En relación con el cambio al Plan de Estudios en la Facultad de Economía de la UNAM
Proyecto EduKtodos/Facultad de Economía
“Cuando
su majestad la reina Isabel II preguntó a los investigadores de la
London School of Economics en noviembre de 2008 cómo podía ser que no
hubieran previsto la llegada de la actual crisis (una pregunta que
estaba seguramente en el ánimo de todos pero que sólo un monarca feudal
podía plantear con tanta sencillez, esperando una respuesta
inteligible), los economistas guardaron silencio.
Unidos bajo la égida de la academia británica, sólo pudieron confesar
en una carta colectiva a su majestad –tras seis meses de estudio,
reflexiones y largas consultas con los principales dirigentes
políticos- que de alguna forma habían perdido de vista lo que llamaban
'los riesgos sistémicos' y qué, como todos los demás, se habían
extraviado en una 'política de denegación'. Pero ¿qué es lo que estaban
denegando?”
(Harvey: 2010: 5, las “negritas” son nuestras)
¿Era
tan difícil predecir la llegada de la crisis? ¿Por qué guardaron
silencio? ¿Por qué no asumir responsabilidades? ¿Perdieron la capacidad
analítica crítica? ¿Con qué fundamentos teóricos se formaron estos
economistas? ¿Es la situación de los economistas británicos extensiva
al resto de los economistas? ¿Para quién, para qué y por qué hacemos
economía? ¿De qué instrumental teórico-metodológico disponemos para
analizar la realidad económica? ¿Contrastamos dicho instrumental con la
realidad o sólo replicamos los dogmas y mitos que nos enseñan en
economía?
Muchos de los economistas formados en teoría
convencional ortodoxa se mostraron incapacitados para predecir la
crisis y… ¡qué podríamos decir sobre su respuesta para “solucionarla”!
Sólo nos están arrastrando a la segunda gran depresión.
Su
incapacidad los ha llevado a cometer graves disparates. Previo al
estallamiento de la crisis económica de 2007, el economista en jefe de
la OCDE afirmaba:
"… En muchos sentidos, la situación
económica es la mejor experimentada en años (…). Nuestros pronósticos
siguen siendo, en efecto, harto benignos: un suave aterrizaje en los
EEUU, una recuperación robusta y sostenida en Europa (…) En línea con
las tendencias recientes, el crecimiento sostenido en las economías de
la OCDE se cimentará en una enérgica creación de puestos de trabajo y
en una caída del desempleo." (Keen: 2011: 1)
En nuestro país, economistas formados con esos mismos fundamentos teóricos como Agustín Carstens afirmaban en 2007:
“Antes,
cuando la economía de Estados Unidos se desaceleraba, la de México
también. Ahora pasa lo contrario, cuando Estados Unidos tiene neumonía
México sólo tiene catarrito” (sic) (El Universal: 2009).
Otro tecnócrata formado en el ITAM y el MIT (Massachusetts Institute of Technology) Luis Videgaray aseguraba en 2014:
“México está creciendo más que muchas de las economías importantes, no estamos en una situación de emergencia o de crisis” (Aristegui: 2014, las “negritas” son nuestras).
Sin embargo, los datos dados a conocer por INEGI muestran que el
promedio de crecimiento de 2014 fue inferior al promedio de crecimiento
de los últimos 30 años y lo ubica en un mediocre 2.1%, y en 2013 apenas
se alcanzó el 1.1%. ¿Dónde está el 6% anual prometido durante la
campaña de Peña Nieto? Según el paquete económico entregado por
Videgaray, para el año en curso alcanzaremos un 3.7%, pronostico
insostenible a partir de la caída de los precios del petróleo, el
recorte al gasto público, la caída de la inversión, la destrucción de
empleos, etcétera. A esto podríamos agregar una larga descripción de
los indicadores económico-sociales que muestran la gravedad de la
crisis en la que nos encontramos.
Los dogmas o mitos sobre los
cuales se basan estos personajes para hacer economía, merecen una
amplia discusión, pues resulta indispensable hacer cuestionamientos
críticos sobre lo que se sigue enseñando en las aulas universitarias
como ciencia económica: el equilibrio, el libre mercado, la
competencia, la racionalidad de los mercados, los precios dados, la
maximización, información perfecta, libre movilidad de factores,
desempleo voluntario, escasez, necesidades humanas infinitas, los
mercados autorregulados, el Estado que distorsiona la economía, entre
otros.
Todo esto se enseña con un desarrollo matemático y
gráfico que describen modelos económicos que poco o nada tienen que ver
con la realidad, pero que sirven para cubrir las decisiones de política
económica con un halo de “cientificidad, neutralidad y objetividad” que
contrastan con sus graves efectos sociales y medioambientales. Se dice
que si tiene matemáticas y puede modelizarse haciendo abstracción de la
realidad, es científico, es ciencia, es economía, lo demás es política
y que nada tiene que ver con nuestra disciplina. Pero es la política
económica basada en estos razonamientos lo que nos ha llevado a una
crisis económica, social y ambiental devastadora y de la cual será
imposible salir de continuar con estas políticas y este conocimiento.
En otras palabras, para salir de la crisis se requiere modificar la
política económica y el eje de la enseñanza no puede seguir siendo el
mismo, pues sólo ha garantizado y justificado pobreza, desigualdad y
devastación.
Hay una diferencia abismal entre la realidad
económica y el mundo imaginario que pretenden difundir estos
economistas, ¿será por incapacidad o conveniencia? Es claro que no les
interesa describir y transformar la realidad económica, la ocultan
detrás de sus postulados teóricos y se niegan a contrastarlos con lo
que vive el conjunto de la población, continúan aferrados aplicando
políticas económicas neoliberales que producen una gran devastación
social, dependencia y subordinación, son en algún sentido, economistas
zombies predicando postulados, dogmas, ideas de un capitalismo zombie,
una economía muerta que vive de las deudas, del capital financiero, del
militarismo y la economía criminal (tráfico de drogas, lavado de
dinero, tráfico de armas, prostitución, etcétera).
Dice Paul
Krugman que el expresidente de la Reserva Federal Alan Greenspan cree
que no es responsable de las cosas negativas que ocurrieron mientras él
estuvo al mando y que, la respuesta a esos problemas generados con la
crisis es que el Estado intervenga cada vez menos. También se ha
descrito sarcásticamente a Greenspan al decir que tiene: “récord en equivocarse en todo y no aprender nada de ello”. En Argentina en la década de los noventa, durante la crisis más profunda el presidente Menen acuño la frase: “Estamos mal, pero vamos bien”.
Son más tercos que una mula, ¿no se dan cuenta de la enorme depresión
económica que han generado y que siguen alimentando sin el menor
recato? ¿O acaso será que nos arrastran a la depresión por algún tipo
de beneficio propio? Es el comportamiento zombie, la práctica de
alimentarse de los vivos, de vivir como parásitos, de alimentarse del
trabajador, del saqueo y la destrucción del medioambiente en beneficio
de sus ganancias, eso es lo que los mueve.
No atinan a sus
pronósticos, ni a sus políticas económicas para crear lo que a ellos
les importa, el crecimiento del PIB y las ganancias, pero se aferran a
declarar sobre el futuro maravilloso que nos espera de continuar con
las reformas estructurales, con los recortes presupuestales, el ajuste
al gasto del gobierno, las bondades de las privatizaciones de las
empresas estatales, etc. Y sería inocente de nuestra parte considerar
que, ante su comportamiento sistemático, el responsable sólo sea su
dogmatismo neoclásico y/o su ideología neoliberal. Las razones de dicho
comportamiento deben ser exploradas en los beneficios económicos que
esto les puede reportar, después de todo, son ellos los impulsores de
una cultura individualista que adora el éxito económico y el
enriquecimiento individual por sobre cualquier otra cosa.
Micah Uetricht explora los beneficios personales que obtuvieron un
conjunto de economistas que promovieron la desregulación financiera en
Estados Unidos: “en las editoriales y apariciones públicas, los
economistas académicos no suelen revelar sus inversiones en, o
contratos con, instituciones financieras privadas, que podrían influir
en sus recomendaciones políticas (…) los economistas no vieron venir el
colapso porqué muchos de ellos se estaban beneficiando de las políticas
que llevaron al desastre, los economistas, como muchos otros, tenían
incentivos perversos para no reconocer la crisis”. (Sin Permiso: 2011)
De los 19 economistas investigados, 13 tenían intereses o contratos con
instituciones financieras, cuyas inversiones podían aumentar de valor
siempre y cuando las sugerencias de los economistas se convirtieran en
política.
Qué podemos decir de México si el enriquecimiento
personal de los economistas se expone públicamente sin ninguna
vergüenza. ¿Acaso Videgaray, Aspe, Salinas de Gortari, Gurria, Gil Díaz
y muchos otros no se han enriquecido escandalosamente con las políticas
públicas implementadas durante el neoliberalismo? Basta con recordar la
casa de Malinalco en el Estado de México “adquirida” por Videgaray a
Juan Armando Hinojosa propietario de grupo Higa por la módica cantidad
de 7.5 millones de pesos, ni que decir de la casa blanca de “la
Gaviota”. ¿Serán las únicas propiedades qué posean? ¿Acaso no tendrán
otros activos en empresas, en la bolsa, en bancos y en el sector
financiero en México y otros países? ¿Se opondrán a una política
económica, un régimen político o a una doctrina económica que los
enriquece a manos llenas?
En el texto de Jeff Faux, Guerra global de clases,
el autor (ex asesor de Clinton) hace referencia a la importancia del
TLCAN como instrumento de dominación y enriquecimiento de EEUU sobre
Canadá y México. Su análisis incluye la lucha de clases, al considerar
que las élites empresariales impusieron su voluntad sobre el conjunto
de trabajadores y pueblo en general de los tres países. En torno a la
semilla del libro comenta que se planteó en una charla con una
cabildera empresarial:
“‘¿No entiendes?’ dijo finalmente,
‘Nosotros tenemos que ayudar a Salinas. Él estudió en Harvard. Es uno
de los nuestros’. […] ‘Salinas’ era Carlos Salinas de Gortari, entonces
presidente de México.” (Faux: 2008: 51).
Saxe Fernández en La Compra venta de México,
también relata la visión que se tiene de los personajes que han
egresado de estas instituciones, sobre el mismo Salinas y uno de sus
principales asesores económicos se comenta:
“Después de
una conferencia de José Córdoba sobre el programa de privatizaciones y
la Ley de Inversiones Extranjeras salinista, dictada en 1993 desde un
auditorio del Departamento de Estado de Washington, un entusiasta
empresario de Estado Unidos exclamó a una periodista mexicana que ‘el
gobierno de Salinas es lo mejor que nos ha sucedido desde que López de
Santa Anna nos entregó más de la mitad del territorio’. Que pocos años
después un legislador californiano se haya expresado de manera casi
idéntica respecto a Vicente Fox sólo ilustra de manera prístina la
línea de continuidad entre estos gobiernos, al menos en lo que se
refiere a su endoso a los lineamientos del ‘destino manifiesto’. (Saxe Fernández: 2002: 106, las “negritas” nuestras)
La promoción de las políticas neoliberales les permite eso y mucho más, se escudan detrás de postulados “teórico académicos”
pero la realidad los desnuda y deja al descubierto su cinismo y
corrupción sin límites. No tienen ética, no tienen moral, pues se han
formado en una escuela del pensamiento económico que santifica al
individuo y pone en el centro del funcionamiento las ganancias. La
lista de economistas que se enriquecen a costa del pueblo y entregan
los activos y recursos nacionales poniéndose al servicio de los
intereses de EEUU y de sus empresas, debería ser motivo de vergüenza y
repudio nacional, pero poca gente sabe cómo operan y menos aún
entienden cómo nos miran desde los EEUU. La corrupción y
enriquecimiento de economistas, políticos y funcionarios se extiende a
lo largo y ancho del país y son los ejes sobre los cuales se está
forjando el México del siglo XXI.
¿Podríamos pensar que en la
UNAM y en nuestra Facultad las cosas son distintas? ¿Por qué tendríamos
que continuar enseñando y aprendiendo una teoría que muestra su
incapacidad para entender la realidad y que además sirve de fundamento
para el saqueo, el robo, la explotación, el enriquecimiento, la
corrupción, la devastación ambiental y muchos otros males de la
sociedad?
¿Qué economistas para qué proyecto de nación?
- Sobre la dependencia, subordinación y “americanización” de los economistas.
"México
es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con
controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la
idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya
que eso conduciría otra vez a la guerra. La solución necesita de más
tiempo: debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos
las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos
en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto del
liderazgo de Estados Unidos. México necesitará
administradores competentes y con el tiempo, esos jóvenes llegarán a
ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la misma
Presidencia. Y sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o
dispare un tiro, harán lo que queramos, y lo harán mejor y más
radicalmente que lo que nosotros mismos podríamos haberlo hecho”.
(Carta enviada por Robert Lansing (Exsecretario de Estado) al
Presidente Woodrow Wilson en 1924; Cockcroft: 2010: 77, las “negritas”
nuestras)
Las relaciones económicas son relaciones de
poder, no puede ocultarse la asimetría económica entre Estados Unidos y
México, mucho menos puede desestimarse el proyecto histórico de
dominación, subordinación e integración que se ha desplegado desde
Estados Unidos en nuestro país, con la complacencia de la oligarquía
local y los políticos corruptos (desde Santa Anna hasta Peña Nieto).
Dicho proyecto ha incorporado aspectos económicos, políticos, militares
y sociales, pero ha resultado fundamental el aspecto cultural.
Imponer teorías, modelos, paradigmas, esquemas, conceptos, formas,
ideas, palabras, idiomas, razonamientos, interpretaciones, valores,
principios, patrones, lenguajes, conductas, etcétera resulta
indispensable para que la marcha de dominación no se interrumpa. Las
universidades como centros creadores (aunque no los únicos) de
conocimiento y por su enorme significado social son un campo
estratégico de disputa entre el proyecto de dominación imperial
norteamericano y el pacto social nacional emanado de la revolución
mexicana. La dominación ideológica es parte crucial del sometimiento y
es donde han avanzado más en las últimas décadas de manera silenciosa.
Cien años después de la recomendación de Lansing, la pequeña élite
gobernante, especialmente el brazo economista, asiste a las
universidades estadounidenses para abrevar del proyecto americano e
implementarlo en perjuicio de nuestra nación, desmantelado la economía
y poniéndola al servicio del capital norteamericano mientras lucran con
esa mediación. Muchos de estos economistas, por ejemplo, han sido
férreos promotores de la privatización de empresas estatales,
infraestructura y recursos estratégicos. Sólo por mencionar a algunos
de ellos, vinculados en la entrega del petróleo mexicano: Jesús Reyes
Heroles (ITAM-MIT), Pedro Aspe (ITAM-MIT), Emilio Lozoya (Actual
director de Pemex) (ITAM-Harvard), Georgina Kessel (ITAM-Columbia),
Luis Videgaray (ITAM-MIT). A estos hay que agregar una lista de
economistas que han participado en la implementación del neoliberalismo
y se han enriquecido gracias a ello, como es el caso de Salinas
(UNAM-Harvard) y José Ángel Gurria (UNAM-Harvard).
¿Qué influencia tuvo la recomendación de Lansing? Es obligado reflexionar, en primer lugar,
sobre la estructuración del sistema educativo mexicano, pues ha sido
diseñado para generar múltiples filtros económicos que permitan que los
representantes de una clase social logren acceder a las universidades
privadas de élite y de ahí a las universidades extranjeras (con becas
provenientes de recursos públicos), para que posteriormente regresen a
ocupar los puestos claves de gobierno y a su vez mantenerse como clase
dominante. En segundo lugar, los filtros de la evaluación
educativa, que dejan fuera a los más pobres de las universidades
públicas (reproduciendo el círculo vicioso de la pobreza, menos
educación, peor empleo, menor salario, mayor pobreza). En tercer lugar,
el papel de las universidades nacionales, en formar cuadros medios que
puedan operar y administrar las transformaciones neoliberales que desde
la clase dominante se impulsan, para ello se requiere de profesionistas
y en particular economistas que puedan replicar el discurso económico
dominante, sin cuestionar las consecuencias de dicho modelo. En cuarto lugar,
tiene que ver con la determinación de los planes y programas de estudio
al interior de las universidades, en especial los de economía, pues
deben estar en sintonía perfecta con lo enseñado en esas universidades
de “primer mundo”.
“En 1992 la revista Business Week señalo
que las reformas de libre mercado en Latinoamérica eran implementadas
por “[…] una nueva generación de líderes, muchos de los cuales
estudiaron en los Estados Unidos de América. Se ha perfilado una red
continental de profesionales egresados de las universidades de Harvard,
Chicago y Stanford, quienes dirigen empresas privadas y ministerios de
gobierno diseminando una nueva forma de pensar el mercado.” (Babb:
2005: 156)
La autora de Proyecto: México. Los economistas del nacionalismo al neoliberalismo, Sarah Babb comenta el ascenso de los “money doctors” en la economía mexicana y su tendencia a la “americanización”
en la formación profesional. Esto sirve para la implementación de la
reproducción de modelos foráneos y se hace sobre el supuesto de que,
quienes lo implementan tienen mejor formación y calificación que el
resto; sin embargo, esa es una hipótesis de los medios y los círculos
académicos que contrasta con la brutal realidad económica. Las
incapacidades de estos economistas americanizados se muestran
durante los periodos de crisis tan agudas como las que hemos tenido en
las últimas décadas, ya que no sólo no logran reactivar el crecimiento
económico, sino que profundizan aún más la crisis y el bajo
crecimiento, empobreciendo a millones de mexicanos, dejando sin empleo
a porciones más grandes de trabajadores, degradando aún más los
servicios públicos debido al recorte al gasto social y privatizando los
recursos naturales y empresas públicas.
¿Pero a qué se refiere la autora con “americanización”?
En términos generales se refiere al proceso de formación académica en
EUA por parte de un sector social y a la asimilación de los planes y
programas de estudio importados desde aquel país. El caso más evidente
es el del ITAM, institución privada que ha importado contenidos, planes
y programas de estudio (principalmente de Chicago) y docentes, con ello
se han convertido en una especie de escuela preparatoria para los
estudios de posgrado en EUA. El vínculo entre estos y la escuela de
Chicago (donde destaca Friedman) se hizo evidente en la década de los
setenta y ochenta, justo cuando sus postulados teórico-académicos se
implementaban a sangre y fuego en América Latina, y en donde el golpe
de Estado de Pinochet en Chile (1973) abría la puerta para la violencia
y el terror económico neoliberal.
Frente al “éxito académico”
del ITAM, otras instituciones de carácter privado empresarial
comenzaron a replicar el modelo, tal es el caso del Anáhuac, ITESM e
Iberoamericana, entre otras, mientras que del lado de las públicas, el
Colmex y el CIDE hacían lo propio. De modo que sus programas incluían
contenidos desarrollados en función de lo que se enseñaría en los
posgrados de EUA, además que su planta docente incorporaba profesores
formados en aquel país. La participación estatal en esta transformación
académica fue fundamental, sin las becas del CONACYT, el proceso habría
sido imposible, según afirma, un antiguo profesor de Chicago; Harberger
lo describe como: “el arma secreta sin la que nunca se hubiera logrado gran parte de la transformación económica de México”,
refiriéndose al papel de CONACYT en la formación de estos economistas.
(Babb: 2005: 162). Es decir, recursos públicos para la formación de
economistas en Estados Unidos que apliquen un modelo económico que
empobrece a la población, aumenta los niveles de explotación de los
trabajadores, les arrebata sus derechos, entrega las empresas públicas
en bandeja de plata a las transnacionales y subordina aún más a nuestro
país a las necesidades de la economía norteamericana.
En la
UNAM y en la Facultad de Economía podemos encontrar autoridades y
profesores que han intentado replicar el proceso antes descrito, en
aras –supuestamente- de posicionar de mejor manera a la facultad en los
debates actuales y permitir que los egresados puedan acceder al mercado
de trabajo (cuestiones que discutiremos en otros números). En México el
mayor número de desempleados son aquellos que cuentan con formación
profesional, en otras palabras, la estructura económica configurada a
partir de las políticas neoliberales no emplea profesionistas, por lo
que la modificación del plan de estudios con una orientación “americanizada”
no resolverá el problema estructural de desempleo. Pero también, hay
una omisión deliberada de las autoridades acerca de este proceso, y es
la subordinación académica-cultural y económica de la que seríamos
producto, una mayor dependencia a recursos externos que pasaría por la
depuración de todo contenido crítico y alternativo en nuestra formación
y praxis académica. En este contexto, resulta indispensable rescatar a
uno los fundadores de nuestra formación, Silva Herzog que advertía
contra la fácil aplicación de teorías ajenas a las complejas realidades
locales:
“No se debe aplicar servilmente la teoría elaborada en los grandes centros del capitalismo [a países menos desarrollados]”, escribió. “Toda
adaptación teórica debe hacerse después de un cuidadoso trabajo
analítico, con los pies bien hundidos en la propia tierra y con clara
visión de las necesidades primarias y las legítimas aspiraciones del
pueblo”.
Estamos en presencia de un proyecto de dominación,
pues lo económico, político, social y militar debe estar cohesionado
con una colonización intelectual, cultural e ideológica.
Paradójicamente la importancia de los economistas se acrecentó en las
décadas del neoliberalismo, dice Atilio Borón:
“A los
administradores imperiales no les quita el sueño si en filosofía
política alguien enseña el liberalismo, el comunitarismo o el marxismo;
eso es un tema que a ellos poco les importa. Pero en la
economía todos, absolutamente todos, tienen que estar alineados con la
economía neoclásica, con el neoliberalismo, con el consenso de
Washington; ahí no hay disenso posible. Por eso, la
colonización de las universidades es un tema realmente central, y
explica porqué estas no son demasiado generosas u hospitalarias con
quienes tienen una vocación por expresar un pensamiento contestatario,
radical, crítico de esta sociedad” (Borón: 2010, las “negritas” nuestras)
En la Facultad de Economía intenta suprimirse el contenido crítico del
egresado, desde hace varios años intentan imponer el pensamiento único
de la teoría neoclásica y la ideología neoliberal, esto no es producto
de una capacidad superior para interpretar y solucionar los problemas
económicos, pues como hemos mencionado ya los economistas formados bajo
esta teoría no aciertan en sus análisis, por el contrario, contribuyen
a profundizar la crisis. Y esto es producto de la limitada y deficiente
formación académica que se basa en el desarrollo de competencias, la
superespecialización de la formación, la parcialización del análisis y
la fragmentación de la realidad social en el mejor de los casos, en el
peor de ellos, esto es producto de sus intereses de clase o su
enriquecimiento personal. Por otro lado, pretenden acabar con el
pensamiento crítico, reducirlo al mínimo en el peor de los casos,
acabar con el marxismo y evitar que otros autores y contenidos críticos
lleguen a colarse en la formación, pues esto ayudaría a formar
economistas que entraran en contradicción con el régimen establecido e
hicieran propuestas alternativas al salvaje capitalismo que vivimos.
- Sobre el economista en el México del siglo XXI
“Nuestros
estudiantes deben conocer los dos paradigmas de la cientificidad
fundamentales que forman la doble racionalidad y desarrollo dual de la
ciencia económica. La teoría económica por una parte, y la crítica de
la economía política, por otra.” (…) “dos discursos
fundamentados en dos matrices de racionalidad diferentes: en la teoría
económica a partir de los clásicos, los neoclásicos, keynesianos,
poskeynesianos, monetaristas y en la crítica de la economía política, a
partir de la obra de Carlos Marx y el desenvolvimiento de los discursos
que parten del paradigma marxista” (Balboa, 2004, 107, las “negritas”
son nuestras)
Algunos estudiantes y profesores de economía
consideran que el aprendizaje de la teoría económica les garantizará el
éxito académico y profesional, pero es necesario que reflexionemos
sobre la estructura económica dejada por el neoliberalismo, pues la
escasa generación de empleos para profesionistas y en particular para
economistas, es resultado de un modelo económico que desmantela la
economía nacional, privatiza empresas, infraestructura y recursos
naturales; en síntesis, destruye empleos formales y altamente
capacitados mientras genera algunos otros temporales, sin prestaciones,
mal remunerados y que demandan escasa formación académica, todo en
respuesta a la demanda de una estructura económica que transita hacia
la desindustrialización, la reprimarización productiva y la simple
maquila.
Por si fuera poco, se culpa a la Critica de la
Economía Política, pues desde su perspectiva no tiene aplicación en la
actualidad, pero lo cierto es que el marxismo y su legado teórico
(dejado por autores como Engels, Lenin, Luxemburgo, Gramsci, Trotsky,
Bujarin, sólo por mencionar a algunos clásicos, pero si consideramos a
algunos latinoamericanos como: Camilo Torres, Mariátegui, Simón
Rodríguez, Ernesto “Che” Guevara, Fidel Castro, entre otros, o más
recientemente intelectuales como Baran, Sweezy, Bellamy Foster,
Mattick, Hobsbawm, Lefebvre, Althusser, Lucáks, Enrique Dussel, Bolívar
Echeverría, Jorge Veraza, Atilio Borón, Claudio Katz, Jorge Beinstein)
han significado una revolución al pensamiento económico, político,
social y cultural. La producción marxista ha sido una revolución
permanente que ha dotado de muchos elementos para entender la
actualidad, tal es el caso de la teoría valor trabajo, la teoría de la
plusvalía, la ley general de acumulación capitalista, la ley de la
tendencia descendente de la tasa de ganancia, el análisis de la lucha
de clases, la teoría de los monopolios, la teoría del imperialismo, la
teoría de la dependencia y la acumulación por desposesión, sólo por
mencionar algunas. Lo cierto es que desde el sistema capitalista y
desde los centros imperiales se intenta acabar con la producción,
reproducción y difusión de este conocimiento, pues su extensión y
profundización permiten generar alternativas emancipadoras al decadente
capitalismo imperial, tal como podemos observar en América Latina.
Conocer y estudiar los dos pilares teóricos de la ciencia económica,
abre puertas del conocimiento que el resto de economistas formados en
un sólo paradigma científico no poseen, de ahí los disparates y
aberraciones económicas de los economistas ortodoxos
neoclásicos-neoliberales, su comportamiento individualista que se
enriquece a costa del pueblo, etc. Pero permite además disponer de
elementos teóricos para poder formular alternativas, propuestas y
transformaciones radicales a un capitalismo que no cumple económica y
socialmente con los mínimos indispensables para continuar con su
reproducción y que pretende arrastrar al conjunto de la humanidad a su
propia decadencia.
Hablamos de que la transformación social,
para transitar hacia una mejor sociedad y superar al capitalismo, es
decir, el socialismo también pasa por la construcción y formulación
teórica, lo que significa que, como toda ciencia, debe ser enseñada,
estudiada e interpretada para comprender los procesos en curso (Cuba,
Venezuela, Bolivia, Ecuador, etcétera). Esta alternativa pretende
cerrarse, y se aferran a imponer el pensamiento único del capitalismo
neoliberal, dejando fuera incluso a la corriente neokeynesiana que
aporta importantes elementos para reanimar los mejores años del
capitalismo, pero que es desde nuestra perspectiva dar respiración de
boca a boca a un cadáver putrefacto.
El economista de la UNAM
en el México del siglo XXI, debe acceder a ambos pilares teóricos, pues
esa es la mejor ventaja frente a los egresados de las universidades “americanizadas”;
ya que incluso, desde alguno de los pilares de su elección, le
permitirá tener un horizonte teórico de posibilidades definido por lo
que es el manejo de la Ciencia Económica en su conjunto y no sólo un
fragmento de ella. Debe además incorporar fundamentos
histórico-geográficos para comprender la evolución capitalista e
interpretar así, los profundos cambios de época en la geopolítica y
geoeconomía de la segunda década del siglo XXI. Fenómenos como el
imperialismo y la transición hegemónica en curso, así como los
elementos para sostenerla, escapan del análisis de la teoría económica
convencional, su análisis se lleva a cabo a partir del marxismo y la
articulación de la economía, la historia y la geografía. Ni que decir
de la devastación ambiental en curso, frente a la cual la teoría
dominante plantea una solución a través de los mecanismos de precios,
cómo si los precios fueran a salvar a las especies en extinción,
pudiesen frenar la deforestación, el calentamiento global, etcétera,
cómo sí los precios y su valoración subjetiva pudieran reintegrar a las
especies extintas o regenerar al planeta. La solución a este y otros
problemas ha sido planteada desde la Crítica de la Economía Política,
las alternativas a la producción, distribución y consumo se han echado
a andar y deben ser enseñadas y valoradas como alternativas viables al
capitalismo.
Este economista debe además formarse en el
razonamiento lógico matemático, que le permita elaborar modelos
económicos, pero que no sólo sean centrados en el desarrollo impulsado
desde la teoría económica, sino desde la Crítica de la Economía
Política. Siempre debe tener en cuenta que, dicho razonamiento parte
siempre de una realidad social y debe regresar a ella para contrastarse
y en su debido caso, reformularse. La Investigación Económica es un
área fundamental en nuestra formación que lamentablemente ha sido
copada y empleada como instrumento de cooptación y negociación en el
marco del cambio del plan de estudios. En esta área debe fortalecer el
quehacer científico de nuestros estudiantes que continúan elaborando
trabajos sin aparato crítico, sin marco teórico-histórico, sin
referencias, sin bibliografía, etc.
El intento de
superespecialización, tecnificación y fragmentación de la ciencia
económica, que pretenden imponer las autoridades en la Facultad, no
ayuda en nada a la comprensión de la realidad económica del siglo XXI,
aunque sí podría ser parte de sus compromisos adquiridos para continuar
con su carrera política en la universidad o fuera de ella. La nula
discusión en grupos académicos, espacios de participación estudiantil
(asambleas) y al interior mismo de los órganos de decisión, como el
Consejo Técnico son signos alarmantes de que el plan de estudios de
nuestra Facultad excluirá al conjunto de la comunidad y reflejaría sólo
una posición, en la cual, sus principales afectados, estudiantes y
profesores, quedarían marginados no sólo de su construcción, sino de la
decisión misma, pues los grupos de poder que gobiernan la Universidad y
la Facultad serían los únicos que decidirían sobre el nuevo plan. Es
por ello, que resulta tan necesaria la participación de la comunidad,
ya que ante la amenaza de aprobación en los próximos días y/o meses, la
comunidad debe volcarse a discutir la propuesta que presente la
autoridad. Nuestro compromiso con nuestra Facultad y nuestra
Universidad nos convocan a participar frente a un proyecto académico de
tal envergadura que afectará a los economistas en el siglo XXI.
Algunas reflexiones finales
La actual formación de los economistas tiene serias inconsistencias
para entender la realidad económica. La parte dominante en la curricula
permite generar disparatados pronósticos que jamás se cumplen, sus
proyecciones futuras no encuentran fundamento en la realidad, sus
innumerables errores son motivo de escarnio público. Por ello es
indispensable replantear y reformular nuestra formación, hay que volver
a dignificar el papel del economista en nuestra sociedad.
Porque el camino de la superespecialización y tecnificación, seguido
hasta ahora, sobre uno de los pilares teóricos (neoclásico-neoliberal)
ha incapacitado a los economistas del mundo para poder proyectar el
resultado y las consecuencias de las políticas implementadas. Peor aún,
la realidad ha demostrado que esos economistas se enriquecen
impunemente de la aplicación de sus políticas económicas, se han
convertido en unos criminales, pues derivado de sus políticas
empobrecen a millones, desmantelan infraestructura, venden activos
públicos y recursos nacionales sin el menor decoro. ¿Qué honor hay en
una práctica tan vil y corrupta que se desprende de esa falsa formación
académica del pensamiento único? ¿En qué se diferencian del ladrón
común? Acaso sólo que uno roba por necesidad y en pequeñas cantidades,
mientras que el otro utiliza su profesión para robar y mete las manos
en las arcas públicas para llevarse lo que al pueblo corresponde. No
deberían llamarse economistas, son criminales, pues su riqueza es la
otra cara de la miseria, hambre, desnutrición, etc, así como de la
eliminación de nuestro proyecto nacional.
Va quedando claro
entonces que sólo emplean el título nobiliario traído desde Harvard,
Chicago, MIT, ITAM para robar, saquear y enriquecerse a costa del
pueblo. ¿Es acaso este tipo de economistas los que necesitamos en una
de las universidades más importantes del mundo? ¿Será que en la UNAM y
en la Facultad los intereses individuales y personales se encuentran ya
por encima de la comunidad y la sociedad? ¿Qué beneficios recibirán
aquellos que modifiquen el Plan de Estudios? ¿Será únicamente su
interés académico el que los mueva?
La colonización ideológica que presenciamos en las universidades privadas “americanizadas”
forma parte de un proyecto histórico de subordinación a la economía de
EEUU. La unificación del pensamiento económico resulta fundamental,
pues mientras las élites dominantes reproducen el discurso económico
aprendido en EEUU, los cuadros medios y bajos siguen postulando
planteamientos críticos y nacionalistas. La sincronización del discurso
económico resulta indispensable para estas élites y para los EEUU, pues
la reafirmación del “no hay alternativa” debe establecerse antes de que
la devastadora crisis en curso los alcance nuevamente.
Frente
a este escenario decimos: “sí hay alternativa”, basta con mirar a
nuestra historia y a nuestra región (América Latina), a la que siempre
hemos pertenecido y a la hoy más que nunca parecemos ajenos. El
economista que el siglo XXI y la UNAM demandan, debe romper con la
apatía, llevar a cabo la praxis del marxismo y transformar la realidad
a partir de sus condiciones objetivas, pero debe ir más allá del sólo
aprender aquel conocimiento significativo para intentar insertarse en
el mercado laboral, conocimiento a su disposición en manuales de
economía importados desde los centros imperiales y de destacados
autores (Krugman, Varian, Dornbush, etc.), así como el manejo del
instrumental matemático mínimo para poder operar los modelos y la
estadística fundamental.
Nuestro
economista debe además, recuperar el conocimiento crítico que se ha
producido en la región y en el mundo, debe comprender que en el
pensamiento marxista, legado por la lucha social e intelectual de
destacados economistas y personajes políticos, se encuentra la base
para poder transformar esta realidad. Pero además, debe desarrollar los
sentidos y capacidad intelectual para poder captar los nuevos fenómenos
económicos y ambientales que suceden en la realidad e incorporarlos a
su análisis, interpretación y crítica económica. De no ser así, el
futuro para los economistas de la UNAM podría estar relegado a ser
simples apéndices y sirvientes de la élite de economistas que han sido
formados en las universidades “americanizadas”, sin tener
capacidad crítica ni conciencia propia. Por tanto, urge recuperar el
proyecto de nación, reactivando la economía mexicana, apoyando y
fortaleciendo al sector agrícola e industrial; generando una
redistribución de ingresos; elevando los salarios, prestaciones
sociales y derechos laborales; es fundamental generar empleos dignos
que permitan arrancar a millones de mexicanos de las garras de la
violencia, el narcotráfico y las adicciones. Además, se requiere
renacionalizar los recursos naturales y empresas estratégicas para dar
fundamento económico al proyecto. Este sólo sería el primer paso para
poder avanzar en la construcción de una sociedad más justa, el
horizonte de alternativas al capitalismo sólo es posible vislumbrarlo a
partir de la teoría marxista, por lo que su enseñanza debe fortalecerse
en nuestra formación.
El proyecto Eduktodos, es una
iniciativa de estudiantes y profesores de la UNAM, para la difusión de
materiales de interés científico y humanístico, así como para el apoyo
del movimiento social independiente.
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