7/22/2018

Demasiado bueno para ser verdad


Enrique Calderon Alzati

El triunfo abrumador de Andrés Manuel López Obrador ha sido motivo generalizado de alegría para la mayor parte de la sociedad mexicana, 53 por ciento de los votos emitidos en su favor y el haber alcanzado la mayoría de diputados y de senadores que habrán de constituir el próximo Congreso, constituyen un triunfo inédito luego de 30 años de batallas infructuosas contra los gobiernos que han llevado al país a la debacle actual. Esta victoria es sin duda el producto de un esfuerzo constante realizado por el mismo AMLO y por un puñado de hombres y mujeres que bajo su liderazgo lucharon por más de 20 años para hacer posible el momento que ahora vivimos, (aquí me permito mencionar a Martha Pérez Bejarano, que ya no está entre nosotros, y que dedicó su vida a luchar para hacer realidad este triunfo).
Pero lo que es difícil entender es cómo el PRI y el PAN, con toda su capacidad conocida para engañar, para realizar fraudes electorales y para comprar votos y autoridades electorales en esta ocasión no hayan hecho ni tratado de realizar nuevas acciones de este tipo; más aún, ¿Cómo explicarnos la civilizada conducta del Presidente, del candidato del PRI y de la mayor parte de los funcionarios y ex funcionarios del gobierno, aceptando la derrota y deseando éxito al próximo presidente de México?, ¿Cómo explicarnos también la conducta de los personajes más ricos del país, que días antes habían manifestado su encono y contrariedad, ante el posible triunfo de López Obrador? ¿Podemos pensar acaso que lo que ha privado finalmente es el espíritu democrático de todos estos personajes, incluidos quienes presiden ahora el INE?
Las experiencias de los recientes 30 años nos dicen que no es el caso, por lo que no está por demás pensar en otras posibilidades, como la de que la impresionante ventaja de AMLO señalada en las encuestas los llevase a pensar que ante un intento de fraude, éste sería rechazado con furia por toda la población del país, dejando suelto al tigre mencionado por el ahora presidente electo; tampoco podemos descartar la aceptación tácita de que el descrédito del gobierno actual, a partir de la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa y de los escándalos de corrupción en los que se han visto envueltos tanto el Presidente como algunos colaboradores suyos, les llevase a pensar que no había nada que hacer por ahora, y que era mejor pensar en el futuro para diseñar y preparar posibles maniobras de desestabilización del nuevo gobierno, actuando desde la sombra.
Por ahora el flanco más débil del próximo gobierno, estará de manera paradójica en la misma fuerza que le dio el triunfo a López Obrador: La esperanza de cambio respecto a la realidad en la que hemos vivido. ¿Cuánto tiempo se requerirá para que los cambios empiecen a ser visibles a quienes votaron por AMLO, simplemente como un castigo dirigido contra PRI y PAN? Y ¿Cuánto tiempo esperará la población con menos recursos para que ello suceda? Aun sin injerencias externas, éste será el principal reto para el nuevo gobierno, sin embargo no resulta remoto pensar que en los próximos meses se desate una campaña orientada a mostrar que el gobierno presidido por López Obrador es igual al de sus predecesores en su incapacidad para cumplir sus promesas de campaña. En su tiempo esto fue los que le sucedió al presidente Madero, y no sería difícil para quienes ahora serán la oposición, comenzar a actuar con esos objetivos orientados a recuperar el poder, por lo que debiera ser prioritaria la atención continua a vigilar este riesgo y otros similares.
Seguramente el lector recordará que al inicio de esta campaña las noticias hablaron de un convenio del Instituto Nacional Electoral con la gigantesca empresa Facebook cuyo objetivo nunca quedó claro, pero que desde luego algo tenía que ver con la base de datos de los millones de usuarios mexicanos que quedaba a la disposición del INE. Unas semanas después se desató el escándalo de la firma británica Cambridge Analytica, acusada de haber utilizado las bases de datos de Facebook, con objeto de incidir en la campaña electoral de Estados Unidos que llevo a la presidencia al nefasto candidato Donald Trump, haciendo uso de la inteligencia artificial, (la cual es utilizada exitosamente hoy en día por bancos y empresas financieras y de seguros para maximizar sus utilidades). Casualmente Cambridge Analytica había establecido oficinas en Ciudad de México, las cuales fueron cerradas sin mayor explicación después de que el principal accionista y directivo de Facebook fuera interrogado por los miembros del Congreso estadunidense, ¿No sería conveniente por ello que el presidente del INE fuese citado por el próximo Congreso de la República para que explicara en qué consistió el convenio mencionado entre el instituto electoral y Facebook?
Mucho me gustaría que los temores aquí expresados estuviesen equivocados, pero pienso que más valdría estar seguros de la inexistencia de intereses agazapados esperando la oportunidad de causar daño.
Me permito utilizar algunas líneas más para retomar el tema de mi artículo previo, en el cual manifesté mi alegría por la reunión de Andrés Manuel con Cuauhtémoc Cárdenas, por lo cual recibí algunas críticas y comentarios un tanto negativos sobre ese acercamiento, celebrado por el mismo AMLO. Por ello hago referencia al pensamiento del filósofo alemán George Hegel: La realidad es siempre producto de un proceso histórico planteando la pregunta: ¿Se podría explicar el triunfo de López Obrador sin las luchas previas del ingeniero Cárdenas y aun de su maestro y amigo Heberto Castillo?

Twitter: @ecalderon_a

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