9/27/2009


¿Cómo encender el motor grande de la rebelión
(DF, Oaxaca, Guerrero, Michoacán) que jale a los chicos?

Pedro Echeverría V.

1. En la mayoría de las entidades de México no han habido historias de luchas y de protestas, a pesar de que siempre hayan vivido en la pobreza, la miseria y la opresión. A muchos pueblos los han educado o “domesticado” durante siglos por la iglesia y las familias en el conformismo, la sumisión o el individualismo más extremo. Por el contrario hay estados de la República que por sus propias condiciones geográficas, por historias antiguas de enfrentamientos defendiendo sus derechos, llevan ya muchas décadas de experiencias que se han transmitido por generaciones. Me decían algunos maestros oaxaqueños: “los profesores yucatecos en Oaxaca luchan, cuando regresan a Yucatán dejan de hacerlo”. Pero experiencias anteriores, como la lucha magisterial nacional de 1989, así como la obrera de los setenta, lograron mover lo “inamovible”.

2. Duele que sigan golpeando y asesinado a los indígenas, campesinos, trabajadores y apenas se escuchen sus quejidos. No se sabe cuantos años o décadas más la clase gobernante y empresarial seguirá imponiendo sus intereses sobre las espaldas de más del 80 por ciento de la población. Las pequeñas ciudades y pueblos se defienden muchas veces con palos y piedras, mientras militares y policías –armados hasta los dientes- lanzan gases lacrimógenos, disparan y sueltan sus perros para acabar cualquier movimiento. Esto no lo pueden hacer fácilmente contra los obreros electricistas, telefonistas, petroleros; aunque sí lo hicieron contra los ferrocarrileros y buscan acabar con los valerosos mineros que resisten. Tampoco lo hacen –sin recibir respuestas- en el DF, Oaxaca y otros estados con historias de luchas, siempre dispuestos a defenderse.

3. Ya hemos visto cientos de veces cómo quedan las caras y los cuerpos ensangrentados de los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, que se atreven a enfrentar a las fuerzas armadas que destruyen sus chozas, que los expulsan de sus pueblos o terrenos, que les rompen una huelga o que buscan enfrentarlos en una manifestación. A estos salvajes represores, después de recibir órdenes- les importa un carajo si sus víctimas son niños, viejos, lisiados o cualquier miserable. Cuando de rescatar la gran propiedad de un funcionario o empresario o de evitar una protesta contra los poderosos se trata, para esos autómatas de la represión todo se vale. Al fin los débiles de los pequeños pueblos, las luchas terriblemente aisladas, los obreros de las pequeñas fábricas, los ciudadanos que protestan en pequeño número, la policía puede hacerles lo que les plazca.
>4. Quisiéramos que todos los países del mundo recuperen su identidad, los valores que los hicieron fuertes y diferentes que luego, de manera condenable, fueron uniformados por el sistema capitalista mundial. En lugar de aquellos seres humanos dignos y orgullosos de su pasado, ahora parecen robots marchando sin voltear a ver, cortados con la misma tijera, con un pensamiento único, el que ha impuesto el capitalismo salvaje. Pero para que los pueblos pequeños –que son la mayoría en el mundo- logren su liberación se requiere que los trabajadores de los países más poderosos y de las ciudades más grandes se pongan en marcha para sacudir y despertar a los pequeños que les ha resultado muy difícil ponerse a caminar. En tanto no suceda esto, las clases dominantes seguirán golpeando y asesinando todos los movimientos casi indefensos.

5. Los movimientos de los trabajadores por defensa de sus tierras, las protestas contra la explotación, los reclamos por represión y malos tratos, se pueden contar por miles en campos y ciudades de México. Han sido movimientos espontáneos de respuesta de los pueblos ante las agresiones que a diario sufren; pero al mismo ritmo que han surgido se han presentado las llamadas “fuerzas del orden” para reprimirlos y someterlos. En las cárceles mexicanas pueden contarse por miles los presos políticos con inventadas y falsas acusaciones tales como: “ofensas a la autoridad”, robo, resistencia, etcétera. Los ejemplos más conocidos son los campesinos presos de San Salvador Atenco, los de la APPO oaxaqueña, los del EZLN y los “desaparecidos” del EPR. Hasta ahora no se cuenta con la fuerza que sacarlos de la cárcel y por la vía jurídica es vergonzoso.

6. En tanto Marx planteaba que los países altamente desarrollados estaban más cerca del socialismo porque el proletariado estaba más preparado para asumir el poder y luego preparar el autogobierno, Lenin 50 años después siguiendo a Marx señaló que el trabajo político principal debe hacer en las grandes fábricas y las grandes ciudades de la Rusia aún semifeudal. Ello y la experiencia de muchos años me han dado la convicción de que hay que mover los motores grandes, que hay que trabajar políticamente en los centros productivos que pudieran paralizar el sistema capitalista. Que hay que solidarizarse con todas las luchas de los trabajadores, que hay que ayudarlos a solucionar puntualmente sus problemas, pero el trabajo político real debe hacerse en los centros que puedan poner de rodillas a la clase explotadora, centros en los que esta clase está más atento.

7. El día que la clase obrera paralice el servicio eléctrico, deje de producir petróleo, haga una huelga de servicio telefónico, que los empleados bancarios cierren sus instituciones, que los trabajadores del IMSS paren los hospitales o que los transportistas bloqueen las carreteras, el sistema capitalista de explotación y opresión se cae en mil pedazos y los trabajadores podrán deshacerse de gobiernos y empresarios, asimismo podrán ya autogobernarse. Este, me parece, es el gran motor del que Marx hablaba y por lo que decía que la clase obrera será la que sepultaría al capitalismo. Huelgas de campesinos, de estudiantes, de profesores, las soporta por meses si no extienden el descontento en los reales centros productivos que son la columna de su poder. Por eso más que repetir que la burguesía es corrupta y explotadora, hay que buscar cómo derrotarla.


pedroe@cablered.net.mx

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