11/27/2012

Los periodistas pal cafe......




Quince minutos no significan nada para un diálogo político serio, con ánimos de trascendencia y con respeto mutuo de los interlocutores. Cierto es que a un locuaz sin noción histórica, como Chente Fox, ese lapso le pudo parecer suficiente para arreglar el conflicto armado de Chiapas, al que finalmente dejó como lo había tomado, pero en el caso del mexiquense engolosinado con su fiesta sabatina parece desatento y tal vez hasta desdeñoso el que la Casa Blanca destine tan poco tiempo a la plática en privado, en un virtual saludas y te vas (una especie de involuntaria reproducción en Washington de la celeridad silente con que se realizará la toma de protesta en San Lázaro) que en su fugacidad delata poco aprecio de Barack Obama y poco peso de Peña Nieto.
Quince minutos a solas y unos treinta y cinco en grupo, con las comitivas de ambos personajes principales, explicó apresuradamente en Twitter el virrey Videgaray, tratando de conjurar la picaresca colectiva que ya se ensañaba con el tema. En total, la reunión se extendería por espacio de aproximadamente 50 minutos, según tuiteó el coordinador general del equipo para la transición gubernamental, aunque más tarde ese mismo equipo, contraviniendo las expandidas estimaciones cronológicas del jefe Luis, se aventó a emitir, nomás con base en su ronco pecho boletinero, una declaración a la palabra que le adjudicaba unilateralmente un poquito más de tiempo (por espacio de una hora) a la reunión que de haber sido por los ensueños peñanietistas habría incluido comelitona, brindis, sobremesa, tertulia, canto a dúo con mariachi y menudo o pozole de madrugada.
Pero lo cierto es que el mexicano sólo tendrá 15 minutos a solas frente al estadunidense, según el programa oficial. Muy poco tiempo para desahogar lo que la imaginación popular atribuye, sin mayor prueba, a esos encuentros: la presentación de la lista del gabinete para conseguir aprobaciones o cuando menos no tener objeciones, sobre todo en rubros tan delicados como los hacendarios y los de seguridad y combate al narcotráfico, y la entrega de llaves para que el interés gringo decida lo que le convenga en materia de energéticos y en especial en cuanto a privatización de Pemex.
La insoportable brevedad del encuentro privado en Washington tiene un agregado igualmente ominoso: el obamismo alineará a sus funcionarios de rigor (Hillary Clinton y otros miembros de la plantilla del Departamento de Estado; el embajador de Estados Unidos en México), pero también ha convocado para el rapidín con los mexicanos a asesores y especialistas en asuntos de seguridad y terrorismo. Más allá de las apariencias protocolarias, a los gringos lo que les interesa es tener más o menos bajo control el patio trasero, garantizando que los incendios sureños no afecten al vecindario imperial. Como zanahoria mojada, Obama está usando el tema de la reforma migratoria, una especie de moneda de cambio, condicionada e imprecisa, que el peñanietismo podrá tener si a cambio cede en los temas que son esenciales para EU, es decir, seguridad y energéticos.
La suavidad, el avenimiento y el reloj comprensivo frente a los gringos se ha vuelto en la capital del país rispidez, provocación y agravio. La instalación de emplazamientos bélicos alrededor de San Lázaro y el cierre de estaciones del Metro y de paradas del Metrobús cercanas a esa cámara de diputados han multiplicado en un segmento de la población capitalina la convicción de que Peña Nieto está demasiado lejos del pueblo que dice representar y que su llegada mercantil al poder no ha producido ningún tipo de júbilo colectivo genuino sino un silencio receloso, una aceptación fatalista e incluso una propensión a la protesta enérgica, más allá de los canales institucionales de disidencia que muy comprensivos se han mostrado en esta ocasión, fogosos en lo discursivo pero cedentes en cuanto a tiempos clave, plazas emblemáticas y organización de la protesta real.

