12/25/2016

La Navidad y los fantasmas de Dickens


Arturo Alcalde Justiniani
La Jornada 

Este miércoles fue uno de los días más cortos del año, debido a la colocación del Sol frente a la Tierra, fue el solsticio de invierno, que ha sido evocado, según el recuento de Alberto Imaz, desde la antigüedad donde se adoraba al Sol como a un dios. Más de 3 mil años aC, Horus era el dios sol de Egipto, con forma humana y cabeza de halcón, símbolo de la luz. Su enemigo Seth representaba la oscuridad, así de desarrollaba una lucha entre el bien y el mal.
Mitra, dios de Persia (1200 aC), es celebrado en su nacimiento también por estas fechas; Krishna, en India, 300 años después. Posteriormente Dionisio en Grecia. Los romanos celebrarán el nacimiento de Apolo, y los germanos el de Frey, dios nórdico del sol naciente.
En el ambiente de estos climas fríos, se ha desarrollado una cultura que convoca a la reflexión y a la unión para superar las peripecias de la vida, entre otras, del propio clima y sus efectos en la carencia de alimentos, situación que convoca a la unidad familiar y comunal. También en nuestras tierras se da esa coincidencia: los aztecas celebraban a Huitzilopochtli y los incas en su momento, al propio dios sol.
En la religión cristiana, si bien la Biblia no hace referencia específica a la fecha del nacimiento de Jesús, se asumió el 25 de diciembre por parte de la Iglesia, entre otras razones, para facilitar la conversión de los paganos. La fecha no siempre fue aceptada por otras religiones. Los ortodoxos, por ejemplo, lo trasladan al 6 de enero, los mormones al 6 de abril, e incluso, la celebración de la Navidad el día de hoy llegó a estar legalmente prohibida por parte de algunas religiones protestantes que las consideraban fiestas paganas precisamente por no estar referidas en la Biblia.
Con los años, la celebración religiosa se fue generalizando y acompañando de otros símbolos; el árbol con hojas perennes, que hace referencia a la vida eterna, su adorno con bolas a manera de manzana que recuerdan las tentaciones y las luces para iluminar el camino con la guía de una estrella. No podían faltar las posadas del 16 al 24 de diciembre, recordando el camino de José y María para llegar a Belén.
La versión de Santaclós o Papá Noel tiene también un origen solidario, procedente del apoyo de Nicolás, obispo de Bari que dejó en casa de su vecino monedas de oro porque sabía de su penuria económica y angustia por no tener recursos para pagar la boda de su hija.
Un pequeño relato de Charles Dickens, conocido como Cuento de Navidad (1843), refiere de una conversión provocada en esta fecha. Narra la vida de un empresario, avaro y huraño, incapaz de actos de bondad y solidaridad, en una época de gran pobreza y explotación, incluso de los menores de edad.
El empresario egoísta tuvo la visita de tres fantasmas que lo transportaron a tres momentos: el primero al pasado, donde recorre su lugar de origen, sus amigos y familiares, que lo sensibilizan sobre las condiciones y valores que vivió durante su niñez. Luego aparece un segundo fantasma, que lo lleva al presente y lo hace recorrer el pueblo que habita, observa el barullo de las compras, la preparación de la cena de Navidad y es llevado a visitar la casa de su trabajador más cercano, que sufría penas por el bajo salario que recibía del empresario, estando en riesgo la vida de su propio hijo a causa de una enfermedad sin atender. En un tercer momento aparece el fantasma del futuro que le permite verse a sí mismo, constatar la mala imagen que tenía hacia la gente por su mal carácter y falta de bondad. Llegó a presenciar su propia muerte, lo que lo llevó a la desesperación y a pedir al fantasma que le diera una oportunidad para seguir viviendo.
Despertado del sueño, el empresario egoísta se dio cuenta de la miserable vida que tenía y se decidió a cambiar, mandó comprar el pavo más grande para enviarlo a su trabajador y acudió con alegría y amabilidad a la cena de Navidad de sus familiares, misma que había rechazado. Al día siguiente mejoró el salario de su trabajador y le ofreció planes para convertirlo en su socio, modificó su conducta y recuperó el aprecio de su comunidad.
La novela de Dickens ha sido considerada una crítica al capitalismo del siglo XIX y un esfuerzo por recuperar el profundo significado de la Navidad, entendida como un espacio en favor de la fraternidad y de la justicia, con especial dedicación a los pobres. Ello aparece claramente en la travesía y en las condiciones precarias del nacimiento de Jesús.
En esa pobreza está precisamente el principal origen de los males del mundo, y sin duda de nuestro México, uno de los países más desiguales del orbe y el segundo expulsor de sus habitantes al exterior, quienes como migrantes, mayoritariamente indocumentados, luchan por el trabajo y la subsistencia que su patria les niega.
En esta noche de Navidad nos haría bien tener un pensamiento para los millones de pobres que no tienen razón para serlo; los presos, muchos de ellos a causa de la falta de recursos para defenderse; los familiares de asesinados y desaparecidos, entre otros, con la convicción de que muchas cosas podrían cambiar si nos organizáramos para lograrlo.

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