10/20/2011

Wall Street, la estrella cercana de Bettina


Carmen Boullosa


Bettina Von Armin, la estrella de su generación, la bella escritora, escribió a Goethe, el Poeta: “En mi cuna alguien cantó que yo amaría una estrella que siempre estaría distante. Pero tú, Goethe, me cantaste otra canción de cuna que me lleva a soñar la suerte de mis días”.

El amor de Bettina por el Poeta fue una estrella poderosa que calentó e iluminó a muchos. Es diferente tener una estrella distante, sólo para adorarla; lo radical es que ésta sea una realidad posible. Las distantes, lo sabía Bolaño, son de mierda.

Goethe cantó a la Bella la certeza de que los sueños no son algo inaccesible sino una luz factible. Fue lo que arropó y guió a muchos utopistas hacedores de realidades, como los que fundaron la comunidad socialista Bettina en Texas. Bettina dio a una generación de alemanes la convicción de que los sueños son posibles. Por enamorarse de Goethe, las estrellas bajaron a la tierra. El amor hace milagros.
Los seguidores de Bettina alentaron luchas sociales, pelearon por la igualdad de las mujeres, fundaron comunidades socialistas del otro lado del océano, levantaron a las masas, desafiaron la injusticia o retaron los encajes mismos de la belleza, sin abandonarla. Dieron sentido a la vida humana.

Nadie ha afirmado que la influencia de Bettina alcanzó a golpear a los que se rebelaron contra la tiranía del dinero en 1847 en Nueva York. Estoy convencida de que así fue. Cuando miles de desempleados se rebelaron contra esta condición y armaron una memorable, Bettina estuvo presente. Tomo de Mike Wallace (www.gothamcenter.org), de la corta historia de las manifestaciones contra Wall Street en Nueva York: “…Un grupo alemán, La liga de trabajadores americanos, convocó a una manifestación por Trabajo y pan. Marcharon hacia City Hall Park donde entregaron al alcalde Fernando Wook una petición de los desempleados”.

La manifestación de 1847 contenía frases que huelen muy a Bettina y su generación: Todo humano tiene derecho a vivir; no es un asunto de caridad, es un derecho, y los gobiernos, sean monárquicos o republicanos, deben encontrar trabajo para aquellos individuos cuyos esfuerzos individuales no lo consigan por su cuenta.

Una de las peticiones específicas de los desempleados manifestantes fue que se construyera Central Park (el diseño estaba -habían ganado el concurso Olmsted y Calvert Vaux-, el espacio también -tras compras y desalojos, entre ellos el de Séneca, el pueblo fundado por negros libres-, los recortes al presupuesto de la ciudad lo tenían en espera). Esta petición tenía dos filos. Por una parte querían hacer más vivible la ciudad, una que fuera para todos, con espacios comunitarios, que beneficiara a los ciudadanos sin importar su condición social. Por otro, sabían que construir el parque sería fuente de empleos. Los rebeldes forzaron a las autoridades de Nueva York a hacer real el hermoso Central Park. En el proceso, proveyó de trabajo a muchos, gracias a la presión de los indignados de su momento, los que se rebelaron contra la tiranía no humanista del poder financiero, contra un orden social que dejaba a miles sin techo, comida y trabajo.

Cuando el consejo de la ciudad (el City Council) votó por otorgar una cantidad de dinero considerable para construir Central Park, lo hicieron empujados por la presión de las masas acampadas en Tomkins Square. El 6 de noviembre, éstas se enfilaron a Wall Street. Una manifestación de 5 mil personas caminó tras una única manta, “Queremos trabajo”, y se congregó a los pies de las escaleras del Merchant Exchange.

En palabras de un herrero manifestante: “Vamos a hacerlo en paz, pero vamos a mostrar a los mercaderes y los ricos que nos estamos muriendo de hambre, como nuestras mujeres y nuestros hijos, y que requerimos de manera urgente un alivio a nuestra situación… Cada día vamos a ser más, nuestra cantidad nos va a hacer indestructibles, vamos a marchar por las calles… vamos a llegar a Wall Street, y vamos a explicarles que necesitamos tener trabajo…” .
La estrella cercana de Bettina hoy vuelve a caminar las calles.

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