Buena parte de los problemas en la calidad de la democracia están en el sistema electoral.
lasillarota.com.
La
alianza PRI/PV/PNA con más la mitad de la Cámara de Diputados, un
candidato independiente en línea de ser el primer Gobernador con tal
origen, el abstencionismo y los votos nulos en sus márgenes históricos,
el Humanista probablemente perderá el registro. La mayoría en la
alianza posibilita un poder de decisión mediado por compromisos de por
medio. Detrás de los resultados existen comportamientos: al Verde le ha
redituado un comportamiento contumaz en la violación de la ley
propiciado por respuestas institucionales insuficientes para garantizar
el cumplimiento de la ley; el carisma en la elección de gobernador de
Nuevo León y en el porcentaje de votación de Morena, es un factor
ineludible para explicarlos.
Sin embargo, detrás de los resultados persiste la pregunta sobre el
desempeño de nuestra democracia. El triunfo de un candidato
independiente cuestiona severamente a los partidos como alternativas y
maquinarias electorales, pero plantea la interrogante acerca de la
capacidad y aptitudes para hacer buen gobierno. El manejo de la
administración pública estatal pero un Congreso dominado por los
partidos lleva a imaginar escenarios de coalición o de enfrentamiento.
Más allá del carisma del nuevo gobernador se pondrá a prueba sus
capacidades de operación política, sea para lograr acuerdos o para
poner en juego sus instrumentos de control.
La presencia de candidatos independientes es apenas incipiente para
pensar en la generación de nuevas alternativas políticas pero ha
mostrado indicios de nuevas expresiones: Kumamoto en Jalisco, por
ejemplo.
El proceso electoral ha acentuado, sin duda, la ausencia del debate
político para la construcción de Estado, de buenas instituciones. El
debate más profundo se dio entre anulistas y partidarios del voto de
castigo. Pero el debate entre candidatos o entre partidos sobre sus
propuestas de política fue pobre. La confrontación se condujo hacia las
acusaciones recíprocas sobre el rebase de topes de campaña o los spots
que dañaban la “honorabilidad” de los candidatos. La actividad de los
candidatos y de los partidos se ha centrado más en las estrategias para
ganar elecciones que para hacer gobiernos.
Es en este último terreno donde se encuentra la pertinencia para
insistir en el centro del debate destacado por el anulismo y criticado
por los partidarios del voto de castigo. Lo común en ambas posiciones,
más allá de la diferencia en la forma de expresión del voto, radica en
las limitaciones que presenta ya el sistema electoral. En ambas
posiciones hay inconformidad aunque distinta forma de expresión: para
los partidarios del voto de castigo se trata de criticar, pero votar
por alguien sea el menor peor u otro para contrapesar el poder; para
los anulistas, la cuestión no es inmediata, el voto de castigo también
es un premio y hay que ir más a fondo.
Y en la cuestión de fondo se trata de la ruta para obtener de la
democracia buenos gobiernos, buenas instituciones. El propósito lleva
a revisar la ingeniería de los cauces en los que se da la competencia
y que también condiciona la forma en que se da tal competencia. Por
ejemplo, la forma en que se ha configurado el “modelo de comunicación
política”, y no se trata solamente de las reglas sino de la forma en
que se han interpretado sea por el INE o por el Tribunal electoral. Si
bien el modelo de spots mata el debate político, la interpretación de
los órganos electorales sobre aquello que afecta el “honor” impide un
intercambio más robusto en los mensajes. La interpretación sobre la
“equidad” en la contienda ha inhibido los debates entre los candidatos
de tal manera que se permita contrastar con mayor profundidad sus
equipamientos políticos y sus capacidades. El actual modelo de
comunicación política demanda más jingles y photoshop.
Buena parte de los problemas en la calidad de la democracia están en
el sistema electoral, en un diseño de muchos privilegios y pocas
responsabilidades para los actores políticos. El ejemplo paradigmático
en el pasado proceso electoral es el del Partido Verde. Ha demostrado
una extraordinaria eficacia para jugar con las reglas y una magistral
capacidad de elusión. Pero aun en el caso de que se hicieran efectivas
las sanciones, los beneficios de la conducta irregular son mayores,
pero además, son sanciones absorbidas por recursos de los
contribuyentes y créditos bancarios que contratados por el Partido
también son pagados por recursos públicos.
El poco efecto que tiene el voto nulo, más que ser un problema de
una forma válida de ejercicio de un derecho es también un problema del
sistema: vuelve irrelevante decisiones ciudadanas.
Otra de las vías de modificación del sistema tiene que ir en la
dirección de que las decisiones ciudadanas, entre ellas la de anular el
voto, tengan la fuerza y relevancia que debe tener en una democracia.
Examinar la relación que debe tener el voto nulo o la votación efectiva
con el financiamiento a los partidos es otra de las vías.
El mejoramiento de la democracia como el valioso terreno en el que
definimos nuestro gobierno tiene aún pendientes. Las inmunidades del
poder perjudican.
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