El escenario
preelectoral contiene elementos inéditos, que nos previene de una
jornada con resultados y dinámicas poselectorales con componentes
novedosos.
El escenario preelectoral de descontento en muchos
sectores y territorios del país que están convocado a la violencia
contra las instituciones electorales, al boicot electoral, al voto de
repudio político, mal llamado, por el efecto jurídico, voto nulo, la
participación, por primera vez, de candidatos independientes, un INE
rebasado por la actuación ilegal de los partidos y un ejecutivo
intentando ganar votos, de manera anticonstitucional, negociando su
reforma madre, la llamada educativa; estos son algunos elementos que se
presentan por primera ocasión en un proceso electoral y en dimensiones
insoslayables.
Esperemos, aunque los riesgos existen, que la
violencia no enlute a familias ni a la jornada. Y lo que no podremos
negarnos aceptar, son las siguientes posibilidades, que pueden resultar
muy interesantes si se capitalizan en el periodo interelectoral.
Uno. La posibilidad de que por el enojo y descontento no se realicen
elecciones en algunas secciones y quizá distritos o municipios, mensaje
claro de deslegitimación del sistema político electoral, por parte de
algunos sectores.
Dos. La posibilidad de que la abstención, por
obstrucción o voluntad política propia, sea mayor a la de procesos
electorales anteriores, aunque distribuida de manera desigual, con alta
participación dónde si hay alternativas electorales.
Tres.
Incremento del voto de repudio político, desvirtuado por el discurso
oficial del voto nulo, porque partidos y gobernantes saben que entre una
alta abstención, anulación y voto por candidatos políticamente de
ruptura, eufemísticamente llamados independientes – que no lo son y sí
son de ruptura- como en su momento y guardando las proporciones, lo
fueron: Madero, Vasconcelos, Andrew Almazán, Henríquez Guzmán, el Dr.
Nava en San Luis Potosí, Adalberto Rosas en Sonora, Barrios en
Chihuahua, el Ingeniero Cárdenas en 1988 y 1997, Fox en el 2000 y López
Obrador en 1998 en Tabasco y en el 2006-2012 a nivel nacional, Alfaro en
Jalisco en el 2012 y 2015 y posiblemente en el 2018, Kumamoto en el
distrito 10 de Zapopan, Cluthier en el 4 de Sinaloa y el Bronco en Nuevo
León. Los partidos en el poder saben que el incremento de estos tres
factores; abstención, anulación, voto independiente y el voto a los
partidos pequeños, los dinamitará, porque son votos de repudio y aunque
ganen, su porcentaje de votación caerá.
Cuatro. Algún posible triunfo de candidatos independientes y partidos de reciente registro.
Quinto. Incremento de elecciones cerradas, de impugnaciones ante el Tribunal Federal Electoral y conflictos poselectorales.
La suma de todas estas posibilidades inéditas por lo novedoso o por la
magnitud, si se capitalizan, asentadas las aguas electorales, desde una
mirada de reconstrucción constitucional y con ello del sistema político
mexicano, del sistema de partidos, del sistema electoral, del sistema
educativo, del sistema de justicia, de la función pública, de la
gobernanza democrática y del modelo económico en su relación con la
desigualdad y los recursos naturales, el proceso electoral del 2015 nos
ilusiona con la posibilidad, no de lo inédito y novedoso; sino de su
potencial fundante de un nuevo ciclo para México y los mexicanos. A dos
días, nos queda emplearnos a fondo y cruzar los dedos.
Tu voto
hay que vigilarlo antes y durante el proceso electoral. El resultado de
tu voto hay que cuidarlo al convertirse en poder.
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