6/05/2020

Informar sobre la pandemia, entre la opacidad y la pobreza laboral

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San Luis Potosí, SLP. El 15 de marzo, Diana, quien se desempeña como reportera en uno de los medios de comunicación más importantes del estado de San Luis Potosí, acudió al cajero electrónico para retirar su salario; sin embargo, notó que el depósito que se le hizo por esa quincena no estaba completo, sino que consistía únicamente en la mitad de lo que percibe.
El rumor respecto a que la empresa estaba buscando reducir sus gastos con cargo a la economía de sus reporteros había comenzado a circular días antes, pero enterarse de un pantallazo en el cajero pegó duro en el ánimo de la joven, quien, como muchos periodistas mexicanos, labora, ya de por sí, en un entorno donde la media salarial apenas queda en 5 mil 300 pesos por mes, según la estimación al 11 de mayo de 2020 que exhibe el portal global de búsqueda de empleo, Indeed.
“Nos dijeron que iba a ser la única vez, que es por la situación, que no hay dinero, que la empresa está en números rojos pero que al menos no iban a despedir a nadie”, relató. Diana reconoció que a raíz de la noticia decidió limitar sus salidas para reportear en campo, pues en muchas ocasiones los traslados requieren el uso de taxis u otros servicios de transporte que de por sí en las condiciones regulares de pago se hacen pesados. “A una compañera le estaban pagando solamente ¡el 25 por ciento de su salario!”

Trabajar sin contrato y sin prestaciones

El 1 de mayo de este año, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que un 15.8 por ciento de las personas ocupadas como periodistas o locutoras en México enfrenta la pandemia de COVID-19 sin contar, por lo menos, con un contrato que lo una a su centro de trabajo; además, se expuso también que apenas un 66.4 por ciento cuenta con algún tipo de prestación y, en un momento en que la salud es el activo con mayor exposición al riesgo, solo 59.1 por ciento cuenta con atención médica como parte de sus prestaciones laborales.
Es por eso que Daniela, corresponsal de un medio de comunicación huasteco en la capital del estado, expuso su molestia y preocupación, pues quien la emplea “quiere notas del día, con video, (y trabajamos) sin viáticos, ni saldo, mucho menos celular y ni se diga de cubrebocas, gel o guantes. Nada”.
Diana, por su parte, coincidió con Daniela en que los dueños de los medios de comunicación, no sólo escatiman en apoyo para que sus trabajadores se mantengan en activo, sino que mantienen el nivel de exigencia e incluso, dado el flujo de información que ha traído consigo la pandemia, el trabajo se ha incrementado.