Violatorio de garantías constitucionales y confirmatorio del Espíritu de Atenco que durante un sexenio reinará, el virtual estado de sitio montado alrededor de San Lázaro es intencionalmente exagerado y marcadamente insensato. Peña Nieto necesita demostrar de entrada la mano dura que cree que irá diluyendo la oposición a su llegada comercial al poder y que así irá preparando el camino para las reformas estratégicas en materia de energéticos (privatización de Pemex, sobre todo) y de impuestos. Los aires represivos reivindicados orgullosamente en la Universidad Iberoamericana al final de un viernes negro de mayo tendrán oportunidad de ser puestos en práctica ya desde el poder comprado.
En esa exploración de los límites de la protesta social, el cierre de las estaciones del Metro indicó a los estrategas peñistas un punto rojo. Durante seis días y afectando puntos importantes de la agitada vida cotidiana capitalina, las fuerzas federales mostraban poco respeto por el tiempo y el trabajo de muchos ciudadanos. Al propio jefe saliente de gobierno se le acumularon mensajes en Twitter en demanda de que abriera las estaciones del Metro. Ayer se anunció la reposición de servicio en dos de esas estaciones, y el futuro procurador federal de justicia, en funciones actualmente de presidente de la directiva de la Cámara de Diputados, Jesús Murillo Karam, ha considerado excesiva y prematura esa vigilancia extrema que dice que él no solicitó (aunque su otro yo, en funciones de peñista militante, probablemente aplaude y celebra).
A propósito de dualidades, Vicente Fox condiciona su reafiliación al PAN en abierta venta de favores políticos al partido que lo llevó al poder. Luego, ha hecho críticas a la concentración de poder represivo en Gobernación con las reformas peñistas, mientras corren versiones de que para encargarse de esa subsecretaría del interior está apuntado el general Rafael Macedo de la Concha, que fue titular de la PGR durante el foxismo.
Y, mientras Calderón sigue inaugurando obras no terminadas y provocando enojos populares, como sucedió con yaquis y sonorenses a propósito de un acueducto largamente impugnado, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero



Caray, ni la burla perdona. El gobierno del presidente Felipe Calderón se despide del sector obrero autorizando un aumento al salario mínimo que equivale a cinco tortillas. Se trata de la cantidad que autorizó para que se nivele el de la zona B (60.57 pesos diarios) con el de la zona A (62.33 pesos). El aumento es de 1.76 al día.
¡Qué despedida!
Todavía hoy existen en China algunas zonas rurales donde la gente cobra su salario con tazones de arroz. Si México quiere competir con éxito –dicen los neoliberales– debe sacrificar los salarios al máximo. En esa línea, la nivelación del salario mínimo de la zona B con el de la A equivale a cinco tortillas. Era de 60.57 pesos al día, subió a 62.33. Si consideramos que un kilo de tortillas cuesta 13 pesos, en promedio nacional, y un kilo tiene 37 tortillas, por lo tanto, cada una vale 35 centavos y el multicitado aumento equivale a cinco tortillas. Vaya despedida de Calderón. No le bastó con el reformón laboral.
Sin cambio, la zona C
Admito que ayer me dejé llevar por el entusiasmo. Han sido muchos años en que he venido presionando para que desaparezcan las tres zonas salariales en que caprichosamente está dividida la República. Cuando me enteré de que sorpresivamente la Comisión Nacional había tomado la decisión, finalmente, de nivelarlos, supuse que se refería a las tres. ¡Oh, desilusión! La zona C –que abarca gran parte de la República– seguirá siendo castigada con un salario de sólo 59.08 pesos. Ya era tarde para corregir mi texto, lo hago ahora. Así que el beneficio de las cinco tortillas extra al día sólo lo recibirán no todos, pero sí alrededor de 55 municipios ubicados en Jalisco, Nuevo León, Sonora, Tamaulipas y Veracruz. Aun siendo tan insignificante el aumento, un portavoz del Consejo Coordinador Empresarial dice que se trata de una violación al estado de derecho. Y eso que está empeñado en que crezca el mercado interno. (¡Gulp!)
Peña Nieto en Estados Unidos
Varios países que Peña Nieto ha visitado recientemente están enfrascados en la discusión sobre la necesidad de que los ciudadanos muy ricos paguen más impuestos. De eso escuchará hablar también en Estados Unidos. Uno de sus millonarios, Warren Buffet, escribió un artículo para el New York Times en que apoya la propuesta fiscal del presidente Obama. Buffett dijo una vez que paga más impuestos (proporcionalmente) que su secretaria, y su declaración levantó olas. Opina que los 400 billonarios estadunidenses de la lista de Forbes poseen en su conjunto una fortuna de 1.7 trillones de dólares (billones para nosotros). Casi seis veces más de lo que poseían en 2002. Si calculamos con detalle su ingreso, ganan en promedio 97 mil dólares por hora (el salario mínimo más alto de la prole gringa es de 10 dólares; rige en San Francisco). ¿Por qué no deberían contribuir con más? La mitad sólo cubre un impuesto de 20 por ciento sobre sus ingresos gravables, una cuarta parte 25 por ciento y el resto absolutamente nada (como Los Intocables mexicanos). Buffett sugiere un impuesto de 30 por ciento sobre ingresos de uno a 10 millones anuales y de 35 por ciento si son mayores. Dicen que los viajes ilustran; tal vez Peña Nieto haya tomado nota de lo que sucede en Estados Unidos y Europa.



