9/05/2016

Los periodistas pal café. . . . .




Es tanto el poder que ha concentrado Luis Videgaray Caso, y tanta la influencia que ejerce sobre el ocupante de la silla presidencial, que se ha esparcido con fuerza la versión de que fue de su autoría la gran idea (ideota, pues) de invitar a los candidatos presidenciales estadunidenses a reunirse, en plenas campañas electorales, con Enrique Peña Nieto.
Y, en especial, se ha señalado que él tejió, organizó y empujó para se recibiera con tapete tricolor al atrabiliario republicano, a pesar de la oposición de una parte del equipo de Los Pinos, particularmente de los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu Salinas de Gortari (respecto a esta funcionaria corre la muy insistente versión de que, a causa de esa visita intempestiva y altamente contraproducente del empresario nacido en Queens, Nueva York, presentó su renuncia al cargo, pero no le fue aceptada).
Videgaray, nacido en la Ciudad de México un 10 de agosto de 1968, se ha convertido en un virtual vicepresidente ejecutivo, obviamente por encima de sus responsabilidades formales como secretario de Hacienda y Crédito Público, y también por encima de sus demás compañeros de gabinete. Al inicio de la administración peñista se hablaba de dos polos de poder interno, encabezados respectivamente por Videgaray y Osorio Chong, pero siempre con una notable desventaja para el ex gobernador de Hidalgo, a quien se consideraba una especie de vicepresidente político al que mucho mandado le comía el vicepresidente económico.
Esa dicotomía se vio flagrantemente desbalanceada en julio reciente, luego de las derrotas priístas en seis estados, cuando Videgaray logró imponer a uno de los suyos, Enrique Ochoa Reza, ni más ni menos que en la presidencia nacional del PRI, en sustitución de Manlio Fabio Beltrones Rivera, un costal sonorense de mañas políticas ante el cual contrastaba la vacuidad de quien hasta ese momento era director de la Comisión Federal de Electricidad y nunca había tenido cargos medianamente notables en el partido de tres colores ni en la política operativa, como legislador, gobernador o presidente municipal.La designación de Ochoa Reza significó la entrega del proceso para la próxima postulación de candidato presidencial priísta a un disciplinado y agradecido subalterno de Videgaray, en evidente menoscabo del interés de Osorio Chong por alcanzar esa misma postulación.
Pero más evidente ha sido la predilección presucesoria de Peña Nieto por Videgaray en el episodio políticamente trágico de la visita de Donald Trump a Los Pinos. El ocupante del Poder Ejecutivo federal prefirió el punto de vista del secretario de Hacienda por sobre el resto de los convidados a opinar sobre el tema. Y tramó todo con él, excluyendo a los otros, ocultando los avances y evitando que se enteraran del desenlace previsto hasta, literalmente, última hora (la canciller andaba inaugurando un consulado general en Milwaukee).
Si Trump hubiera sido presidente de Estados Unidos (y en ese tenor, reverencial, se le trató en Los Pinos), parecería que Peña Nieto quiso avisarle de su confianza en Videgaray, quien fue el virtual jefe del grupo que participó en la reunión privada con Trump, sin la presencia de Osorio Chong. En otros sexenios, en el marco del juego sucesorio practicado en el presidencialismo mexicano, se ha creído que la presentación del elegido, pero aún no destapado, a los ocupantes de la Casa Blanca de Washington, es absolutamente indicativa del dedo por venir. En ese contexto especulativo, Videgaray habría sido señalado como la carta sucesoria por desembozar.
La catástrofe política que luego se vino encima, y la potenciación de la candidatura republicana a costa del funcionario mexicano que le dio legitimidad a sus agresiones y burlas, reduce las posibilidades de que Peña, como jefe de ese equipo contrario a los intereses nacionales, pueda imponer a una carta con sello propio en la candidatura priísta por venir. En particular, Videgaray Caso es un corresponsable ejecutivo de la mayor pifia del sexenio (tan cargado de ellas) y de la peor de las cometidas desde la Presidencia de la República cuando menos desde la etapa posterior a la Revolución.
El manejo del tema Trump en Los Pinos es un estigma difícilmente superable para un tecnócrata como Videgaray, pero, al mismo tiempo, afectará los cálculos electorales priístas de por sí escuálidos. La crisis económica mundial y su impacto en México, los impactantes recortes presupuestales por anunciarse, y ahora la coautoría ejecutiva del asunto de Trump, reducen la posibilidad de continuidad del peñismo en el poder, ya fuera con Videgaray o con alguien de su bando, como José Antonio Meade o Aurelio Nuño, o con Osorio Chong o cualquier otro priísta de esa misma franja del copete.
Hay incluso priístas que están empujando para que en próxima asamblea nacional de su partido se redefinan las propuestas para el futuro electoral inmediato, y hay quienes auguran, tal vez como aspiración y no necesariamente porque haya condiciones para ello, una rebelión tricolor, densa en sus intenciones y eventuales postulaciones.
Desde luego, la cotización a la baja de las expectativas priístas de continuidad en el poder favorecen a lo que en esta columna se clasificó de bote pronto como un bipartidismo inducido en julio pasado, luego que el PRI había aceptado, con irreconocible prontitud y pasividad, seis derrotas estatales ante el PAN. Si todo lo que se ha visto desde esos comicios hasta ahora, incluyendo la autofulminación priísta a causa de la extraña visita de Trump, termina favoreciendo a Acción Nacional y, en específico, a Margarita Zavala Gómez del Campo, el siguiente sexenio no será tan malo para el hoy todopoderoso Videgaray (al que algunos columnistas incluyen en un hipotético paquete de cambios que aseguran que Peña debería ya haber hecho), pues su esposa es Virginia Gómez del Campo, prima de la citada Margarita y de la senadora panista Mariana Gómez del Campo. Las penas, con PAN familiar, serían menos. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero, Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx




