1/28/2015

¿Syriza en México?



Pero... y ¿qué sigue en democracia?…

lasillarota.com

Hay que arreglar la casa. Limpiarla. Barrer y sacar la basura que se ha acumulado durante muchos años y que se esconde aquí o allá. Poner los muebles en su lugar. Limpiar vidrios y ventanas, postigos, puertas y servicios: Tirar lo que no sirve y comenzar un lugar para mejor vivir...

¿Cómo hacerlo? Todo aquí parece adverso. Como si las cosas se hubieran hecho para que los ciudadanos de a pie no tuviéramos salidas, no tuviéramos formas de exigir o componer. Es como si unos cuantos se hubieran apropiado de nuestras vidas y nuestro destino. Es como si estuviéramos encerrados en una jaula en la que están las puertas de acceso, pero no de salida.

¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿En qué momento los mexicanos dejamos en manos de unos cuantos el control de nuestras vidas, de nuestros derechos y libertades sin poder exigir o recriminar o cambiar o decir ¡basta!?...

Y sin embargo, se tiene que hacer el quehacer y al mismo tiempo advertir lo que sigue en este escenario desastroso: Ya están a la vista las elecciones de junio de 2015, presagios peligrosos se perciben no muy lejos, en Guerrero, Michoacán, Oaxaca....

¿Qué hará el gobierno federal, los gobiernos estatales y municipales para solucionar el problema que es su gran problema? ¿Y los partidos políticos? Son muchas las trancas que derribaron. Muchos abusos y engaños. Mentiras y corrupción, que es lo mismo. Asalto a la inteligencia y al porvenir. Todo ahí estaba cifrado. Y sin embargo los mexicanos de transporte público, de buscar en las ofertas, de comprar lo más barato para que alcance, de contar las monedas cada día, estamos en un punto cero.

Hoy los mexicanos están fastidiados. La mayoría de ellos. La mayoría de nosotros. Todo nos confronta y nos agobia. Todo nos divide y nos aísla. No hay confluencia en un ideal, en una zona franca en la que todos –o muchos- estemos dispuestos a comenzar a arreglar la casa y al mismo tiempo iniciemos su reconstrucción. ¿Se puede?

Las manifestaciones del lunes 26 en el DF tienen un sentido inmediato: La recuperación con vida de los 42 muchachos de Ayotzinapa. Estamos de acuerdo en que la lucha razonable de los padres de los desaparecidos en Iguala hace cuatro meses es por verlos regresar de nuevo a casa y que todo hubiera sido una pesadilla de la cual se despierta sudoroso y agitado hasta la asfixia.

Pero a la manifestación del lunes se le treparon intereses de origen diverso: Pocos de éstos o casi ninguno, tienen que ver con transformar al país hacia un estadio de justicia, de fortaleza y de democracia sin tacha, en el que todos –o la mayoría- tengamos cabida para vivir, producir, comer, dormir, amar, soñar, sexar, heredar, perpetuarnos y sentirnos orgullosos de ser de aquí... ¿Y la izquierda institucionalizada mexicana? No estuvo ahí. No está ahí.

Las manifestaciones son expresión de libertad para decir lo que se piensa y lo que se quiere decir. Está bien. Es nuestro derecho irrenunciable. Pero... y ¿qué sigue en democracia?...  

El gobierno no tiene forma de salir del asunto porque dilató la solución. Evadió el problema. Guardó silencio. Espero a tener los cordeles políticos para amarrar o soltar. Y hoy se le han salido de las manos.

Al señor Enrique Peña  Nieto le bastó Ayotzinapa para derretir las reformas estructurales a las que tanto se aferra. Aquí o allá le han dicho que los tiempos son otros y las soluciones otras. Sus respuestas evaden y confrontan. Insiste en decirnos que este es un país diferente al que vemos.

En fin. Que todo aquí ahora es nebuloso. Pero ocurren transformaciones que son la decisión en democracia cuando los actores y las instituciones para la democracia funcionan. Ocurrió apenas el domingo pasado: los griegos hartos ya de las presiones externas; de las decisiones del FMI y de la Unión Europea, y del gobierno alemán, para sobrevivir han decidido cambiar...

¿Hacia dónde? Hacia el punto en el que se encuentra su solución, o por lo menos lo que consideran su solución: No a la austeridad criminal a la que han sido sometidos los cinco años recientes. No a las políticas externas para decidir la vida interna. No a gobiernos complacientes contrarios a la voluntad nacional. No al letargo. No a la mentira. No al sometimiento. No a la sumisión a la Troika. No a la falta de pan, trabajo, justicia, igualdad, educación, salud, solaz...

Votaron en mayoría por un partido reciente: Un partido de izquierda al que sus adversarios acusan de ‘populista’ y al que Alemania exigirá que cumpla sus compromisos con la Unión Europea –que pague la deuda construida desde afuera- y al que el FMI ahora ve con miradas de fulgor extraño.

Los griegos votaron en mayoría para construir un nuevo gobierno que les dice que primero está el respeto, la dignidad, la solución y luego la negociación externa. ¿Salir de la Unión Europea? No lo ha planteado Alexis Tsipras, quien es líder del partido Syriza, ganador de 149 escaños –de 300- a dos menos de la mayoría absoluta, pero ganador al fin.

El lunes 26 tomó posesión Tsipras como primer ministro griego. “El pueblo me ha dado un mandato claro: Cambiar de rumbo. Dejar la austeridad tras cinco años de humillación”. Y Tsipras tendió la mano a quienes no votaron por él: ‘En estas elecciones no hay vencedores ni vencidos. Todo para los griegos”...

Un partido que se construyó en poco tiempo y que surgió de una Grecia nebulosa. ¿Será cierto? ¿Será que cumpla el cometido de sacar adelante a los padres de la democracia de sus intensidades corrosivas? ¿Ocurrirá alguna vez en México? ¿Con qué o con quién se iniciará ese camino?... ¿Syriza en México bajo las reglas de la democracia?... Ya se verá.

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