Imparable en el medallero de grandes logros, el aún inquilino de Los Pinos (aunque ya aligera la mudanza a su sucesor) no deja de colgarse áureos galardones en el pecho. Apenas ayer se documentó el indiscutible primerísimo lugar que el susodicho ocupa en lo que a salida de capitales se refiere, cuando raudo obtiene otro, pero ahora en materia de importación de alimentos, resultado del profundo abandono en el que dejó al campo mexicano. En su sexenio, de acuerdo con cifras del Inegi, México adquirió en el extranjero alrededor de 114 mil millones de dólares en productos alimenticios, que terminaron en el estómago de los mexicanos (en algunos mucho más que en otros).
A lo largo de su estancia en la residencia oficial, el caballito de batalla del personaje fue el tema de los altos precios internacionales de los alimentos, los cuales no sólo provocaron penuria en la mesa de la mayoría de los mexicanos, con el consecuente deterioro del bienestar familiar y el incremento de la pobreza (6 millones adicionales en su primer bienio en la residencia oficial), sino que presionó al máximo la capacidad de la economía nacional, de acuerdo con su propia lectura.
La de por sí creciente dependencia nacional de los mercados foráneos de alimentos tuvo en Felipe Calderón y su gabinetazo sus mejores aliados, pues para combatirla metieron el acelerador a fondo e incrementaron sustancialmente la importación de esos productos de consumo humano, mientras privilegiaba la exportación de las frutas y hortalizas del oligopolio agro empresarial y refrendaba su política de abandono del campo mexicano. Así, en cada uno de los días que dieron cuerpo a su sexenio, del país salieron poco más de 52 millones de dólares para tal fin, o si se prefiere 2.2 millones de billetes verdes por hora de estancia en la residencia oficial.
A lo largo de los últimos cinco sexenios (de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón), cuando menos, la competencia por el oro en importación de alimentos ha sido implacable, pues los respectivos inquilinos de Los Pinos hicieron su mejor esfuerzo por incrementar la dependencia alimentaria y pasar la factura, en dólares, a los mexicanos, mientras paulatinamente dejaban a su suerte al campo nacional. Total, en los mercados foráneos existe un buen surtido y la dependencia alimentaria no es un problema de seguridad nacional. ¿Cuál es el resultado? La Cepal ofrece la respuesta: México se convirtió en el principal importador de alimentos básicos en América Latina, y la FAO la redondea: México es el principal importador de granos de América Latina y el Caribe.
Cientos de miles de millones de dólares han salido del país para evitar el desabasto de alimentos (aunque éste también depende del poder adquisitivo de las personas, el cual también ha sido devastado), sin que a lo largo de los últimos 30 años alguien en el gobierno se preocupara, y menos ocupara, por implementar una política de sustitución de importaciones en este renglón y de nueva cuenta poner a producir al campo nacional, con el efecto positivo en el nivel de bienestar de las familias campesinas.
