2/24/2016

¿Para qué un sindicato de trabajadoras del hogar?


Las trabajadoras del hogar hacen un trabajo que nadie quiere hacer pero que ellas lo hacen con enorme habilidad.

lasillarota.com

Me encontraba el pasado jueves 18 de febrero de 2016 en la ciudad de Saltillo, Coahuila, presentando un amparo de maestros contra la Ley del Servicio Médico de los trabajadores de ese estado y al mismo tiempo recibía la grata noticia de que la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de la ciudad de México entregaba al fin la toma de nota al primer sindicato, al menos de este siglo XXI, de trabajadoras del hogar.

No pude evitar el enorme gusto al recibir la noticia, porque fueron muchos días de espera el lograrlo, muchas semanas de preparación, más de 15 años del trabajo de un puñado de mujeres que tuvieron como sueño el lograr tener una herramienta propia para mejorar sus condiciones de trabajo.

La primera dificultad para solicitar el registro sindical fue demostrar que las trabajadoras del hogar eran trabajadoras. Parece una redundancia, pero no lo es: Trabajadoras que no pueden demostrar ser trabajadoras. Siempre contratadas de palabra, son las indocumentadas de las grandes, medianas y pequeñas urbes.

Son como fantasmas las trabajadoras del hogar, como esos cuentos donde todo está en la mente y que existe si cierras los ojos, pero también te das cuenta que no es ficción cuando los abres. Están allí, están presentes en todo tiempo y hacen un trabajo fundamental que casi nadie reconoce.

La mejor noticia fue saber que había varias patronas, así les digo porque eso son, decidieron entregar un reconocimiento por escrito a esas mujeres como trabajadoras del hogar. Quienes otorgaron las constancias de trabajo también fueron mujeres, algunas de ellas investigadoras, académicas, oficinistas en empresas privadas y gubernamentales que también contribuyeron a que sus trabajadoras tuvieran un sindicato que las reivindicara. Mujeres que apoyaron a otras mujeres para dignificar su trabajo. Fue la mejor fórmula para conseguir el objetivo.

Cuando tuve en mis manos esos papeles comprendí el enorme valor que representaba la construcción de un sindicato de empleadas del hogar. Constituido por personas modestas, pero con una gran riqueza en su forma de ser. Ellas son alegres, muchas madres solteras, con sueños, pero también preparadas, responsables, comprendiendo el papel de la honestidad y la confianza de trabajar en un hogar, la parte más importante de toda persona para refugiarse, para descansar, para comer y recobrar energías para seguir en la batalla diaria.

Las trabajadoras del hogar hacen un trabajo que nadie quiere hacer pero que ellas lo hacen con enorme habilidad.  Saben cómo poner en pie una casa que está en desorden completo, “patas arriba” retomando el libro de Galeano. Muchas de ellas se contratan en varias casas, algunas lo hacen por horas o por días a la semana.  Se les ve corriendo de un lado a otro para llegar a “elquehacer”. Una palabra escrita así, junta y que el mundo de los normales desprecia y no reconoce su valor para quienes lo realizan.

Ellas tienen las llaves de las casas o departamentos para entrar y cerrar.  Son de enorme importancia para quienes tienen que estar atrapados en las oficinas y en sus trabajos y no pueden hacer esas actividades tan importantes. Son las personas de más confianza porque están a cargo del lugar más preciado de toda persona. También cuidan a los niños, hasta van por ellos a las escuelas. Algunas hacen la comida y la sazón, ese que le ponen a la sopa, como el detalle más preciado de su labor.

¿Para qué un sindicato de empleadas del hogar? A muchas se les tiene encerradas, secuestradas en las casas de los patrones como esclavas. No se les permite que salgan sino hasta el domingo y un rato nada más, deben regresar temprano. Hacen “elquehacer” a toda hora. Desde antes de las 5 de la mañana o hasta altas horas de la noche tienen que estar en actividad completa. De comer les dan las sobras. A muchas les atrasan el pago de sus sueldos, que siempre son miserables. Si se enferman tienen que curarse por ellas mismas porque no tienen seguro social. Tienen que soportar lo gritos, los malos tratos y no hay una autoridad que atienda sus problemas.

No sirve la inspección del trabajo porque dicen los funcionarios que en los hogares no se meten a inspeccionar. Son lugares ocultos donde la autoridad laboral no ha llegado nunca. Las Juntas de Conciliación y Arbitraje son muy lentas para atender las demandas que presentan. Tardan años de respuestas ante un reclamo que requiere respuesta urgente.

La creación de un sindicato les permitirá a las trabajadoras del hogar tener un espacio de capacitación, de encontrarse con sus iguales, pero también para obligar a las autoridades a intervenir.  No es lo mismo que una trabajadora se presente a demandar a su patrón, sola ante una autoridad, a que un sindicato la apoye.

Un abogado patronal me decía que existe el temor que el sindicato de empleadas del hogar sirva para poner banderas de huelga en los hogares o chantajear a los patrones con dinero para retirar un emplazamiento. No, ese no es el propósito. 

Se trata de establecer equilibrios, para que un patrón sepa que si requiere de un trabajo respete a la persona que contrata. Que le reconozca su dignidad como trabajadora. Que le dé lo justo. ¿Qué es lo justo?: Lo legal como mínimo y cuando se pueda un poco más.

Son muchos retos a vencer, entre ellos el de la mentalidad de muchas autoridades que ven normal se pisoteen los derechos de las trabajadoras del hogar, pero eso ya no se puede permitir.  El Instituto del Seguro Social deberá reconvertirse para facilitar su inscripción y puedan contar con servicios médicos y su derecho a la jubilación.  Crear varias modalidades para que si una trabajadora labora en la colonia más modesta o la más rica cuente con este derecho.

El sistema legal mexicano no está preparado para atender a las trabajadoras del hogar porque para éstas no han existido ni están en sus prioridades.  Se trata de estremecer esas viejas estructuras para que sean más efectivas.

Como uno de mis alumnos en la Universidad Autónoma Metropolitana que me contaba estremecido que, gracias al trabajo de su madre, madre soltera también, con mucho tesón y sudor, como trabajadora del hogar, le permitió concluir su carrera de derecho. Eso también estremece y alienta. Es parte de los sueños.

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