11/19/2012

El neopacifismo y nosotras


 Lydia Cacho

Armando, de 14 años, me mira a los ojos y dice que su padre se dedica a vender jovencitas a otros taxistas en Cancún. No fue sino hasta que participó en una capacitación de prevención de trata de personas que le puso nombre a las actividades de su padre que tanto a él como a su madre les mantenían en la zozobra y el enojo. Él ha decidido trabajar en su escuela como capacitador de prevención de trata, en especial con las chicas de secundaria. Su argumentación para asumir la campaña “Yo no estoy en venta” es muy sencilla: descubrió que tiene herramientas para ayudar a otras personas vulnerables y que su enojo puede convertirse en gasolina para cambiar lo que a su parecer es una injusticia: la explotación sexual de las chicas mexicanas. Armando no es el único; hay millones de personas cercanas a experiencias de violencias brutales que se unen no sólo para denunciar aquello que saben es injusto, sino que dan un paso más para transformar las conductas de su entorno y proteger a otras personas.

Susana Trimarco se convirtió en una heroína nacional justo en el país que más prostíbulos tiene: Argentina. En su país los tratantes de mujeres han convertido a la explotación sexual en una industria internacional. Marita Verón, hija de Susana, fue secuestrada por una red de tratantes en la provincia de Tucumán en 2002, ahora, en enero de 2012, y luego de rescatar un sinfín de chicas esclavizadas en prostíbulos de su país, ha logrado abrir uno de los expedientes sobre trata mejor documentados de la historia argentina. Se define como una madre en busca de su hija, pero en realidad es una inspiración para miles de madres y padres que buscan a sus hijas que fueron vendidas a México y España. Como ella hay ejemplos en todo el mundo.

Luego de los recientes bombardeos que el gobierno israelita en el territorio ocupado de Palestina, quienes han arrojado luz con mayor claridad a esta tragedia de odio racial y político fueron las mujeres de la organización internacional Madre, palestinas e israelitas unidas contra la guerra y la violencia política. Aseguran que en enero habrá elecciones y el líder de derechas israelita, Benjamin Netanyaju, decidió asesinar al líder de Hamas corresponsable de las negociaciones de cese al fuego entre ambos países para ganar las elecciones. Este bombardeo como acción política ha destruido infraestructura esencial para las familias palestinas, y el apoyo norteamericano les arrebata los derechos básicos de acceso al agua potable y a servicios médicos. Madre son miles de mujeres de diversos países que promueven la paz y la equidad; ellas no se someten a la agenda política que avala la violencia y la muerte como pasaporte político de una falsa seguridad nacional; sus acciones han educado a cientos de miles de niñas y mujeres que entienden que la paz se construye no desde la ausencia de guerra sino desde el reconocimiento de la injusticia y la opresión y la búsqueda de la tolerancia efectiva y afectiva y la construcción e la equidad.

Todo parece indicar que el mundo se divide en dos clases de personas. Las que creen que la violencia (física, guerrera, económica, psicológica y de Estado) es el medio ideal para controlar y ganar conflictos, y quienes saben que la humanidad tiene herramientas y posibilidades reales de construir una sociedad pacífica capaz de resolver los conflictos de una manera no tradicional; saliendo del ciclo de la ira y la venganza y fluyendo hacia el de la transformación de los valores de convivencia.

Hay una creciente corriente mundial de propacifistas que no niegan el impulso violento de los seres humanos; pero han demostrado que este impulso puede ser transformado con educación que permita a las y los individuos asumir su responsabilidad y activar sus mecanismos intelectuales y emocionales para transformar el entorno a través de su propio comportamiento ejemplar.

Este neopacifismo no solamente se basa en los principios gandhianos de la no-violencia, sino en las nuevas corrientes educativas que proponen que la experiencia vital de las y los estudiantes no puede excluirse del proceso de aprendizaje. Urge darle a las y los jóvenes otro paradigma de poder, como hacen estas mujeres, pues la realidad que les rodea y los líderes políticos mandan un mensaje muy claro: la violencia y la muerte son el camino hacia el poder y la seguridad. ¿Usted de qué lado está?

@lydiacachosi
Periodista


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