La creciente cuan onerosa importación de alimentos fue presumida por los citados cinco jinetes como inequívoco signo de modernidad y como prueba fehaciente del México acariciando las puertas del primer mundo, mientras la producción interna caía en picada y los campesinos nacionales sobrevivían en la miseria, sin posibilidad de trascender las cosechas de subsistencia, en el mejor de los casos. A principios de los años 90, el país importaba alrededor de 10 por ciento de los alimentos consumidos internamente; a estas alturas, ronda, sino es que sobrepasa, el 50 por ciento. He allí el atractivo signo de modernidad.
Al paso veloz de las importaciones de alimentos se suma el avance sostenido de los precios de dichos productos, la brutal especulación que con ellos se registra en los mercados internacionales, el acaparamiento de la comercialización por parte de unas cuentas trasnacionales y el uso de biocombustibles. Es que los chinos cada día son más y comen más, diría el inquilino de Los Pinos en plena crisis alcista (la primera, en 2007) en los precios de los alimentos, pero la FAO –organismo que de estos sabe un rato, aunque nada pueda hacer para evitarlo– le dijo que no, que si bien la población mundial reportaba un sostenido incremento, en realidad la producción de alimentos caminaba un paso adelante del ritmo poblacional (lo contrario de lo que sucede en México). Y desde entonces lo ha venido repitiendo: la causa de elevadísimos precios no es la falta de alimentos, sino los citados problemas, para cuya solución nadie está dispuesto a meter la mano, porque el mercado se ofende, por mucho que la gente muera de hambre.
Entre chinos tragones y otros fatuos pretextos oficiales, año tras año México incrementó la importación de alimentos, refrendando su política de que el campo nacional no existe (salvo para fines electorales). Por ejemplo, en el sexenio calderonista nuestro país importó maíz por algo así como 12 mil 600 millones de dólares (5.75 millones de billetes verdes por día de estancia de Felipe Calderón en Los Pinos). Entonces, el gobierno respondió con más importaciones, no con mayor producción interna, y a estas alturas a cuando menos 28 millones de mexicanos (40 por ciento más que en 2006) no les alcanza para comer tres veces al día (precios en constante alza, ingreso en permanente descenso y ausencia de empleo, entre otras gracias).
Si bien esta atinadísima cuan fructífera política no fue exclusiva de Felipe Calderón, sería ingrato regatear a éste su gran logro sexenal, que le valió la medalla de oro, tras registrar una cifra histórica en importación de alimentos: 114 mil millones de dólares –billetes más o menos– que representan alrededor del 52 por ciento de lo que México ha erogado por el concepto citado desde 1994. Entonces, el estómago nacional –como ya sucede con tantas otras cosas– depende del extranjero, mientras en el campo nacional se siembra miseria para cosechar votos.
Las rebanadas del pastel
Quien esté interesado en presenciar un acto republicano, democrático, popular y festivo (como se supone debe ser un cambio de mando en la Presidencia de la República, en especial si se trata de la salida de Calderón), favor de no asistir a San Lázaro, porque en tal recinto nada de eso encontrará. Por el contrario, se ha organizado una fiesta para la plutocracia (sin cupo para la prole), rodeada con un operativo de seguridad no sólo insultante, sino de un alcance inversamente proporcional al tamaño del personaje que tomará posesión el próximo primero de diciembre.



