11/22/2012

México: Los perversos fines del buen fin


Gerardo Fernández Casanova (especial para ARGENPRESS.info)

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Al principio creí que se trataría de un proyecto de filantropía y de generosidad fiscalmente recompensada al estilo teletón. Aturdido por la estridencia publicitaria alcancé a percatarme de que se trataba de otra especie de jalogüin ahora aplicado al güiken, usando el apócope con que los pirruris llaman al muy anhelado fin de semana (¿Dónde vas a pasar el fin? ¡Ay! Voy a Tepoz ¿y tú?).

Pero mi asombro no quedó ahí, transitando por las calles del centro de la ciudad (tal vez ahora le llamen el daunty) quedé envuelto entre una turba de gente desaforada; pensé que pudiera ser una manifestación contra la reforma laboral y bajé del auto para sumarme en solidaridad con los agraviados. Terrible desencanto: se trataba de una horda de hombres y mujeres en brutal competencia por aprovechar los supuestos descuentos que se ofrecían en los negocios afiliados al programa del “buen fin”; aberrante expresión del más abyecto consumismo: con-su-mismo pantalón raído, pero cargando un enorme paquete con un televisor de pantalla de plasma y tamaño espectacular y la sonrisa de triunfo a flor de boca.

Muy ufanos los comerciantes organizados declararon que las ventas superaron todas las expectativas. Se cumplió el verdadero fin: engullirse el aguinaldo de los trabajadores aún antes de que lo reciban; hacer valer el valor de la firma en el tarjetazo para mantener el dogal al cuello de los que gozan de la maravillosa libertad de consumir.

Por su parte, el muy canónico secretario de economía se mostró satisfecho por el enorme impulso a la actividad económica y al empleo promovido por el referido programa; lamento que tamaño esfuerzo mental le haya provocado un derrame cerebral y hoy esté hospitalizado, sinceramente deseo se recupere para merecer el aplauso de sus patrones: chinos, coreanos y gringos deben de estar muy contentos; de los de cientocincuenta mil millones de pesos que se vendieron, arriba del 70% correspondió a enseres y mercancías importadas. Nada más en el rubro de los televisores con pantalla de plasma se importaron treinta mil millones de pesos en lo que va del año. La serpiente mordiendo su cola: mejor televisión para mejor enajenarse y más consumir chucherías.

Lo único bueno del fin es que, finalmente, llega a su fin el nefasto gobierno espurio de Calderón. Mal comenzó, mal existió y mal acabó; no podía ser de otra manera. Algunas empresas progresaron, la mayoría no; el país decreció. El proyecto estrella del sexenio cifró su fracaso con más de sesenta mil muertos. El régimen celebró el bicentenario de la Independencia cancelándola; la única soberanía que queda es la de autorizar, en pleno ejercicio de la misma, que los gringos y los españoles vengan a hacer lo que se les antoje. El broche de oro: una anhelada reforma laboral para servir al patrón, impulsada al alimón con su flamante sucesor para que no exista duda de que nos esperan otros seis años de más de lo mismo o peor. La alegría por el fin del gobierno de Calderón se acaba tan pronto se vislumbran las amenazas del de Peña Nieto. ¡Caray! ¡No hay justicia para el hombre honrado!

Peña Nieto anticipa, mediante las bancadas priístas en las cámaras, la propuesta de la sustitución de la inútil secretaría encargada de evitar la corrupción en el gobierno (de la función pública creo que se llama) por una comisión “autónoma”. Como quien dice: el burro hablando de orejas. Hoy resulta que el sobrino, sucesor y encubridor del corruptísimo Arturo Montiel se envuelve en la bandera de la honestidad; el que compró la presidencia por encargo de Televisa se da baños de ser honesto y le roba el postulado a López Obrador, ese sí honesto a carta cabal.

Casi coincidiendo con el buen fin se dio el buen comienzo. MORENA realizó su congreso fundacional como proyecto de partido político. Personalmente no coincido con tal proyecto, pero lo asumo como voluntad mayoritaria y le deseo el mayor de los éxitos.

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