6/10/2015

Las elecciones mexicanas, entre statu-quo y desilusión social


Las urnas sancionan la política tradicional mexicana
Rebelión/swissinfo.ch

Uno de cada dos ciudadanos mexicanos no concurrió a votar el primer domingo de junio en las elecciones intermediarias. Y los que sí lo hicieron, expresaron en las urnas el desencanto hacia la política tradicional de ese país latinoamericano.

La renovación de toda la Cámara de Diputados, de gobernadores en nueve Estados federativos y centenares de otros cargos electivos, no ha traído “una clarificación del panorama político en México”, enfatiza a swissinfo.ch Romeo Rey, analista suizo en temas latinoamericanos.

Los partidos tradicionales mantienen su actual supremacía, pero en retroceso. En tanto el resto del “panorama partidario se presenta cada vez más fraccionado y repartido entre diversas pequeñas fuerzas que van desde la izquierda a un sector de los verdes y los humanistas, entre otros” analiza Rey quien durante treinta años, entre 1972 y 2002, se desempeñó como corresponsal latinoamericano del periódico suizo Tages Anzeiger y del alemán Frankfurter Rundschau.

Poco de nuevo

Los partidos tradicionales fueron sancionados y recularon en sus porcentajes, según el recuento parcial del 80% de los votos, un día después de cerrados los centros electorales. Las autoridades electorales anticiparon que comunicarán los resultados finales el miércoles 10 de junio. El gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI), con un 30 % del electorado, alcanzaría la mayoría simple en el Parlamento junto con su aliado el Partido Verde Ecologista, aunque retrocediendo en cuanto a sus curules actuales de diputados nacionales.

Por detrás, el Partido Acción Nacional (PAN), de derecha, se instala apenas en la barra del 20%. Y en una tercera posición el Partido Democrático Revolucionario (PRD), el gran perdedor del domingo pasado. Con apenas un 10% del apoyo de los votantes pierde en torno de 40 escaños. Su disidencia crítica encabezada por Andrés Manuel López Obrador con su Morena (Movimiento Regeneración Nacional), capitaliza los puestos arrebatados al PRD, protagoniza el principal ascenso, y cuadriplica sus votos con respecto a las votaciones anteriores aunque no logre llegar al 10% de los electores.

Pareciera que “la ciudadanía se va distanciando de la lucha política a través de las urnas”, sentencia Romeo Rey al analizar la escasa participación de menos de un 50% del electorado. “Esa abstención puede interpretarse, de una parte del electorado, como un indicativo de la desilusión hacia la política del actual Gobierno dirigido por Enrique Peña Nieto a dos años y medio del inicio de su mandato”. No se puede minimizar el impacto de la corrupción presente en distintos niveles del Estado “lo que despierta en la población sentimientos de impotencia e impaciencia crecientes” y que aumenta la distancia y la desconfianza de la ciudadanía hacia el poder.

De otra parte, señala como hipótesis el analista helvético, “podría expresar una protesta más profunda contra el sistema político mexicano”. Y recuerda que hubo algunos sectores, especialmente sindicalistas, maestros, estudiantes e intelectuales que llamaron al boicot de las elecciones del primer domingo de junio.

Descontento social

Otros factores pueden explicar el descontento político, avanza en su reflexión Rey. Uno de los ellos, “la evidente incapacidad del Estado en todos sus niveles de acorralar las organizaciones ilegales del narcotráfico que constituyen un factor de poder de primer rango en este país”.

Todos los intentos de represión de parte de las instituciones estatales, las Fuerzas Armadas incluidas, “solo han resultado en decenas de miles de muertos, es decir violencia generalizada y similar a países en estado de guerra civil, mientras que los cárteles del narcotráfico siguen actuando desenfrenadamente en grandes partes del territorio nacional”, enfatiza.

“Es la primera vez que fue necesaria una amplia presencia militar y de la marina para resguardar las casillas (centros de voto), lo que generó, paradójicamente, un clima de inseguridad y temor entre la población”, explica la cooperante suiza Hélène Blanco, que desde hace más de una década co-dirige la organización Madre Tierra México, dedicada a promover la formación de multiplicadores sociales en comunidades del sur-este mexicano y con su sede principal en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.

En al menos tres Estados del país -Chiapas, Oaxaca, Guerrero y en algunas regiones de Michoacán- se dieron serios conflictos antes y el día de las elecciones, y en más de 30 municipios no se pudieron realizar los comicios. En Chiapas, el rechazo fue expresado por el zapatismo, por los maestros/as y las organizaciones campesinas, precisa. Se trata de un país con casi 120 millones de habitantes, “entre los cuales 70 millones de gente empobrecida. Esa situación genera una gran distancia hacia la participación político-electoral tradicional”, insiste la coordinadora de Madre Tierra México. Ese rechazo no viene solo del campo o de la población indígena, como podría suponerse. “Está presente ya en las grandes ciudades donde la violencia, el narcotráfico y la corrupción generalizada son fenómenos cotidianos”. Realidad que además de descontento genera abstencionismo. Ese porcentaje tan alto de no participación electoral, un verdadero voto de castigo hacia el Gobierno, pone en cuestión la misma legitimidad de los electos y de la política gubernamental, subraya la cooperante que por algunas semanas se encuentra de visita en Suiza. ¿Dos países en uno: el de las urnas y el de la abstención?, preguntamos. “No. Un solo México con grandes contrastes, con una crisis sin resolución y con una lucha interna muy fuerte”, reflexiona en forma de conclusión Hélène Blanco. En el cual, los sectores amplios de la población golpeados por las reformas estructurales y sus crueles consecuencias económico-sociales no se sienten identificados con esta forma de hacer la política y rechazan las elecciones, subraya.

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