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Los partidos políticos hablan de cortar el gasto público, lo cual es una necesidad imperiosa, pero ninguno habla de sacrificar sus intereses. El nuevo periodo de sesiones del Congreso es una oportunidad para que los senadores y diputados hagan un severo ajuste a su presupuesto. Podría comenzar por recortar su número. Son 500 diputados; sobran 200. Son 128 senadores, dos por cada entidad serían suficientes. Todos por elección directa, no más plurinominales. Tal vez la crisis por la caída del precio del petróleo podría dejarle al país ese buen efecto. Lo mismo se haría con los congresos locales. Entonces si creeríamos que las voces para detener el crecimiento de la deuda en el Congreso son más que palabrería. Se han pronunciado contra la idea de contraer más deuda Armando Rivera Castillejos, del PAN; Rocío Nahle, de Morena; Francisco Martínez Neri, del PRD. Vamos a ver qué tanto están dispuestos a sacrificar a la hora de votar el nuevo presupuesto.
Los canadienses frente a Trump
De fuera y dento del país le han llovido coscorrones a Peña Nieto por su infausta reunión con Donald Trump. Inclusive se habla de una ruptura en su gabinete y de un intento de renuncia de la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, porque no fue tomada en cuenta. Sin embargo, hay escasas opiniones respecto de lo que debió hacer Peña Nieto, además de no hacer nada. Tal vez sirva de inspiración –tardía– lo que ha hecho el joven primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Él ha guardado distancia. Ha enfatizado que las relaciones de Canadá con su vecino no dependen de un individuo –en referencia a Trump. Lo más que se ha acercado al tema fue en una entrevista con Bloomberg el pasado 8 de marzo: No voy a agarrar pelito con Donald Trump ahora, como tampoco voy a apoyarlo, obviamente. Ahora bien: Trump no se ha atrevido a decir que los canadienses son unos violadores ni los ha amenazado con echarlos de su territorio. Brincar el principio de no intervención suele ser costoso, como acabamos de ver. A nadie le gustaría que Hillary o Trump, quienquiera que gane, viniera en 2018 a territorio mexicano a hacer campaña por Osorio Chong, López Obrador o Ricardo Anaya, o cualquiera otro de los aspirantes. Ahora, si no habrá más remedio que pagar el muro, Peña Nieto podría pedir presupuesto de la famosa muralla, aprovechando su viaje a China.
Carmen, taquillera
Sus presentaciones personales son muy contadas, pero llena los lugares. Carmen Aristegui sostuvo una plática con Luis Felipe Restrepo, director de la revista Gatopardo, en Querétaro, como parte del programa del Hay Festival. Por supuesto, no faltó el tema de la vista de Trump. Su opinión: le comió el mandado a Peña Nieto. También abordó el tema del plagio de la tesis. Carmen dijo que la UNAM debería manifestarse al respecto, ya que la Universidad Panamericana adelantó que pediría su asesoría técnica. El plagio no es un asunto menor para una universidad. Lo ético y lo académico son los ejes rectores de una universidad. Como les decía antes del fin de semana, la periodista sufre acoso judicial: cinco demandas en tribunales civiles y mercantiles.



