10/12/2016

Asombroso acercamiento “estratégico“ de Putin y Erdogan: se dispara el petróleo


Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada 

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Los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, durante el 23 Congreso Mundial de Energía, el pasado día 10 en Estambul, donde firmaron un estratégico acuerdo gaseroFoto Afp

¿Se prepara el Kremlin para el escenario de una presidencia hostil de Hillary Clinton en la dimensión curvilínea de Rusia en su nuevo patio trasero, que incluye el binomio Ucrania/Siria y conecta el mar Mediterraneo al mar Negro?
El mismo día que el Kremlin anunció la instalación de una base naval permanente (¡supersic!) en Tartús (en la costa alauita de Siria), Rusia y Turquía firmaron un acuerdo estratégico para construir un gasoducto con destino a Europa, eludiendo las anteriores conexiones gaseras con Ucrania (https://goo.gl/Favxm6).
La prensa turca califica de estratégico el acuerdo gasero, durante la 23 edición de la cumbre del Congreso Mundial de Energía en Estambul, que contará con un descuento sustancial en el precio y comporta como corolario la aceleración de la construcción de la planta nuclear turca Akkuyu (https://goo.gl/B1t4a8).
Se asienta la nueva reconfiguración cartográfica y marítima desde el mar Negro hasta el Mediterráneo, que incluye el binomio petróleo/gas con sus respectivos transportes terrestres, en cuya travesía se escenifican dos batallas cruciales: la de Alepo (Siria), a punto de caer en favor de la coalición de Rusia/Siria/Irán/Hezbolá (con la tácita anuencia turca), y la de Mosul (Irak), que empezará el 19 de octubre la coalición de EU y kurdos con sus aliados del gobierno de Irak, sin la conspicua participación de Turquía (https://goo.gl/iVSRnJ).
El acuerdo estratégico, acompasado de otros suculentos aperitivos entre Rusia y Turquía –todavía miembro de la OTAN y potencia militar sunita de primer orden– trastoca en forma dramática las coordenadas desde el mar Negro hasta el Mediterráneo y reconfigura la cartografía energética de Europa, quedando aislada Ucrania, y contaría con dos gasoductos que atravesarán el lecho del mar Negro, con una capacidad combinada de 30 mil millones de metros cúbicos de gas operados por la gasera estatal rusa Gazprom: uno destinado al consumo interno de Turquía y el otro al restante de Europa.
El gas natural se disparó hasta 3.27 dólares y arrastró al barril de petróleo a 53.73 dólares en la variedad Brent, a niveles de hace un año, luego de que el zar energético Vlady Putin apoyó un tope a la producción fraguado por la OPEP para ser aplicado en su cumbre en Viena a finales de noviembre, y que pudiera alcanzar un mínimo de 60 dólares el barril (https://goo.gl/hmltqF).
Rusia no es miembro de la OPEP, pero viene negociando con Arabia Saudita (AS) –arrojada a las fauces del Congreso de EU con su letal legislación derivada del 11/S– un recorte extractivo con tal de mejorar su precio secuestrado por la banca de Wall Street y la City (Londres). No pasó desapercibido que el zar Vlady Putin haya sostenido reuniones bilaterales con los presidentes de Turquía y Venezuela (https://goo.gl/UnPtlD).
En solo tres meses, es la tercera vez que se reúnen el zar Vlady Putin y el sultán neo-otomano Erdogan, quien busca diversificar sus relaciones exteriores después del golpe fallido en su contra, teledirigido por EU y la OTAN.
En contraste con los palafreneros del fin del petróleo y la “revolución energética del gas esquisto (shale gas)”, con todo y su letal fracking (fracturación hidráulica), el zar energético ruso sentenció que todavía no ha llegado el crepúsculo del binomio petróleo/gas en un futuro visible debido a “la demanda de la energía tradicional (sic), apoyada no sólo por la motorización y la electrificación de inmensos países, como China e India, sino también por la participación continua de los productos del petróleo y el gas en las aéreas más diversas de la vida humana,en los procesos industriales (https://goo.gl/kgiDln)”. ¡Hay petróleo para rato!
Según el zar ruso: la congelación, o incluso la reducción de la extracción del petróleo, es probablemente la única solución correcta para mantener la estabilidad energética mundial. Hoy la producción total de los 14 miembros de la OPEP asciende a 33.5 millones de barriles diarios (mbd), y en su reciente reunión en Argel acordaron reducirla a 32.5 mbd, a lo que se sumaría en forma externa Rusia, que produce 11.1 mbd, mucho más que la misma AS, con 10.6 mbd (https://goo.gl/wmcY1p). Las producciones de esta última nación, líder de facto de la OPEP, y Rusia se encuentran a su máximo con precios mediocres, cuando podrían recibir mejores dividendos produciendo menos.
El Congreso Mundial de Energía de Turquía, con representantes de los sectores político/energético de 80 países, se celebró bajo el cántico de la transición energética hacia la alternancia de la energía renovable. Mientras llegue la prometida parusía de la energía renovable, Turquía y varios países de Europa, no se diga los gigantes China e India, que ostentan los mayores crecimientos geoeconómicos del planeta, seguirán consumiendo gas y petróleo en la fase transitoria.
Quedó atrás el derribo, en la transfrontera turco-siria, del avión ruso por Turquía. Reuters comenta que la construcción de la base naval permanente de Rusia en Tartús contempla expandir su presencia militar en Siria. Hoy Moscú sopesa reabrir sus anteriores bases en Cuba y Vietnam, cuando se encuentra en pláticas para abrir una base aérea en Egipto (sic) y anhela abrir bases en Venezuela, Nicaragua, Singapur y las islas Seychelles.
¿Tan fuerte se siente ahora Rusia para avanzar sus piezas de ajedrez en el tablero militar/energético global con el apoyo tácito de China? ¿Habrá detectado Rusia la debilidad de EU, que huye hacia adelante? A juicio del senador ruso Igor Morozov, del Comité de Asuntos Internacionales, el avance en Tartús representa un incremento también de su potencial militar en todo Medio Oriente.
Los contenciosos del binomio Ucrania/Siria, que enfrentan a EU con Rusia, han llevado a que Moscú haya traslado los misiles S-300 a Tartús y los Iskander al enclave ruso de Kaliningrado, que pone en jaque a los países bálticos y a Polonia hasta un radio que alcanza Berlín (https://goo.gl/xhWnPu).
Tan importante como el gasoducto estratégico ruso-turco, de un costo de 10 mil millones de dólares, es la construcción por Rosatom de Rusia de la primera planta nuclear de Turquía en Akkuyu, de un total de cuatro plantas a un costo de 20 mil millones de dólares. El mismo Erdogan ha deplorado la vulnerabilidad en energía que depende de países extranjeros, por lo que contempla que 10 por ciento de la producción eléctrica provenga de fuentes nucleares (https://goo.gl/hWzYbN).
El acuerdo estratégico envolvió el contencioso sirio –donde Moscú y Ankara han acercado sus antagónicas posturas– y la Operación Blindaje del Éufrates, mote de la tolerada intervención del ejército turco en 5 mil kilómetros cuadrados adentro de Siria, con el fin de desalojar a los rebeldes kurdos al este del río Éufrates.
El zar Putin y el sultán Erdogan acordaron aportar ayuda humanitaria a la parte oriental sitiada de Alepo, lo cual pudiera desembocar en la retirada de los yihadistas sirios, pero deja fuera de la jugada la mediación de Francia, muy proclive a Obama. El zar ruso, a la contraofensiva en el electoral mes aciago de octubre en EU, se siente tan fuerte que hasta canceló la visita a su homólogo galo.
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