Anaya, Meade y AMLO. Foto: Especial
Anaya, Meade y AMLO. 
Foto: Especial
Y de ser así, está en puerta una reconfiguración del sistema de partidos, con oposiciones que no conseguirán tan fácil serlo en los próximos dos o tres años; también la desaparición de algunos partidos políticos que habían logrado mantenerse con base en alianzas y el posicionamiento de otros; y finalmente, con fuerzas pulverizadas y dispersas, una alta concentración de poder unipersonal.
El proceso de extinción de una de las oposiciones históricas, el PRD, se anuncia en la reducción inminente de su representación legislativa y la pérdida de gubernaturas con escándalos de corrupción en puerta, en los casos de la Ciudad de México y Morelos.
Nueva Alianza, el partido creado por Elba Esther Gordillo, operado ahora por Juan Díaz de la Torre, enfrenta también la posible pérdida de registro. El manotazo temprano de Enrique Peña Nieto, al puro estilo del antiguo régimen, quiso parir un nuevo cacicazgo sindical y resultó en amplia inconformidad, entre otras cosas, por la implementación de la Reforma Educativa. De ahí que sean tan pocos los cotos de poder gremial que le obedecen y que, por lo bajo lo desfondan, al sumarse a las Redes Ciudadanas Progresistas, la estructura informal de operación electoral que en amplias regiones sirve al tabasqueño, aspira a convertirse en partido sustituto y a retomar para el elbismo la dirigencia del SNTE, a través del actual secretario general, Alfonso Cepeda Salas.
El Partido Verde, tambalea. Chiapas, su bastión, se vio implicado en un juego de poder, un “dedazo”, la designación del candidato a gobernador impuesto desde la Presidencia de la República, que motivó la sangría de sus cuadros, hoy candidatos por la alianza “Juntos Haremos Historia”. El gobernador Manuel Velasco, caricaturizado por frivolidad e impericia, como nadie tuvo la habilidad de construir dos perfiles con fines sucesorios en Rutilio Escandón y Eduardo Ramírez, hoy candidatos a gobernador y a senador lopezobradoristas, respectivamente, garantizando la permanencia de su grupo político. Concentrado el PRI en salvar algo, será difícil para el Verde mantenerse.
Movimiento Ciudadano, sin embargo, podría fortalecerse. Su presencia en Nuevo León y, principalmente, en Jalisco, le dan quizás para la supervivencia, inclusive con igual o mayor peso legislativo que el PRD. De ser una fuerza marginal, terminará siendo el más beneficiado de la coalición Por México al Frente.
Dos fuerzas, el PES y el PT, se posicionan hoy. En ambos casos, el pragmatismo de sus postulaciones y espacios conseguidos dentro o fuera de la coalición (por aquello de los lugares donde se fracturó en lo local) los catapultan, en el caso del PT, con una bancada que le da para ser cuarta fuerza legislativa.
Naturalmente, la nueva fuerza mayoritaria, será Morena, partido creado sólo como plataforma de López Obrador y cuya conversión en partido formal será compleja.
En cualquiera de los casos, se trata de un reacomodo de poder con diversidad de siglas, pues hay un reciclaje notable de actores políticos procedentes de viejas estructuras con los fondos y formas de siempre. Qué se le va a hacer. Son tiempos de sacarse la máscara, de construir alianzas imposibles y de evidenciar el pragmatismo como nunca.
En cuanto a esto último, hay quienes insisten en conseguir una declinación Anaya-Meade o viceversa, que a unos días de la elección concentre el voto anti López Obrador, colocando finalmente el fallido mensaje del supuesto peligro que representa para el país… en siete días y con un encono de por medio, hasta hace poco inconcebible.
Pero, ante todo, la intención hoy de las cúpulas del PRI y el PAN, es reducir la ventaja legislativa de “Juntos Haremos Historia”, prioridad dictada por varios de los magnates del Consejo Mexicano de Negocios desde el 22 de mayo, a la que se suman otros actores que temen, genuinamente o no, una alta concentración de poder unipersonal que por lo pronto se antoja ineluctable.