El maíz ha formado parte esencial de nuestra cultura desde la antigüedad. Con talento y trabajo, nuestros antepasados lograron maíces tal como lo conocemos hoy. El esfuerzo para conseguir su domesticación admira a los especialistas en la actualidad. Técnicos y científicos indígenas lograron su difusión en gran parte del territorio nacional y más allá; México es centro de origen y diversificación del maíz. Se han clasificado hasta 59 razas y miles de variedades cultivadas en distintos ambientes naturales. Algunos fructifican en 40 días; otros tardan siete meses y más en alcanzar la madurez.
En estos trabajos participaron activamente las mujeres, pues a los avances agronómicos se suman los distintos maíces útiles en la cocina y la alimentación. Los hay especiales para reventar en seco (palomitas), para hacer tortillas, totopos, pinole, pozole, entre otros.


El jueves pasado el presidente egipcio, Mohamed Morsi, cesó al fiscal del Estado, Abdel Maguid Mahmud, a quien se responsabiliza de haber absuelto a funcionarios de seguridad del antiguo régimen imputados por asesinatos y atropellos; ordenó que se volviera a procesarlos; amplió en dos meses el plazo que tenía el comité constituyente para redactar una nueva carta magna y abolió la potestad del Poder Judicial para derogar cualquier disposición del Ejecutivo.

Exige castigo a responsables por muerte en el Issste
El miércoles 29 de febrero del año en curso, como a las 22 horas, acudimos a la clínica-hospital del Issste de Zitácuaro mi hermana Gloria Díaz López y yo a una consulta, ya que ella tenía la glucosa en 133 miligramos. El médico Carlos Carrillo la atendió. Ordenó a la enfermera instalar a mi hermana en una cama y suministrarle suero con un fármaco que no supe qué era, pues la asistente no admitió preguntas.

Una vez que el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) se ha transformado en partido político que busca su registro legal, enfrentará grandes retos para sobrevivir como lo que pretende ser: un partido-movimiento. Señalo solamente cinco que son relevantes: la contradicción entre partido y movimiento, y entre dirección nacional y afiliados en los estados; la falta de financiamiento; la carencia de cuadros profesionales, la doble militancia y la coyuntura electoral de 2013.

Dos grandes proyectos energéticos han sido desechados en Chile en 2012: Hidro Aysén, en el sur, y la termoeléctrica Castilla, en Copiapó. El proyecto Hidro Aysén fue suspendido en mayo de 2012; era una joint venture de 10 mil millones de dólares entre Colbún y Endesa para construir cinco represas en los ríos Baker y Pascua, en la Patagonia, lugares bellísimos. Mientras, la Corte Suprema en agosto 2012 determinó que hacía falta evaluar de nuevo el proyecto termoeléctrico Castilla en Copiapó, propiedad del empresario brasilero Eike Batista y la alemana E.On, y también el puerto adjunto. Hubo en ambos casos oposición popular contra los proyectos.

¿Qué se puede esperar en el sexenio de Enrique Peña Nieto en relación con la política migratoria? Las primeras declaraciones del coordinador de asuntos migratorios de su equipo de transición, Arnulfo Valdivia Machuca, no son muy alentadoras en lo que al respeto de los derechos humanos de los migrantes se refiere. Señala que en el tema fronterizo tenemos que velar por tener una membrana inteligente que detenga lo malo y deje pasar lo bueno, incluidas las personas. Tenemos que tener un cuidado puntual de los derechos, un gobierno humano para tener un tratamiento de las fronteras, vamos a reforzar las políticas de la integración e internación de los extranjeros.

Un número creciente de catalanes está en favor de la tesis según la cual Cataluña es una nación y, como tal, tiene derecho a ser un Estado-nación. Pero no ha llegado la hora aún de empezar el camino que lo conduciría a esa anhelada meta.

Hasta donde puede entenderse por la información que se ha hecho pública, el consejo interno del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) puso en marcha una investigación motivada por la aparición, el pasado mayo, de un artículo firmado por tres investigadores del Grupo de Estudios de Proteínas Membranales (GEPROM) de la Universidad de Montreal, en el que ponen en duda los resultados de dos científicos mexicanos, Alejandra Bravo de la Parra y Mario Soberón Chávez, investigadores de ese instituto. El punto central de la controversia –al menos el que ha motivado la aplicación de sanciones a los investigadores– es la inclusión en sus trabajos de algunas figuras (ilustraciones con las que se trata de representar un fenómeno, en este caso, biológico) en las que se omiten o se resaltan algunos elementos.

La exposición se inicia con unas pinturas tradicionales respecto de lo que la muestra va deparando posteriormente en sus diferentes zonas. Hay una advertencia del artista en el cedulario: él afirma que se impresionó con el color en los cuadros de Hyeronimus Bosch y de Peter Brueghel. La pintura que da inicio es una naturaleza muerta sobre tela muy entramada, algo así como un ejercicio, titulado Paisaje de San Bernardino (1943). Es posible suponer que el autor la conservó como recuerdo de sus inicios, susceptible de mostrar la ruptura que poco después ofrece en cuanto a su distanciamiento de una figuración llamémosle realista.



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