10/06/2011

Morena y los partidos


Gerardo Fernández Casanova
(especial para ARGENPRESS.info)
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“Que el fraude electoral jamás se olvide.
Ni tampoco los miles de muertos inocentes.”


El pasado 2 de Octubre, a la par de la reflexión por el aniversario de la masacre del 68 en Tlaltelolco, tuvo lugar la asamblea por la que el Movimiento para la Regeneración Nacional (MORENA) se constituyó como asociación civil, en un acto que colmó de simpatizantes el Auditorio Nacional de la Ciudad de México. Ni en los mejores tiempos del PRI hegemónico se había registrado un movimiento social y político con los alcances del MORENA, con presencia en todo el territorio nacional y en el amplio abanico de los sectores de la sociedad. El proceso seguido para su construcción, iniciado inmediatamente después de consumado el fraude electoral del 2006, es una cadena de pequeños logros que se van sumando y escalando; metas que al cumplirse impulsan hacia etapas más ambiciosas, hasta constituir grandes logros. MORENA es producto de una colosal suma de voluntades que responde a la tenacidad de su convocante y armador, Andrés Manuel López Obrador, y a la decisión colectiva de emprender la regeneración del país y transformar positivamente la realidad imperante.

Son muchos los efectos esperados por la vigencia del MORENA, no sólo como fuerza política fundamental para los comicios del 2012, sino como instrumento permanente de la participación ciudadana en la cosa pública, hoy tan reclamada pero tan lejana. El organismo se diseña para tener vigencia más allá del proceso electoral; desde hoy se programa celebrar su congreso en noviembre del año próximo para, en función de los resultados, optar por convertirse en el instrumento de soporte del régimen progresista, para acompañarlo y exigirle el cumplimiento de lo postulado, o para ejercer una oposición desde un partido independiente y verdaderamente comprometido con el país y con las causas populares.

Uno de los efectos más importantes consiste en el rompimiento del esquema actual del sistema de partidos y del control ejercido por sus burocracias, particularmente la enquistada en el PRD que ha trastocado sus principios y objetivos fundacionales. La gran masa ciudadana que simpatiza con el progreso, pero que no encuentra cabida en los llamados partidos “progresistas”, cuenta hoy con un espacio propio con la suficiente capacidad para condicionar su apoyo electoral; en adelante ningún proyecto de izquierda será viable sin la concurrencia de MORENA, en tanto que toma cuerpo la posibilidad de realizar una reforma de fondo al sistema de partidos vigente, indiscutido culpable del deterioro de la actividad política. No es poca cosa habida cuenta de la forma en que las burocracias partidistas tienen sometido al poder legislativo.

Está en pie la decisión del dirigente para someter su participación personal como candidato presidencial al resultado de la encuesta que determine quien sea el mejor posicionado, en términos de asegurar una candidatura única por la izquierda progresista; tal afirmación en el discurso fue acompañada por una clara profesión de fe republicana, ajena a toda suerte de protagonismo falso o de ambición vulgar. Le creo, aunque también creo que la fuerza de MORENA le garantiza ser ese mejor posicionado.

Especial mención amerita la composición de los órganos de gobierno del movimiento. Una comisión ejecutiva con gente de probada capacidad y honestidad. El Consejo Consultivo con lo más granado de la inteligencia política y académica cuyo único defecto es que, siendo todos los que están, no estamos todos los que también somos, seguramente porque somos demasiados.

¡Enhorabuena, México! Tenemos mucho para ganar.

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