Lorenzo Córdova durante la sesión en el INE. Foto: Octavio Gómez |
MÉXICO, D.F. (apro).- Si la elección de este domingo se ve
como un referendo a Enrique Peña Nieto, el examen a la mitad de su
sexenio, entonces los mexicanos avalan la corrupción e ineptitud de él y
su gobierno. Peor aún: Le dan manga ancha para –con su muy probable
mayoría en la Cámara de Diputados– haga lo que le dé la gana hasta 2018.
Peña se levanta como triunfador en un entorno sombrío: La economía
estancada –1.4 del PIB en 2013, 2.1 en 2014 y 2.66 este año–, la
violencia criminal a la alza –que acumula ya más 40 mil muertos y 21
asesinatos políticos sólo en el proceso electoral– y un deterioro en la
calidad de vida que nadie niega.
Nadie puede negar tampoco que los resultados del PRI y sus satélites
de Nueva Alianza (Panal) y del Verde Ecologista de México (PVEM)
obedecen a una estrategia de sistemática violación a la Constitución y
las leyes que, al quedar en la impunidad, perfila lo que volverá a
ensayarse en las 15 elecciones para gobernador de 2016 y en la
presidencial dentro de tres años.
Todo el proceso electoral, desde octubre hasta la jornada electoral
mismo domingo, fue cruzado por la inmunda estrategia del PVEM que se
burló de los mexicanos. Las multas que se le aplicaron –más de 600
millones de pesos– poco le importaron y sólo ratificaron su carácter
delincuencial.
Esta conducta contó, como ocurrió en 2012, con una red de
complicidades que incluye a todas las autoridades y, de manera
prominente, a las cadenas de televisión que tienen en el Verde a los
defensores y promotores de sus multimillonarios intereses. Por eso
millones de mexicanos no se enteran de tamaña infamia.
Pero la elección de este domingo 7 deja ver, también, las debilidades
del dinosaurio y, naturalmente, las de sus opositores que, pese a todo,
obtuvieron tajadas del pastel que proyectaban: El PAN es segunda
fuerza, PRD tercera y Morena cuarta.
Aunque el PRI recupera Guerrero y Sonora –clave éste para las
ambiciones de Manlio Fabio Beltrones–, pierde estados estratégicos:
Nuevo León, la capital industrial de México; Jalisco, también de enorme
poder productivo, y se mantiene al margen en el Distrito Federal, la
capital de la República.
Nuevo León es relevante porque, por primera vez en la historia, se
impone un candidato independiente, que rompe el bipartidismo y humilla
sobre todo al PAN, que hace apenas unos meses lo daba por ganado. El
Bronco es una incógnita, pero esa candidatura independiente tendrá
efectos en el sistema de partidos de una magnitud no calibrada aún.
Entre paréntesis, esta elección pone en ridículo otra vez a empresas
encuestadoras acostumbradas a falsificar resultados. GEA-ISA, propiedad
de Jesús Reyes-Heroles –consejero de OHL–, es una de las principales.
Sin ser una magnitud análoga, pero semejante es la victoria en
Guadalajara de Enrique Alfaro, que en 2012 le rompió el espinazo al PAN,
del que se nutre, y ya lo hizo también en esta elección en el área
metropolitana con el PRI. Este político rompe también el bipartidismo en
la capital de Jalisco y es, desde ya, prospecto para la gubernatura.
En el Distrito Federal, el PRI sigue tan marginal como en 1997 y la
disputa por el poder es entre las expresiones de izquierda con el PAN
atrincherado en su único bastión, la delegación Benito Juárez y muy
probablemente Miguel Hidalgo. Los capitalinos ratificaron su desprecio
al PRI.
Pese a que si acaso conservará los 114 diputados federales que
actualmente tiene –quizá dos más– y pierde Sonora, en el PAN se
consolida la facción de Gustavo Madero, aun ante el gobernador Rafael
Moreno Valle, pero sobre todo ante Felipe Calderón, derrotado
contundentemente en Michoacán junto con su hermana.
El PAN tiene, ya, en Madero a un claro precandidato presidencial, que
tendrá como plataforma la estructura partidaria, la coordinación en la
Cámara de Diputados y la interlocución con el gobierno y los partidos
del Pacto por México.
El PRD puede decir que no fue avasallado por Morena y este nuevo
partido logró la conquista no sólo de su registro, sino de un porcentaje
de dos dígitos, que en realidad es poco para las condiciones de saqueo y
desastre que hay en el país.
Iztapalapa, el mayor granero de votos en la Ciudad de México y del
país, se le negó a Morena y puede ser leído como una derrota para Andrés
Manuel López Obrador.
Las tendencias electorales, hasta la medianoche, iban en el sentido
de que ninguno de los partidos perderían su registro. Más aún, Encuentro
Social –cercano al aspirante presidencial Miguel Ángel Osorio Chong—
obtendría una bancada de entre 8 y 19 diputados.
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
No hay comentarios.:
Publicar un comentario