2/25/2017

Castígame, pero déjame leer. ¿La letra con sangre entra?


El cartel promociona la Feria Internacional de la lectura en el estado de Yucatán. Me dejó atónita.

“El fantasma puede definirse como una producción imaginaria que el sujeto se representa en un escenario determinado, a la manera de un sueño, y figura, de una manera más o menos velada, un deseo”.
(Desde el psicoanálisis) Encyclopedia Universalis


El cartel promociona la Feria Internacional de la lectura en el estado de Yucatán. Me dejó atónita. ¿Cuál será la relación entre la lectura y el castigo? Entre éste llamado a participar en un encuentro cultural y el sadomasoquismo. ¿Se inspiraron en el Marqués de Sade? ¿En Georges Bataille? Ni siquiera lo creo (¿serán tan cultos?), más bien la imagen nos hace pensar en el éxito bastante más reciente de la pésima novela: “Cincuenta sombras de Grey” y la pésima película – en donde todo es de plástico- que vino con ella. Los franceses le llaman: “Educación inglesa”, es el pacto en el que de manera elegida, un ser humano acepta entregarse en tanto que “discípulo”, a otro ser humano cuya misión es “domesticarlo” (ciertamente, no en el sentido de El principito y el zorro), “educarlo”, infligiéndole humillaciones, distintos tipos de servidumbres y dolor físico y moral. Por alguna extravagante razón, “Cincuenta sombras de Grey”, se ha convertido en un hit de la “novela erótica”, con un trasfondo más que oscuro: es en la esclavitud sexual y el dolor, que esa mujer va a encontrar su liberación.
La novela narra una situación de dominio absoluto, aceptada de manera voluntaria. Una estudiante y un hombre millonario. No puede una dejar de mencionar lo de “millonario”, porque es un dato muy importante en esta fantasmagoría de “poder” desde la cual el personaje masculino despliega su sadismo, en escenarios muy despampanantes. Como que el avión privado – en la película- pareciera retirarle a los encuentros su infinita sordidez. Si las/los lectoras/es tan hipnotizados por la novela, imaginaran las mismas torturas en una covacha oscura, en un sótano, o en un cuarto de azotea después de tres horas de micro-bus, la considerada “escena erótica”, perdería casi por completo su fascinación. Deja de ser “sexy” y de golpe se convierte en sórdida.
El “erotismo” del control, el fuete y la denigración, dependen entonces – ni más, ni menos - que del poder adquisitivo del Amo. Un millonario no es un sádico, sino “un maestro” libertario, además. Pigmalión en su versión más oscura, pero con las mejores cavas. Y sí, el éxito de la novela es sorprendente y habla del triunfo de una sociedad de consumo en donde todo, todo es devorable y consumible, incluidos las almas y los cuerpos. En donde el lujo disculpa, casi lo que sea. Pero dado que la relación de la estudiante y el millonario Pigmalión es consentida por ambas partes, lo único que podemos decir es: a cada quien su intimidad y sus fantasmas. No dudo que haya casos en donde una mujer encuentre en esta vía su “liberación”, pero deben ser los menos, y de lejos, igual que en el caso de los hombres.
Considerar de una manera más general, que la sexualidad femenina “florece” bajo el látigo y las humillaciones, son y reflexiones muy inquietantes. Mensajes muy peligrosos. Y asociar una escena sado-masoquista: una mujer desnuda y de rodillas, a punto de ser fueteada, presentada como una escena de sensualidad, con un llamado a leer libros pareciera, altamente irresponsable, es lo menos que puede decirse. Siglos de excelente literatura, ¿promocionar la lectura con una imagen que nos remite a esa novelucha? Qué barbaridad. No, casi lo puedo asegurar, quienes hicieron ese cartel y quienes lo dejaron pasar, ni siquiera intentaban una referencia a Sade y a Bataille. Caray, ni siquiera. ¿Cuántos pares de ojos miraron pasar el cartel y lo aprobaron? ¿Qué leen los “promotores” de la lectura?
Esa mujer, (la del cartel), ama tanto la lectura, que está dispuesta a ser maltratada, a que la azoten, con tal de que ese hombre le permita leer. ¿Cómo? Ajá. Su Amo, no sólo la golpea, sino que además decide si ella lee o no. Es enorme. El Amo y la esclava promocionados en un cartel que firman cuatro instituciones distintas. Cuando una piensa en las inmensas dificultades de las mujeres para acceder a los libros, a la educación y al conocimiento, cuando una recuerda aquellas épocas en las que tantas mujeres elegían la vida en los conventos, porque era la única manera de tener derecho a cultivarse, a aprender a leer, a estudiar música, no puede sino caerse de la silla ante este cartel. ¿En qué siglo viven?     
En un país como México, en el que las desapariciones forzadas de mujeres, los feminicidios, la trata de menores, adolescentes y adultas, es una tragedia nacional, ¿qué promueven? ¿Han leído los testimonios de mujeres secuestradas por los cárteles? Las palabras de las sobrevivientes: encerradas y obligadas a prostituirse, drogadas a fuerza para que resistan, golpeadas y torturadas por sus Amos? Creo que les urge leer “Esclavas del poder” de la escritora feminista Lydia Cacho. Podría sugerírselo el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Y que la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM les ofrezca un curso urgente de literatura. Por favor. Sacaron - de la manera más irresponsable- a pasear sus fantasmas. “El inconsciente habla”, es un hecho, y con frecuencia exhibe cantidad de barbaridades.
Me permito compartirles un reportaje de Víctor Hugo Michel con el tema de la trata.
“La conexión Tenancingo”.
Testimonio de Daniela, una sobreviviente:  “Sobrevivir a lo imposible: mis siete años como esclava sexual de Los Zetas y Cártel del Golfo”, entrevista con Oscar Balderas.
(Lo pueden encontrar en Vice News.)
 

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