en ciertas capas tuvo la Ilustración y la democracia liberal, en la que los Radicales y las Sociedades Democráticas de la novel clase media fueron protagonistas de primera línea.

Un CUARTO ORDEN el "SOCIAL-BURGUÉS" lo identifica en situaciones clave en el pasado Siglo XX y que tiene su "subversión" en el Socialismo.

Desde su enfoque un QUINTO ORDEN esta en formación en este Siglo XXI, y que tiene en el neo socialismo su proceso de "subversiones".

Los varios capítulos que tratan épocas históricas tienen en el cambio, el desarrollo y la revolución sus características principales y condicionantes. El cambio -considera el autor- sólo se torna "subversivo" en la medida que es promovido por los grupos comprometidos con "la transición entre órdenes sociales".

De la mano con lo anterior, ninguna "subversión" tiene sentido si no busca profundas transformaciones de carácter e impacto en el desarrollo socioeconómico.

En nuestro país ha habido grupos que han buscado desde el orden social y político transformaciones consideradas "subversivas" en su momento, sus inspiraciones giran en torno a la dignidad del ser humano y han sido finalmente asumidas tanto, que se convirtieron en parte del "status quo".

Generación tras generación los impulsos "revolucionarios" o "subversivos" son sofocados desde la atracción con prebendas, el miedo a la pérdida de privilegios, o por la violencia física.

Discursos e ideales desoídos por las masas que siguieron a Rafael Uribe Uribe en 1904 luego de su posterior asesinato en 1914 en las escalinatas del Congreso; el asesinato de Gaitán en 1948, seguido de la imposición del Frente Nacional, ilustran muy bien este criterio.

Textualmente etapa tras etapa por miedo o comodidad se "prostituyen" los ideales de la aplazada transformación necesaria y sólo pequeños cambios o reformas placebo aparecen para satisfacer a medias las reales necesidades de nuestro pueblo.

Las incongruencias del orden vigente en las últimas décadas, provocaron en Fals Borda la reflexión visionaria del surgimiento de una ruptura neo socialista.

En su edición de 1967 comenta ampliamente las bases de la misma materializadas en la ideas de un "Frente Unido" aparato político iconoclasta de carácter pluralista que tuvo en el humanismo contemporáneo, en la dignidad y en la contraviolencia sus motivos y forma de lucha, impulsado por el Sacerdote católico Camilo Torres. En suma, un colectivo que pregonaría el nacionalismo moderado y anti-imperialista.

Alcanzar una sociedad abierta, respetuosa de las divergencias de opinión, creencias o actitudes para llegar al progreso, dicen los pensadores de esa época, admite el uso de la fuerza sólo como razón última y es esta la que impulsa al Padre Camilo Torres a alistarse en las montañas a combatir por sus ideas con la consecuencia casi inmediata de su muerte, sin alcanzar así la utopía pluralista que, pese a todo subyace en el alma de amplias capas de la población colombiana.

Hoy, luego de la llegada del clímax de una violencia acumulada multiforme que ha afectado por igual a todos los departamentos del país e incluso ha traspasado las fronteras y ante la frustración del orden social burgués que "incumplió su promesa pacificadora" del Frente Nacional, se advierte optimista una nueva sociedad desde el neo socialismo.

Como cada "subversión" implica cuestionamientos que pueden y deben transformar el curso de la nación, el neo socialismo se enfrenta al orden imperante generando macartizaciones y procesos de ajuste para lograr -como en el pasado- introducir reformas que permitan al "sistema" aceptar ciertas demandas.

Es por ello, que se advierte el peligro de que las tensiones ahora acentuadas por la tendencia expansiva del guerrerismo y la deslegitimación institucional impidan la llegada de esta renovación de la sociedad colombiana.

Este orden nuevamente post-subversivo con raíces pluralistas puede identificarse con los vientos progresistas que soplan de arriba abajo en el continente americano.

Dentro de las virtudes de este momento, Fals Borda destaca que ésta "subversión moral" tiende a ser autóctona y crítica frente a la violencia provenga de donde provenga.

