6/11/2015

Sí se puede salvar a la nación


   

La gran pregunta que debemos hacemos millones de mexicanos, es cómo quitar el control de las instituciones a la derecha, porque así como vamos lo único que habremos de conseguir es entregar el país a los grandes intereses trasnacionales, convertir el territorio nacional en un basurero tóxico de Estados Unidos y asegurar condiciones de esclavitud a la población mayoritaria en edad de trabajar. Es un hecho que al paso de los años refuerza su hegemonía, con el apoyo de Washington, de los poderes fácticos, de la “izquierda”  a su servicio y de la incultura política de la masa de ciudadanos de a pie. También lo es, desgraciadamente, que la vía electoral no es el camino, porque está plenamente bajo el control del sistema.
La única posibilidad es cambiar radicalmente la correlación de fuerzas del Estado, y el mejor modo de lograrlo es mediante la organización de la sociedad mayoritaria bajo liderazgos democráticos con autoridad moral. Es el camino más difícil, pero no hay otro para evitar la violencia, recurso que la derecha tiene a la mano para frenar los avances que pudieran presentarse, aprovechando la descomposición del régimen, su inagotable proclividad a la corrupción, su divorcio irreparable del pueblo. Los pasados comicios dejaron muy claro que el bipartidismo al estilo estadounidense tiene bases sólidas, pero también que la población identifica y castiga a la falsa izquierda.
El Partido Verde cumplió muy bien su cometido de hacer creer que el PAN es un partido de “oposición”, además de distraer a la ciudadanía bajo el supuesto de que es una organización que defiende la ecología. El hecho concreto es que el blanquiazul mantiene su voto corporativo, en riesgo de reducirse de no haber sido por el papel que jugó el partido del “niño verde”, a fin de posicionar al PAN como un instituto de oposición al régimen priísta. Por eso Gustavo Madero no tiene empacho en afirmar que para el 2018, “su misión fundamental” será articular a la mayoría opositora “de los que no queremos al PRI”.
La realidad es muy diferente, pues ambos partidos mantienen un firme amasiato, que quisieran conservar eternamente como así sucede en Estados Unidos con dos partidos dizque rivales, cuando no son más que primos hermanos que tienen un mismo origen y defienden intereses afines, como lo patentiza el hecho de que las políticas públicas de la Casa Blanca difieren sólo en la forma, nunca en el fondo. Así es el modelo que la plutocracia que detenta el poder real en la nación vecina, quisiera se implementara en el sistema político mexicano.
La “izquierda” mexicana, con el PRD a la cabeza, se presta perfectamente a este juego sucio de la oligarquía. De ahí que no tenga empacho en aplaudir la creación de “partidos” como Movimiento Ciudadano, el Partido del Trabajo y otros que surjan con el objetivo de dividir al pueblo, confundirlo y prestar así un invaluable servicio al bipartidismo que mantiene el control del sistema político, bajo sus reglas y componendas canallescas. Ahora el binomio pretende implantar una nueva maniobra: las candidaturas “independientes”, cuando así convenga a sus intereses. ¿Acaso alguien con un poco de inteligencia, podría asegurar que Jaime Rodríguez Calderón, alias “El Bronco”, no tiene nexos con la oligarquía de Nuevo León?
Como las alianzas con la “izquierda” ya no tendrán futuro, tanto por el descrédito de los partidos como por la desconfianza de la gente al binomio PRI-PAN, se dará impulso a las candidaturas “independientes”, método que tampoco tendrá posibilidades de larga vida porque muy pronto se evidenciaría su dependencia plena a intereses creados de origen oligárquico. De ahí el rol histórico que jugará el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), como la única organización con autoridad moral y capacidad para enfrentar al binomio reaccionario.
No hay otro camino que la organización de las masas de trabajadores de la ciudad y del campo, con reglas que obedezcan al interés supremo de restarle poder a la derecha, a pesar de todos sus recursos. Sí se puede, porque son mayoría las clases sociales que no tienen nada que perder en una lucha social en la que esté en juego no sólo el futuro de la nación, sino el de nuestros hijos y nietos, quienes podrían acabar como esclavos de seguir bajo las reglas que nos impone la oligarquía, a su vez socia minoritaria de los grandes intereses trasnacionales.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario