12/09/2010

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Tiempo de Blues

Nessum dorma

Raúl de la Rosa
Foto
Jeff BeckFoto Fernando Moguel
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Vino LaudenFoto Sandra Redmond

Primera llamada

Con Nadie duerma (Nessum dorma), de Puccini, Jeff Beck despide una sesión memorable y nostálgica; no había más para ese público complaciente con todo lo que ese genial y ecléctico guitarrista ofreció en un lunes imborrable.

Si con esa conmovedora aria de Turandot se despidió, la bienvenida la soltó de golpe y talento: Plan B era el aviso del repertorio que esa noche ofreció en una cascada infinita de sonidos, acordes, distorsiones con una banda que lo cobija, lo acompaña y lo respeta en escena como a pocos.

Tache a la empresa que trajo a Beck. Ni un programa, vamos, ni una hojita que informara un poco del propio Jeff y de la banda que lo acompañó; veo notas tempranas y todos los nombres están equivocados. Es cierto que Vinnie Colaiuta, considerado como de los mejores bateristas del mundo, ha tocado con Jeff, pero ahora éste vino con Michael Walden, extraordinario baterista (poseedor de potencia y precisión), compositor y uno de los productores con mayor número de éxitos.

Jason Rebello, pianista inglés de jazz, no sólo acompaña, sino crea atmósferas, distorsiones y voces que envuelven a todos y cada uno de los asistentes; mención aparte merece la bajista, porque mujeres que toquen el bajo son pocas, quizá la más conocida sea precisamente Tal Wilkenfeld, una linda peliroja que ha participado con Beck en varias ocasiones, pero ahora vino una jovencita morena australiana de 24 años: Ronda Smith, quien ha tocado con Allman Brothers Band, Chick Corea y Eric Clapton, entre otros.

Segunda llamada

Destaco a los integrantes de la banda que acompañó a Jeff Beck porque es una de las razones por las que ese concierto fue redondo; el propio Beck da pie a que cada uno tenga su parte y muestre su talento. Cuando sueltan la versión de Rollin’and Tumblin’, de Muddy Waters, la voz de Ronda Smith nos sorprende con su tono ríspido, y luego tiene un solo de bajo muy funky que provoca alaridos y nutridos aplausos. Lo mismo sucede con todos y cada uno de los demás integrantes, músicos profesionales a cual más.

Del público sorprende la edad, un promedio de 40 años. Varios llegaron seguramente de sus trabajos todavía con saco y corbata; teatro lleno, buen sonido y buen manejo de luces. Para unos fue una experiencia irrepetible, los había que asistieron al concierto en esta misma sala un 10 de octubre de 1998. Pero todos, eso sí, conocían a Jeff Beck y aplaudieron y corearon todo. Creo que salieron satisfechos, a juzgar por la sonrisa dibujada en los rostros.

Hace ya 45 años de que Jimmy Page lo recomendó a los Yardbirds para sustituir a Eric Clapton. Este grupo no permaneció mucho tiempo unido, pero de ahí salieron tres de los mejores guitarristas del llamado Blue Eyed Blues: Clapton, Page y Beck.

Se menciona que Beck sentó las bases del heavy metal, pero lo importante es su búsqueda permanente de efectos sonoros con la utilización de tecnología, el número de pedales en el piso, las distorsiones de la voz, las atmósferas creadas con los sintetizadores y, por supuesto, con sus manos y el vibrato de su Stratocaster, que distan en años y en recursos de The Jeff Beck Group, formado en 1967 con el vocalista Rod Stewart, el bajista Ron Wood y Aynsley Dunbaren en la batería.

El concierto termina con A Day in The Life, de los Beatles, y se retiran para volver con Higher, que nos recuerda a Tina Turner. La gente de pie, aplaudiendo y gritando; luego Jeff toma su Les Paul y toca, en memoria del creador de esa guitarra, How High the Moon, ya que él y su esposa Mary Ford la hicieron famosa. La versión de Nessum dorma es impresionante. La guitarra se convierte en una orquesta sinfónica y los demás colaboran para ese cierre espectacular con Jeff Beck hincado, rodeado de luces brillantes, blancas, deslumbrantes como todo el concierto; seguramente Pavarotti estaba en algún lugar sonriente y complacido.

Tercera llamada

Digamos que fue un fin de semana de fiesta para el que teclea, pues el sábado y domingo anteriores asistimos al Polanco Blues 2010. Dos conciertos que tuvieron lugar en ese parque, sitio donde comparten espacio vis a vis Abraham Lincoln y Martín Luther King. Las Señoritas de Aviñón iniciaron el descorche el sábado. Sobrios y seguros transitaron con velas desplegadas del jazz al blues y viceversa, mejor apertura no pudo haber. Siguieron los decanos del blues en México: Follaje.

Toronzo Cannon, músico de Chicago, acompañado por la banda Vieja Estación, cerró esa noche en el más estricto sentido del blues, todo atemperado, voces e instrumentos, y Toronzo platicando, bailando y tocando la guitarra con ese aire de Chicago.

El domingo se presentaron la Dalia Negra, Angel D’Mayo y Vino Lauden y su Blues Band. Vino encabezó durante 10 años la banda de Koko Taylor, la Blues Machine. Al escucharlos uno entiende el porqué fue la banda de la Reina del Blues, quien próximamente estará en ese foro, que se está recuperando con conciertos y festivales.

Tres días, tres conciertos, digamos que fueron lo mismo, pero diferentes.

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