Cuando comencé a platicar sobre el cardenal Rivera invité a la multitud a que si tenía algún punto de vista que quisiera compartir, me lo hiciera llegar a la dirección que anoto al final de la columneta. Procuro contestar cuanto comentario llega. Algunos, si hay espacio, dentro del texto. Los demás, de manera directa. Si alguien piensa que no leí su mensaje o no lo contesté, ofrezco disculpas y ruego me hagan el favor de repetir su comentario u opinión por crítico que sea. Cuando firman con su nombre, así les contesto. Si emplean seudónimo que resguarde su identidad, lo respeto. Y las veces que mandan recuerdos familiares los guardo para las épocas de contrición, sacrificio y perdón (por ejemplo, la llamada Semana Mayor, que pese a los románticos deseos del maestro Manzanero sigue, como las demás, constituida exclusivamente por sólo siete días). O las bellas y cálidas fiestas navideñas, cuya alegría ayuda a no registrar los agravios recibidos durante el año que termina. Bueno, pues aunque más de un amigo de los que semanalmente me atormentan con sanos y bien intencionados comentarios opinan que ya fue suficiente de crónicas cardenalicias, mi obligación es dar cabida a los comentarios a los que yo invité. El primer correo lo firma mapradobocanegra@hotmail.com. Es una airada protesta contra las autoridades de la hermosa Catedral Metropolitana. Lean ustedes si su muina no está plenamente justificada: “Me sentí convocado a hacer alguna aportación a la biografía del ínclito cardenal y su corifeo Hugo. Fui de visita a la Catedral Metropolitana. Una policía me impidió la entrada. ‘Sólo que vaya a misa’, vociferó. Protesté. Le dije que es casa de Dios y, por ende, de todos los cristianos católicos. Pasados pocos días me atreví a escribir a D. Hugo en la página de su FB. Afortunadamente me contestó exactamente dos años, tres meses y seis días después. Me pidió que le repitiera lo que escribí en mi mensaje anterior. Tan tan”. Así termina Miguel Ángel Prado su mensaje, repicando una campana a la que debe tenerle justificado enojo, por convocarlo y no cumplirle. Aquí interviene Arturo rensendis@yahoo.com.mx, quien recomienda a don Hugo una infusión de tila, seguramente muy benéfica para el colon irritable. Sobre todo, si el uso de supositorios puede producir adicción.




