9/10/2016

Nicaragua: La trata tiene mañas con las que te engaña


Este fin de semana, 29 mujeres nicaragüenses fueron encontradas por la policía en diferentes bares de Costa Rica, sometidas a trata de personas con fines de explotación laboral y sexual

 Sylvia R. Torres
      
Managua, 06 sep. 16. AmecoPress/SEMlac.- Este fin de semana, 29 mujeres nicaragüenses fueron encontradas por la policía en diferentes bares de Costa Rica, sometidas a trata de personas con fines de explotación laboral y sexual. Las mujeres, la mayoría de la región noroccidental del país, fueron atrapadas en una red dirigida por connacionales, que también explotaba mujeres de otras nacionalidades.

Con estas últimas, suman 49 las víctimas rescatadas en los últimos tres meses.

En agosto, otras 20 mujeres víctimas de trata regresaron al país, luego de ser rescatadas de sus captores en España y Canadá. Las acciones fueron hechas públicas por las autoridades españolas y panameñas días después de que la Organización de Naciones Unidades conmemorara el 31 de julio, día internacional contra la trata de personas.
En Nicaragua, el anuario de la Policía Nacional reporta unos 45 casos de trata de personas entre 2013 y 2014. No obstante, la población y las autoridades sospechan de la existencia de muchos más. En el mundo, según estadísticas divulgadas por la oficina contra la droga y el delito de la ONU, hay 2,5 millones de personas víctimas de la trata. No obstante, por cada víctima identificada, existen 20 más sin reconocer.
Según la fuente, las dos terceras partes de las victimas detectadas por las autoridades son mujeres, 79 por ciento de ellas sometidas a explotación sexual, seguidas por un 18 por ciento de casos con fines de explotación laboral, trabajos o servicios forzados.
En Nicaragua, la migración hacia España con el propósito de cuidar personas de la tercera edad, o desarrollar trabajos domésticos es atractiva para muchas mujeres empobrecidas, entre otras cosas, porque se habla el mismo idioma y no se requiere visa para entrar al país.
Esta situación fue aprovechada por la red de tratantes que funcionaba desde el 2009, a partir de un esquema común en estos casos, como es hacer falsas promesas, pagar los gastos del viaje, retener los documentos legales y amenazar a las víctimas con entregarlas a las autoridades.
El 8 de agosto, gracias a una llamada telefónica anónima, la policía española desarticuló la banda que explotaba laboralmente al grupo de nicaragüenses. La banda reclutaba mujeres para realizar trabajos domésticos y, como ocurre en la mayoría de los casos, una vez en el país de destino, las despojaba de sus documentos legales y las amenazaba con entregarlas a las autoridades migratorias de ese país.
La esclavitud del Siglo XXI, como se le conoce a la trata, tiene modalidades engañosas, en las que media, en algunos casos, tanto la seducción y como el chantaje.
Según la policía española, para entregar el monto del pasaje a España, calculado en unos 4.500 euros, los tratantes obligaban a las mujeres a entregarles en garantía las escrituras de sus casas en Nicaragua, Pero, además, debían pagar altísimos intereses por la deuda y 70 euros por los costos del alojamiento, lo que terminaba haciendo impagable la deuda.
La red operaba en las ciudades de Murcia, en el sureste de España, y Madrid. Al menos 19 mujeres fueron abusadas sexualmente por el cabecilla de la red, a cambio de "rebajas" en la deuda. Las pesquisas policiales calculan que al menos 185 mujeres son o han sido víctimas de la red. De estas, 44 fueron explotadas laboralmente y 75 fueron víctimas de préstamos usureros.
La identificación de casos de trata de personas se dificulta por las visiones patriarcales que esconden el maltrato o el abuso dentro del hogar, y también porque se culpa a las víctimas de caer en las redes, debido al uso de medios sociales de comunicación, como Facebook, o de huir con novios.
No obstante, la señal del funcionamiento de las redes de trata es visible en anuncios de trabajos bien pagados que requieren poca o ninguna calificación, y los frecuentes anuncios sobre personas desaparecidas, a quienes sus familiares buscan en los periódicos o redes sociales.
También contribuye a hacer lucir este negocio como normal la cosificación de las mujeres. Este mecanismo opera, como lo señalara la ya fallecida intelectual francesa Simone de Beauvoir, desde hace más de un siglo, cuando los varones se construyen en sujetos yo y, en oposición, determinan que las mujeres son el "otro", o sea, alguien inferior, natural y exótico que debe ser sometido.
Desde 2006 el Estado nicaragüense ratificó el Protocolo de Palermo, una resolución de la ONU destinada a "prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños", un complemento a la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y el Protocolo contra el tráfico ilícito de migrantes por tierra, mar y aire, promulgado por este organismo internacional en 2001.
Como continuidad de este proceso, en 2015 Nicaragua aprobó la Ley 886 contra la trata de personas, que tiene dos propósitos: prevenir, investigar, perseguir y sancionar el delito de trata de personas y, a la vez, proteger y dar atención integral a las personas víctimas, a los testigos, técnicos y todas las personas que intervienen en la investigación y el proceso penal.
Adicionalmente, esa norma establece la creación de una Coalición Nacional contra la Trata de Personas, con la participación de instituciones del Estado, organizaciones internacionales y ONGs que trabajan contra la trata de personas. Y promueve la confiscación de bienes de los tratantes, a fin de que el Estado proporcione atención integral a las sobrevivientes.
Global Community, una ONG internacional, en conjunto con Casa Alianza y fondos de la AID, ha lanzado una campaña de prevención en las regiones autónomas. El objetivo es que la población tome conciencia sobre cómo funcionan las redes criminales de trata de personas, cómo denunciar y estar alertas.
Foto: SEMlac.
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