Positivos al COVID

Justo el día de ayer, la organización suiza Campaña Emblema de Prensa (Press Emblem Campaign/PEC), reveló que América Latina es la región del mundo donde se han presentado más casos, en total 62, de personas periodistas que perdieron la vida tras un diagnóstico positivo por COVID-19. 13 de esos casos ocurrieron en México.
En San Luis Potosí, Magui López, reportera del diario “El Mañana de Valles”, fue sometida al proceso para detectar COVID-19 el pasado 7 de mayo, en Ciudad Valles. Días antes había estado haciendo coberturas en calle y particularmente, recordó, realizó una transmisión en vivo desde un tianguis a donde cientos de personas acudían sin que mediara protocolo alguno para la prevención de contagios.
“Yo estuve trabajando desde el inicio de la pandemia; yo creo que al inicio sin las medidas de precaución necesarias, hay que reconocerlo. Mi jefe me insistía mucho: ‘ponte el cubreboca’ pero, insisto, hasta que no te pasa, no la crees”.
“Los síntomas no me pegaron tan fuertes; yo comencé a sentirme mal un miércoles. De hecho, no me presenté a trabajar y, de hecho, me obligaron a que fuera al médico. Fui, pero había pacientes. Duré dos horas y media afuera y mejor decidí retirarme porque dije, ‘me pega dengue de tanto zancudo que hay’, ríe.
Finalmente, un día después fue ingresada al hospital. “Desde que entras es un miedo. Te reciben doctores y enfermeras con sus trajes completitos; sí te empiezas a poner de nervios. Yo sentía que no podía respirar, pero no tan grave. Me dio una temperatura muy rara. A los veinte minutos se me quitaba y luego bien fría. Altibajos feos, pero no grave. (…) Te empiezan a hacer preguntas y pues la prueba es un cotonete hasta la… nariz y otro en la boca. Doloroso, asco, todo. Duré un día aislada”.
Aunque 12 días más tarde, durante los cuales se mantuvo completamente aislada, Magui recibió la noticia de un diagnóstico negativo. No soslaya que el trabajo periodístico seguramente la colocará de nuevo frente al riesgo de contagio: “yo siempre he dicho que todo trabajo tiene su riesgo y el de nosotros un poquito más, pero pues alguien tenía qué hacerlo, ¿no?”.
La reportera huasteca aseguró que el medio de comunicación para el que labora le ha proporcionado el equipo necesario para trabajar de manera segura; sin embargo, su caso es excepcional.
De acuerdo con otros testimonios recolectados para este trabajo en San Luis Potosí y con el secretario general del PEC, quien, en relación con los casos en que el contagio ha derivado en el deceso de personas periodistas, apuntó:
“Los trabajadores de los medios tienen un papel importante que desempeñar en la lucha contra el coronavirus, tienen que informar sobre la propagación de la enfermedad. Algunos murieron por falta de medidas de protección adecuadas en el ejercicio de su trabajo”. 

Censura y obstaculización en el trabajo periodístico

En el documento “Periodismo, libertad de Prensa y COVID-19”, emitido por la UNESCO el 3 de mayo pasado, la organización reconoció que, entre otros, un obstáculo que enfrentan las personas periodistas alrededor del mundo es el impedimento para accesar a las fuentes de información.
La UNESCO citó que han sido documentados “140 casos de violaciones a la libertad de prensa relacionadas con la pandemia del COVID-19, incluyendo arrestos y cargos criminales, censura, restricciones al acceso a la información, regulaciones excesivas sobre “noticias falsas” y ataques verbales o físicos alrededor del mundo.
México no es la excepción y en latitudes menos expuestas, como el interior del país, el funcionariado público, en algunas dependencias más que en otras, ha representado un impedimento para que las personas periodistas accedan a la información y la presenten ante la ciudadanía.
Diana, reportera desde hace varios años de la fuente local en la capital de San Luis Potosí, denunció que desde que fueron suspendidas las actividades en algunas dependencias públicas, se ha convertido en un reto conseguir información oficial pues aunque algunos funcionarios se muestran dispuestos a responder llamadas telefónicas, otros han aprovechado la pandemia para poner distancia y evitar los cuestionamientos de la prensa.
Si en la capital es difícil hacerse de información oficial, en zonas como la Huasteca el reto es todavía mayor. “Andamos perreando la nota, batallas un chingo para encontrar la información, sobre todo las dependencias estatales”, relató Magui López quien ejemplificó que ni siquiera la temporada de incendios forestales logró que el encargado de la oficina de Comisión Nacional Forestal (Conafor) en esa zona del estado se apersonara para informar a la ciudadanía, a través de los medios.
Paradójicamente, mientras que las y los periodistas hacen lo posible por buscar historias que contar -incluso desde el encierro, la precarización laboral, o la censura- no pueden contar abiertamente la suya, pues hacerlo, en muchos casos, significaría poner en riesgo su fuente de trabajo en un momento de profunda incertidumbre laboral.
“También está la parte del miedo”, reconoció Diana, “¿y si no trabajo y luego me corren? Entonces tratas de mandar tus notas, tus videos, etcétera (…) Seguimos saliendo a la calle, seguimos entregando los videos. Estoy resistiendo. Sobreviviendo”.
20/MJPZ/LGL

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