Adentro y afuera se han encendido los focos rojos por el vertiginoso crecimiento de la deuda pública en el sexenio de Enrique Peña Nieto, pero en la Secretaría de Hacienda (la responsable de contratar y administrar dicho débito) aseguran que no hay razón para preocuparse. Todo está bajo control, según su versión.
A saber qué tipo de ansiolítico consumen en la citada dependencia, pero el hecho es que cada día que pasa no sólo crece el saldo del endeudamiento público sino que, por consecuencia, aumenta el pago por concepto de amortizaciones e intereses, que alcanza niveles verdaderamente alarmantes.
Será que el ministro anda muy ocupado arreglando la política exterior del país y, por lo mismo, no tiene tiempo para dedicarse a lo que oficialmente le corresponde, pero al revisar la estadística que acompaña al cuarto Informe de gobierno de EPN la única reacción posible es el horror.
Lo anterior, porque entre diciembre de 2012 y junio de 2016 de las arcas nacionales salieron más de 125 mil millones de dólares (algo así como 2 billones 375 mil millones de pesos, equivalentes a la mitad del presupuesto federal del presente año) para dar servicio (pago de capital e intereses) a la deuda externa del sector público federal. De ese monto, poco más de 102 mil millones de dólares se destinaron a amortización de capital y 23 mil millones y pico al pago de intereses.
Y a pesar de ese descomunal monto erogado, en el mismo periodo que se cita la deuda externa del sector público federal se incrementó 44 por ciento, al pasar de 121 mil 659 millones de dólares al cierre de diciembre de 2012 a 175 mil 386.7 millones al término de junio de 2016. Y las cifras son de la propia Secretaría de Hacienda.
Así es: en el lapso de referencia se pagaron más de 125 mil millones de dólares, monto más que suficiente para cubrir la deuda externa heredada por Felipe Calderón. Pero lejos de ello el gobierno de EPN endeudó al país con alrededor de 54 mil millones adicionales de billetes verdes, y contando.
Lo mismo ha sucedido con la deuda interna del sector público. Cuando EPN se instaló en Los Pinos el saldo era apenas menor a 3.8 billones de pesos; a junio de 2016 ya superaba los 5.4 billones, es decir, un crecimiento de 42 por ciento, con todo y que en el periodo se pagaron cantidades multimillonarias por intereses. Para dar una idea de qué se trata, sólo en el primer semestre de 2016 el pago de intereses sobrepasó los 158 mil millones de pesos (más de 2 mil y pico de millones por comisiones).
Lo peor del caso es que ese brutal nivel de endeudamiento no ha sido útil para el desarrollo nacional. Al contrario, ha sido uno de los lastres por la simple razón de que se ha utilizado para (¡sorpresa!) pagar el servicio de la deuda. Cierto es que la descrita no es práctica exclusiva de los actuales cuan relajados funcionarios de Hacienda (aunque de una u otra suerte todos pertenecen al mismo establo), sino que se ha hecho cotidiana desde que Carlos Salinas de Gortari decretó (en 1990) la solución definitiva del problema de la deuda mexicana.
Pues bien, solucionado dicho problema, en las últimas dos décadas y sólo para cubrir los compromisos de deuda externa del sector público federal (gobiernos de Zedillo, Fox, Calderón y lo que va de Peña Nieto) en números cerrados de las arcas nacionales salieron alrededor de 725 mil millones de dólares para cubrir el servicio de la deuda, algo así como 14 billones de pesos a precios actuales. De ese total, 142 mil millones de billetes verdes se pagaron sólo por concepto de intereses.



