11/29/2010

Sin participación de mujeres la Revolución Mexicana no habría sido posible: Elena Poniatowska

La Jornada/México


El movimiento “también se hizo con enaguas porque sin ellas, los soldados habrían muerto de hambre, sed, frío o tristeza”, afirmó la escritora.

Sin la participación de las mujeres, la Revolución Mexicana no habría sido posible, aseguró el domingo 28 la escritora mexicana Elena Poniatowska al ofrecer la conferencia “Las soldaderas” en el Palacio de Bellas Artes.

“La Revolución también se hizo con enaguas (faldas) porque sin ellas, los soldados habrían muerto de hambre, sed, frío o tristeza”, afirmó Poniatowska, minutos antes del evento.

A pie, a caballo o a bordo de los trenes miles de “adelitas”, como se les llamó, recorrieron entre 1910 y 1917 el territorio mexicano, protagonizando el primer conflicto bélico del siglo XX.

Según Poniatowska, a diferencia de la Guerra Civil española en que las mujeres permanecieron lejos del cuartel, en 1910 las mexicanas salieron de sus casas camino a la trinchera.

Ellas lavaban, cocinaban, proveían el alimento, recogían leña, eran cama y cobijo, además de curar, parir en la trinchera o cargar en su rebozo (chal) al hijo o las municiones.

Al morir su hombre, explicó la autora del libro Las soldaderas (1999), muchas tomaron el fusil en su lugar y se lanzaron al combate.

Viajaban a lomo de tren azotadas por las inclemencias del tiempo.

El general Álvaro Obregón las enviaba de la mano de sus hijos, “como avanzada” o “sirvieron de escudo a las tropas”.

Sin embargo, “son las grandes olvidadas de la historia. Se les considera prostitutas. Incluso muchos historiadores y escritores las desprecian”, lamentó Poniatowska, cuya novela Hasta no verte Jesús mío fue hecha con los relatos de la soldadera Josefina Borges.

Una de ellas fue Manuela Oaxaca, quien se casó con Francisco Quinn, un revolucionario, al que siguió en busca de romance. En su lugar encontró sangre y muerte.

De esa unión, poco después nació en Chihuahua el pequeño Antonio Rodolfo, que fue conocido como el actor Anthony Quinn.

Como Manuela, unas se unieron a las tropas por su propia voluntad, otras tantas “porque no les quedó más remedio, como a las violadas o robadas”.

Fueron mujeres valientes, sostuvo la escritora y periodista, que enfrentaron la muerte, como un día de 1916 cuando Pancho Villa ordenó matar, una a una, a 60 soldaderas leales al general Venustiano Carranza por negarse a delatar a una que intentó asesinarlo.

Otras grandes historias son las de Petra Herrera, quien fundó un ejército de un millar de “adelitas” y que terminó trabajando de camarera al finalizar la guerra, o de Petra Ruiz, quien se disfrazaba de “Pedro Ruiz” para salvar jovencitas robadas, lo que conseguía con su certera puntería, temida por los hombres.

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