4/15/2014

Faltan estudios sobre matrimonio infantil en México


NACIONAL

   Urge que el Estado asuma su obligación de proteger
 a las niñas

Reportaje

CIMACFoto: César Martínez López
Por: Anayeli García Martínez y Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.- 

La omisión del Estado en la protección de los derechos de la infancia, la violencia de género, la marginación y la pobreza son factores que fomentan las uniones tempranas.

El matrimonio infantil tiene diversas causas según cada contexto: una niña de una comunidad rural no tiene las mismas motivaciones para casarse que otra que vive en un barrio urbano, y que podría considerar que fue forzada a formar una familia.

Es decir, las 362 mil 581 niñas de 12 a 17 años que para 2010 estaban casadas, en unión libre, divorciadas, separadas o viudas –según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)–, atravesaron por diferentes circunstancias que derivaron en que llegaran al matrimonio. 

Al investigar las causas de estas uniones tempranas, Cimacnoticias encontró que hay pocos análisis, estadísticas y estudios sociológicos enfocados en niñas menores de 13 años de edad, pese a la incidencia de matrimonios y embarazos a estas edades.

De acuerdo con ONU-Mujeres, hay evidencia de que a nivel mundial, ante la marginación, algunos padres casan a sus hijas porque es la única opción que conocen, lo que significa que las niñas de comunidades con alto índice de pobreza están más propensas al matrimonio infantil.

Especialistas en derechos de la infancia coinciden en que el denominador común de las uniones tempranas son la marginación y la pobreza, y también indican que la sociedad y el Estado son responsables al considerar a niñas y niños como sujetos de tutela y no como sujetos de derechos, sobre todo el de decidir sobre su futuro.

PRÁCTICA NOCIVA

Jahel López Guerrero, antropóloga feminista de la UNAM, afirma que el Estado es uno de los responsables más importantes de que los matrimonios infantiles sucedan, ya que no crea las condiciones para que estas prácticas nocivas se erradiquen a través de procesos de información, salud, conocimiento y concientización.

Explica que en contextos de marginación social las niñas son vistas como mercancía y se cancela su posibilidad de desarrollo.

Juan Martín Pérez, director de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), asegura que las uniones tempranas de niñas son una práctica constante en el medio rural y no necesariamente por “usos y costumbres”, sino por carencias económicas y pocas oportunidades de desarrollo para la infancia.

Incluso advierte que por estas condiciones de pobreza, algunos padres ven la posibilidad de tener una ganancia económica al vender a sus hijas, o bien, reducir gastos para la familia cuando ellas se casen; esto sin considerar la voluntad de las niñas ni las consecuencias para su salud y proyecto de vida.

Un estudio del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) indica que entre 2008 y 2010 había 5 millones de niñas, niños y adolescentes que vivían en hogares donde el ingreso per cápita era inferior a la línea de bienestar mínimo, y sufrían tres o más carencias sociales.

Estas niñas y adolescentes vivían con carencias en educación, servicios de salud, seguridad social, vivienda de calidad, servicios o alimentación, lo que vislumbra que para las familias en pobreza el casar a sus hijas a temprana edad signifique dejar de tener la obligación de su manutención.

Es por ello que para Martín Pérez las instituciones del Estado también son responsables de estas uniones al no brindar mecanismos y herramientas suficientes para que las niñas conozcan sus derechos sexuales y reproductivos, y no se vean orilladas a tomar decisiones sin información y sin saber las consecuencias.

SIN DERECHO A DECIDIR

Para la Redim el matrimonio infantil es consecuencia de la omisión del Estado en la protección de los derechos de la niñez, de la perpetuación de una cultura machista y de la poca participación de niñas y niños en la toma de decisiones.

No obstante, acota, no se puede dejar de lado que culturalmente existen tradiciones y creencias que fundamentan la práctica de esta violación a los Derechos Humanos de las niñas.

Nashieli Ramírez, coordinadora de la organización defensora de la infancia Ririki Intervención Social, explica que hace algunos años se creía que los matrimonios forzados o precoces sólo ocurrían en África o Asia, aunque la realidad muestra que éstos también pasan en las ciudades y comunidades de México.

Aclara que el tema también es parte de la cultura, un terreno que, destaca, se debe explorar con mucho cuidado para no criminalizar formas de vidas establecidas y aceptadas socialmente, pero advierte que hay circunstancias, como la migración, que han reconfigurado las prácticas de las comunidades indígenas y la percepción de las uniones tempranas.

El sociólogo Claudio Stern, ex director del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, abunda que la pobreza, la desigualdad y la prevalencia de valores conservadores son elementos que desencadenan situaciones como el matrimonio y el embarazo prematuro, que ponen en riesgo el desarrollo de las niñas.

Según las investigaciones de Stern, las niñas de estratos más pobres pueden concebir al matrimonio como una forma de convertirse en personas dignas de respeto en una comunidad, ya que representa la oportunidad de tener una familia propia.

Mientras que en contextos de clase media alta los factores para una unión temprana son distintos, toda vez que las niñas y las adolescentes se ven obligadas a unirse en pareja porque no recibieron información en temas de salud reproductiva y relaciones de pareja, o no tuvieron acceso a métodos anticonceptivos.

Estas uniones también tienen consecuencias en la salud, educación y en los proyectos de vida de las niñas, además de consecuencias en las dinámicas de las comunidades, temas que se abordarán en el próximo reportaje de cara al 30 de abril Día del Niño.

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