En la primera mitad del año, el país acumuló un déficit en Cuenta Corriente de –15 mil 449 millones de dólares sólo parcialmente compensado en esta ocasión con un ingreso neto de recursos externos en la Cuenta de Capital de 15 mil 259 mdd. La cobertura de la diferencia entre ambas cifras (190 mdd) y del incremento de la Reserva Internacional neta (673 millones) se restan del Ajuste de ésta por valoración (–2 mil 234 mdd), lo cual arroja un saldo en Errores y Omisiones de –1 mil 371 millones (Gráfico 1).
En este semestre la Cuenta Corriente presenta déficits en: Balanza Comercial (–7 mil 116 mdd), B de Servicios no factoriales (–2 mil 695 m), y B de Servicios factoriales (–18 mil 637 m); así como el tradicional superávit en Transferencias (casi todo remesas de los migrantes) que sumó 12 mil 999 mdd.
La balanza petrolera elevó su déficit a –5 mil 375 mdd en el semestre (Gráfico 2), por mayores importaciones y menores exportaciones, cuyos ingresos se han desplomado de 26 mil 917 mdd en 2012 a 8 mil 103 millones en este año (Gráfico 3).
Por intereses de la deuda externa el país pagó a los acreedores extranjeros 13 mil 280 millones este semestre (Gráfico 4).



La buena noticia que restaura un tantito la fe en el pueblo estadunidense: una amplia mayoría repudia a ambos candidatos presidenciales. O sea, prefieren que ninguno de ellos los represente.
En el sondeo más reciente del Washington Post/ABC News de finales de agosto, aproximadamente seis de cada 10 perciben de manera desfavorable a Donald Trump y Hillary Clinton. El sondeo registró el nivel más bajo de aprobación de Clinton (sólo 41 por ciento tienen una percepción positiva, mientras 56 por ciento la ven desfavorablemente; Trump goza de 35 por ciento favorable, y 63 desfavorable). O sea, esto sigue siendo un momento sin precedente en la historia moderna del país, en que ambos candidatos padecen de un repudio mayoritario.
El problema, y es enorme, es que esa mayoría no tiene adónde ir, ni dónde expresar su repudio (hay dos candidatos más, uno del Partido Libertario y otra candidata del Partido Verde, pero por ahora son marginales). Con ello, el resultado es que los que no aguantan a Clinton están contemplando votar por Trump aunque no compartan sus posiciones, y los que temen a Trump están pensando en votar por Clinton aunque no le tengan confianza.
Es fácil entender por qué después de meses en que ambos han manipulado, engañado, mentido al pueblo estadunidense –desde asuntos de su comportamiento y personal hasta su manejo de negocios, a sus posiciones políticas–, no sean bienvenidos por el pueblo que desean representar.
Como resultado, muchos se preguntan cómo fue que las opciones políticas en favor de la democracia se han reducido a elegir entre un protofascista y una representante de la cúpula política y económica tan ampliamente repudiada y desprestigiada en este país.




El sistema ya no quiere ídolos, prefiere herederos. Sin embargo, espíritus hay que luego de desplegar en vida su fuerza y sus aptitudes, seduciendo a unos e inquietando a otros, continúan obteniendo victorias después de muertos, como si las convicciones y sello que imprimieron a sus actividades se prolongaran tras su partida física. Filias y fobias apenas importan.
Antes de morir de un flechazo recibido la víspera de una batalla en Valencia, Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid (1048-1099), ordenó a sus allegados que embalsamaran su cuerpo, le pusieran casco y coraza, ataran la espada a su diestra en alto y lo montaran sobre su caballo para, sujeto a un bastidor de madera, cabalgar al día siguiente delante de sus hombres, con lo que ya sin vida obtuvo otra victoria sobre el desconcertado ejército enemigo.




En su discurso de la reunión cumbre del grupo de las mayores economías del planeta (G-20), inaugurada ayer en la ciudad de Hangzhou, el presidente chino, Xi Jinping, advirtió sobre los peligros que enfrenta la economía mundial, la insuficiencia del crecimiento global, la depresión de la demanda y la inversión y la persistente volatilidad de los mercados financieros, y destacó, asimismo, el escaso dinamismo de los intercambios comerciales y el brote de tendencias proteccionistas. Tales factores, indicó el anfitrión de dos decenas de jefes de Estado y de gobierno allí reunidos, colocan la economía mundial en un punto crítico.