Es un anticlímax de las prácticas violentas expresado en propuestas ciudadanas como las marchas contra guerrillas y paramilitares, los conciertos por la paz, el impulso a soluciones como el acuerdo humanitario y propuestas como una Asamblea Nacional Constituyente que incluya a todos los componentes de la sociedad nacional.

Para la llegada de este quinto orden, el sociólogo remata admirablemente su libro con una pregunta demoledora: "¿Habremos llegado a tales profundidades culturales, para sentir que la guerra y el conflicto sean cosas tan frecuentes y aceptables que se hayan convertido en expresiones normales de la vida colectiva, sin que produzcan mayores preocupaciones?"

Pero agrega un interrogante de expectativas crecientes:

¿Quedan aún resquicios de órdenes sociales anteriores donde la cooperación, el altruismo, la construcción, el amor, el respeto a la vida y la heredad humanas puedan todavía ser recuperados y activados?

Nosotros responderíamos que sí, pues no sólo hay guardián en la heredad del socialismo democrático en nuestro país, sino que estamos listos/as y dispuestos/as a enarbolar las banderas colectivas de la transformación radical de las costumbres políticas, socio económicas y culturales de la sociedad Colombiana.

En primer término propiciando -Maestro Carlos Gaviria y amigos- la interacción, la coordinación y la unidad de los sectores sociales, democráticos y progresistas para construir una vigorosa y audaz propuesta política, progresista y democrática, que no sólo desenmascare y ponga en evidencia las patologías del régimen mafioso que impera en Colombia, sino que genere en el imaginario colectivo la esperanza de un cambio real.

Yo tengo la esperanza de que la mediatización del proceso político colombiano, concebido como una propaganda sistemática de elogios al príncipe, ya ha saturado los niveles de tolerancia de los colombianos. Es probable que en ese desplome del oscurantismo uribista hayamos cooperado en buena medida quienes impulsamos el pensamiento crítico frente al pensamiento único.

Pero lo evidente, lo incontrovertible es que lo que está dando al traste con este régimen es su propia perversidad, su capacidad sistemática de mentir, maniobrar y luego pedir disculpas. A esa revelación situacional de sus patologías tenemos que contribuir quienes nos consideramos integrantes de la oposición creadora del país.

En segundo lugar, para buscar una salida negociada al conflicto interno armado a través de mecanismos viables y expeditos. En lo cual, apenas obvio en una sociedad mundializada, exijamos la cooperación internacional desde la perspectiva humanitaria.

En tercer lugar un pacto social contra la impunidad. Nuestros muertos y nuestras víctimas no pueden pasar al olvido, sin que para ellos exista la recuperación de su historia, el reconocimiento de sus pérdidas simbólicas y materiales y la reparación de su dignidad como colombianos que tienen derecho a vivir en un país sin que nadie los persiga, los desplace o los asesine.

Deseo terminar esta intervención, dedicando el siguiente bello párrafo del encuentro latinoamericano contra la impunidad, al Maestro Orlando Fals, que en una palabra es la síntesis de sus luchas, de sus esfuerzos de investigación y de sus recónditos anhelos por una Colombia progresista y democrática y que, constituyen también los sueños de Carlos Gaviria y los míos y los de todos nosotros/as por una patria con justicia social y democracia:


"Porque no se puede silenciar la historia.
Porque la memoria del horror está presente.
Porque las grandes mayorías no saben que todo es posible.
Porque debemos reintegrar a la memoria colectiva lo que, de olvidarse, retornaría.

Porque debemos oponernos a la inercia del consenso, del borrón y cuenta nueva y el no te metas del discurso dominante que quisiera un pasado sepultado para siempre.

Víctimas y protagonistas de ayer y de hoy, familiares, luchadores sociales, juristas, intelectuales y colectivos humanitarios de distintas regiones de nuestra América, queremos reunirnos para establecer un diálogo intergeneracional que, a la vez de denunciar, informar y analizar la realidad actual, sirva para crear nuevas herramientas de prevención y protección ante el ascenso de la violencia y la impunidad de los que mandan".

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