Patricia López Suárez / Gaceta UN
Práctica milenaria anterior al siglo V antes de Cristo, aplicada mayoritaria pero no únicamente en el África subsahariana, la mutilación genital femenina implica la escisión, total o parcial, de algunos o de todos los órganos genitales femeninos externos, del clítoris y a veces de los labios mayores o menores, además del estrechamiento de la abertura vaginal, explicó Helena López González de Orduña, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG).
“Se trata de una práctica cuyo sentido en las sociedades patriarcales es básicamente asegurar el control sobre el cuerpo de las mujeres. Otra explicación simbólica es hacerlas sujetos de matrimonio y de intercambio”, afirmó.
En el contexto del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Femenina, que se conmemoró el 6 de febrero en todo el mundo, la académica consideró que la efeméride es importante porque “es claramente de una práctica patriarcal, que viola derechos fundamentales de las mujeres, que tiene unas consecuencias devastadoras en términos físicos, psicológicos y en la que no se toma en cuenta la decisión de la mujer”.
Agregó que es una práctica muy violenta físicamente. “El tener un día al año en el que podamos tomar conciencia sobre esta vulneración de los derechos fundamentales de las mujeres y de las niñas (porque generalmente se practica en menores de edad) es importante para sensibilizar y denunciar, en particular, en sociedades que aspiran a ser demócratas y para la agenda feminista”, remarcó.
De acuerdo con la página web de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) esta práctica implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos. Internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.
Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazos, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.
Según datos de la ONU, esta práctica se concentra en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como en algunos otros asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Paquistán) y algunas pequeñas comunidades de Latinoamérica. Asimismo, persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda.
De acuerdo con este organismo internacional, en los últimos 25 años la prevalencia de la mutilación genital femenina ha disminuido en todo el mundo. En la actualidad, una niña tiene un tercio menos de probabilidades de sufrirla que hace 30 años.
Denuncias públicas
López González de Orduña destacó que en la erradicación de la mutilación genital femenina hay avances, pues actualmente en países como Egipto, Turquía y Burkina Faso existen leyes que prohíben esta práctica, además de que hay personajes muy visibles que la denuncian, aunque para promover su erradicación es necesario realizar esfuerzos coordinados y sistemáticos en los que participen las comunidades en torno a la concienciación sobre los derechos humanos, la igualdad de género, la educación sexual y la atención a las víctimas de la también llamada ablación.
La investigadora resaltó entre los personajes que luchan contra esta práctica a la médica ginecóloga y activista social nigeriana Olayinka Koso-Thomas, investida por la UNAM con el doctorado honoris causa en 2015 por su trabajo en esta materia.
“Se le hizo esta distinción en la Universidad porque es una gran luchadora en favor de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas en el continente africano. Hay reconocimientos como éste, modificaciones legislativas, avances en el activismo, creo que hay motivos para ser optimistas”, afirmó.
López González de Orduña subrayó que el control sobre el cuerpo femenino no es una práctica exclusiva de naciones que evaluamos como “más atrasados”, sino un ejercicio que sigue siendo común en el mundo, aunque en otras formas. “En nuestros países persisten problemas como los feminicidios, el aborto y los bebés sin dimorfismo sexual sobre los que se decide arbitrariamente su condición sexual”, recalcó. Por ello consideró que el feminismo tiene aún mucho que pelear, para lograr que las mujeres hagan con su cuerpo lo que quieran.
Añadió que el hecho de que la mutilación genital femenina sea una práctica patriarcal de control del cuerpo de las mujeres significa que en el siglo XXI esa lógica de apropiarse sigue siendo muy común. “Se siguen negando a las mujeres los derechos sexuales y reproductivos y el acceso a una interrupción legal del embarazo segura y gratuita. No es un asunto de naciones atrasadas, nosotros también tenemos ejemplos de reapropiación del cuerpo de las mujeres”, insistió.
Algunas cifras
La página web de la ONU destaca en 2023 que 4.32 millones de niñas en todo el mundo corren el riesgo de sufrir mutilación genital femenina.
Asimismo, en países como Eritrea, Etiopía, Guinea y Sudán, porcentajes significativos de hombres y niños se oponen a erradicar la mutilación.
En tanto, el Fondo de Población de la ONU (UNFPA) calcula que en 2030 podría haber hasta 2 millones más de casos de mutilación genital femenina.
El organismo internacional señala que una de cada cuatro niñas y mujeres víctimas, es decir, unos 52 millones en todo el mundo, fueron mutiladas por personal sanitario, lo cual señala una tendencia alarmante en la medicalización de la mutilación genital femenina.
Este año, el programa conjunto de la UNFPA y UNICEF lanzan el tema: “Aliarse con hombres y niños para transformar las normas sociales y de género y acabar con la mutilación genital femenina”.
Para “sembrar semillas” en la educación hacia la igualdad de género, la investigadora universitaria recordó que en esta casa de estudios hay un Posgrado en Igualdad de Género y asignaturas obligatorias de género en diversas licenciaturas, las cuales ayudarán a considerar la equidad entre hombres y mujeres que actualmente se están formando en nuestra casa de estudios.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM
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