Apoyan lucha del Maes por su derecho a la educación
El derecho a la educación no se acaba cuando se le dice a un joven que no puede estudiar, y menos cuando uno de ellos niega y reniega que su destino sea la exclusión social. Ha llegado a nuestros oídos el estruendoso y modesto ruido de un grupo de jóvenes del Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (Maes) que decidieron no parar en su lucha por el derecho a la educación y hoy apelan al reconocimiento de sus estudios en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La fotografía que apareció en la primera plana de los principales diarios de la Unión Americana tal vez cuenta sólo una parte de la historia, pero es la que a Trump le interesaba destacar. El presidente Enrique Peña Nieto aparece saludando cortésmente al protagonista de una de las oleadas más insultantes en contra de México y los mexicanos que viven en ambos lados de la frontera. Esta es la imagen que el candidato republicano necesitaba para parecer como lo que no había logrado parecer en su propio país: presidenciable.

Los medios de Canadá, Es­tados Unidos y México en las semanas recientes se han ocupado de comentar los propósitos de los dos candidatos a ocupar la Casa Blanca en enero próximo en torno al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) firmado por los gobiernos de los tres países y en vigor desde el primero de enero de 1994. El señor Donald Trump, con la ignorancia que lo distingue, promete acabar con él. Por su parte la señora Hillary Clinton, que conoce mucho mejor lo que pasa en el mundo y México, es partidaria de revisarlo.

La idea de invitar a México a los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, según pelos y señales que proporciona el semanario Proceso, surgió de Luis Videgaray, ante un silencio no bien explicado de Claudia Ruiz Massieu y, por supuesto, ante la plena aceptación de Enrique Peña Nieto, jefe de todos ellos y quien ahora, debe decirse, no ha evadido la responsabilidad.

El presidente Enrique Peña Nieto es el timonel de un barco que navega errático por el mar proceloso de la política, nacional e internacional, hostigado por los huracanes de la economía que nos tienen en bancarrota y por el mar de fondo de la inseguridad, la corrupción y la amenazante delincuencia organizada. Ante este panorama desolador, invitar a Donald Trump y actuar en forma tan mediocre ante él, fue dar un golpe de timón que empeoró la situación del buque y puso en riesgo a capitán, tripulantes y pasajeros.

Todavía no sabemos cuál es la cifra de muertos y desaparecidos por el desastre detonado por los “remanentes del huracán Earl” y el gobierno de Rafael Moreno Valle ya fijó los montos que pretende manejar para la supuesta reconstrucción: 2 mil 44 millones de pesos. Mandó 29 municipios a la lista de siniestrados, esos que deben ser atendidos con los recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), cuando los daños verdaderos se presentaron sólo en siete.

Sobre la reunión del G-20 en Hangzhou, China, pende la duradera condición de lento crecimiento de la economía mundial que se ha asentado desde la crisis de 2008. China, que tiene altas tasas de expansión productiva: 14.2 por ciento en 2007 y 9.2 en 2009, creció 6.9 por ciento en 2015 (cifras del Banco Mundial). Las previsiones de aumento del PIB en el mundo para este año y el siguiente se han reducido a 3.1 y 3.4 por ciento, respectivamente, y se espera que haya otra corrección a la baja en octubre (Fondo Monetario Internacional).

Sigue la tragicomedia que está dando al traste con la que fuera, en el sentido amplio de la expresión, la mejor difusora de música y cultura en el país, y daba estatura a la casa de estudios de la que forma parte. La renuncia del insufrible Nicolás Alvarado como director de Tv UNAM podría blindar a la aún más escandalosa administración de Renato Dávalos al frente de Radio UNAM, disimulándola para el escrutinio público. Las designaciones de ambos (quienes no son universitarios) hace unos meses fueron simultáneas y gemelas, y habrían sido impuestas al rector Enrique Graue por el presidente Enrique Peña Nieto directamente, según él reconoció ante un grupo de colaboradores.

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