8/08/2019

La ofensiva de los empresarios

Evitar una verdadera transformación

Fragua

Los empresarios nunca pierden, son como los camaleones, se adaptan a los cambios de las circunstancias políticas y económicas para garantizar sus ganancias de millones de dólares día con día.
No debemos olvidar que antes de la victoria del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), los empresarios agrupados en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y en el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) fueron los autores intelectuales y quienes financiaron la campaña de mentiras contra la persona que nos presentaban como “un peligro para México”.
Sin embargo, AMLO ganó las elecciones muy a su pesar, y muy a su pesar decidieron no impulsar un fraude, rumiaron su aparente derrota e iniciaron su ofensiva para no perder ningún privilegio.
A casi ocho meses del gobierno de AMLO varios analistas consideran que lo que llaman “derecha” o los conservadores reaccionarios están desorganizados porque sus partidos están en declive, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el Partido de la Revolución Democrática (PRD), todos han perdido fuerza y aparentemente no tienen una cabeza visible capaz de organizar e impulsar una marcha de repudio a AMLO de más de dos mil personas.
Esos analistas cometen un gran error: los empresarios, la burguesía se ha deshecho de los colores que le estorban, ha dejado de lado por el momento a los ejecutores desprestigiados de su política económica, y ha retomado el diálogo con el gobierno de manera directa.
Los empresarios se han vestido del color del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y ¿cómo no hacerlo si lejos de ser investigados, juzgados y sancionados por saquear nuestro país y explotar al pueblo, reciben nuevas oportunidades de mantenerse millonarios?
El 23 de julio AMLO se reunió con Carlos Salazar Lomelín, representante del CCE, y con el presidente del CMN Antonio del Valle Perochena, para acordar las reglas básicas que deberán cumplir los empresarios para invertir en el sector energético del país. A partir de este acuerdo, según información de algunos medios de comunicación, la inversión en petroquímica será privada, excepto en La Cangrejera y Pajaritos, donde habrá inversión pública. Sin embargo, esto no significa que los empresarios privados no puedan invertir en gas y en electricidad.
¿Por qué deberían estar enojados los empresarios con AMLO si los deja seguir manteniendo sus ganancias?
¿Para qué necesitan intermediarios si ellos directamente arreglan sus negocios?, ¿si además del CCE y el CMN, tienen a otros integrantes de sus organizaciones empresariales en el Consejo Asesor Empresarial de AMLO? Ricardo Salinas Pliego, Miguel Alemán Magnani, Carlos Hank González y Olegario Vázquez Aldir son los empresarios que forman parte de ese consejo, sin olvidar al empresario Alfonso Romo, jefe de la oficina del presidente.
El argumento es que no hay dinero público, es decir, del pueblo, para invertir en el sector energético y por eso el 25 de junio AMLO declaró que se necesitaba la inversión privada. Pero ¿no acaso fueron los empresarios privados los que desmantelaron el sector y se beneficiaron de esa acción en 36 años de neoliberalismo?
Mantener los privilegios de los empresarios en vez de arrebatarles sus ganancias manchadas de la sangre del pueblo es como pedirle un favor al verdugo, en lugar de deshacerse de él.
La burguesía, los empresarios, no pierden, y ahora retoman el discurso de lograr la soberanía energética para beneficiarse por encima de las empresas extranjeras, pero no para que el pueblo trabajador recupere la soberanía sobre sus recursos naturales.
Ésa es la gran diferencia entre la concepción socialista y democrática de soberanía, y la concepción capitalista de la misma.
Para los socialistas soberanía energética significa que el pueblo, obreros, campesinos, profesionistas, tengan el control de la explotación de sus recursos; para los burgueses en este momento soberanía significa que ellos puedan garantizar la inversión privada en la explotación de los recursos, por encima de las compañías internacionales, con las cuales tienen acuerdos y de las cuales son socias.
El carácter de la clase burguesa trasnacional en nuestro país no ha cambiado: es antipopular, reaccionaria y antiproletaria; puede ceder frente a un gobierno que, sin lesionar sus intereses más profundos, limita ciertos aspectos de sus ambiciones, pero siempre garantizará sus riquezas y su posición dominante en la sociedad, mediante el control de los grandes medios de producción.
Al movimiento popular independiente nos toca arrancar las máscaras de la burguesía por medio de la agitación, la propaganda y la organización; nos toca explicar pacientemente al pueblo las trampas que la burguesía nos tiende para engañarnos y hacernos pensar como burgueses sin serlo y alegrarnos por las migajas que nos dan.
Nos toca ser audaces y llegar al oído del pueblo más atrasado en su conciencia política y ser la alternativa para el pueblo que se da cuenta de la trampa y busca organizarse.
La soberanía de la nación reside en el pueblo oprimido y explotado, no en la inversión de los empresarios burgueses autores, ejecutores y beneficiarios de la política económica neoliberal. Así como AMLO manifestó que el Fondo Monetario Internacional (FMI) debería pedir disculpas al pueblo de México por más de 36 años de neoliberalismo, así debería pedirles a los empresarios mexicanos que se disculparan con el pueblo por la larga noche de terror y crisis económica en que nos mantienen, en vez de premiarlos.
¡Acabar con el neoliberalismo de raíz; construir el socialismo! 

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