9/03/2017

Posverdad y posprimacía de EU


Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada 

Foto
Un policía del Departamento de Estado monta guardia 
en la representación comercial de Rusia,
ayer en la capital estadunidense Foto Afp
Los editores de los diccionarios Oxford proclamaron a la posverdad como la palabra del año 2016, que comporta una muy clara dimension de seguridad (sic) que ha gestado “hechos alternativos ( alternative facts)” cuando los ciudadanos y los aliados pierden la confianza en los políticos en temas de seguridad nacional, por lo que una cultura de la posverdad hace más probable las campañas foráneas de desinformación.
La Conferencia de Seguridad de Munich publicó el Reporte 2017 ¿Posverdad, posoccidente, Posorden?, en alusión al caos global y al declive de Occidente (https://goo.gl/9ecVde).
Deutsche Welle comentó el reporte de la era posoccidental que exhibe un frágil orden mundial debido a que el ascenso del populismo (sic) amenaza el orden internacional que vive un momento antineoliberal a escala global, cuando el repliegue de Estados Unidos (EU) en el escenario mundial puede permitir que otros tomen ventaja del vacío de poder (https://goo.gl/IzrBxi).
En paralelo, el Pentágono publicó un muy sonado estudio en junio pasado – Nuestro propio peligro: evaluación del riesgo del Pentágono en un mundo posprimacía– que exhibe varios tipos de “hechos ( facts)” en la era de la “posverdad (https://goo.gl/w7rQco)”. Los cuatro principios que gobiernan el concepto del nuevo riesgo posprimacía son: diversidad, dinamismo, diálogo persistente y adaptación, cuyo abordaje será crítico para mantener la ventaja militar de EU en el futuro. El estudio fue redactado por el Instituto de Estudios Estratégicos y el Colegio de Guerra del Ejército estadunidense.
La posprimacía de EU ostenta cinco características interrelacionadas: 1) hiperconectividad, armamentismo (“weaponization”) de la información, desinformación y desafección; 2) fractura veloz del statu quo de la guerra fría; 3) proliferación, diversificación y atomización de una efectiva contrarresistencia de EU; 4) resurgente, pero transformada competencia de las superpotencias, y 5) disolución disruptiva y violenta de la identidad y la cohesión política.
La identificación de los riesgos son: estratégicos (el principal), militares, operativos y desafíos futuros.
El estudio analizó 25 años de seguridad nacional, defensa y política militar, e identificó seis ilustrativos objetivos duraderos de defensa: 1) asegurar el territorio, los habitantes, la infraestructura y la propiedad (sic) contra daños significativos; 2) asegurar el acceso a los bienes comunes globales y a las regiones, mercados y recursos estratégicos (sic); 3) cumplir las obligaciones internacionales de seguridad; 4) suscribir un estable y fuerte orden internacional basado en reglas (sic); 5) construir y mantener una favorable y adaptativa arquitectura de seguridad global, y 6) crear, preservar y extender la ventaja militar y las opciones de EU.
El estudio rememora con nostalgia que “el periodo de 17 años después de la guerra fría […] fue un tiempo único cuando el poder de EU no tuvo esencialmente desafíos […] nos hemos estado moviendo a una nueva era: un periodo de mejorada competencia global, y la aceleración de tendencias que desafían nuestra preeminencia, complican nuestra toma de decisiones y demandan una mayor agilidad y destreza geopolítica (sic)”.
El estudio carece de antítesis dialéctica y autocrítica, se hunde en el ciego narcicismo estadunidense, para no decir autismo, del pensamiento único, y no critica que durante esos 17 años EU dilapidó su unipolaridad y dio pie a la resurrección de Rusia y al ascenso irresistible de China, quienes ahora comparten nolens volens el Olimpo geoestratégico.
Infiero que el estudio se refiere a la crisis financiera de Lehman Brothers de 2008: 17 años después del colapso de la URSS en 1991. A juicio de sus autores militares, el reconocimiento de la posprimacía no es una perspectiva derrotista. Es una llamada de atención, ya que en los próximos 10 (sic) años, se espera el riesgo de incremento de conflictos interestatales (¡supersic!) en el Este de Asia, el aumento de la vulnerabilidad de las plataformas y las bases de EU con la erosión de su ventaja tecnológica, mientras persistirán la inestabilidad en Medio Oriente y la continuación de amenazas de las violentas organizaciones extremistas. Casi cualquier conflicto futuro ocurrirá a un ritmo más veloz y en un desafiante campo de batalla más tecnológico.
El estudio critica como ingenua la “guía y términos de referencia de la Revista Trimestral de Defensa ( QDR) del 22 de junio de 2001” que 81 días más tarde, el 11 de septiembre, sufrió un cambio súbito en la trayectoria de la defensa de EU cuando proclamó que el fundamento de un mundo pacífico, en combinación con otros instrumentos de poder nacional, descansa en la habilidad de las fuerzas armadas de EU en mantener un margen sustancial de ventaja militar nacional relativa a otros.
Un rubro especial versa sobre la hiperconectividad en la esfera de la información que se ha convertido en el espacio competitivo más congestionado y peleado, ya que gracias a Internet, el público puede identificar a personas con los mismos valores y temores, intercambiar ideas, construir relaciones más rápido que antes cuando nuestros gobiernos no son sencillamente parte de esas conversaciones: tenemos instituciones del siglo XIX con mentalidades del siglo XX, tratando de comunicar con ciudadanos del siglo XXI.
El estudio de marras enfatiza que nuestros gobiernos son elegidos, disueltos y relegidos sólo para seguir agendas de corto plazo (sic). Sin embargo, los ciclos que renuevan y construyen la confianza con los votantes requiere una inversión de largo plazo (sic).
Hoy la información viaja simultánea a su generación y es muy difícil limitar sus efectos adversos, cuando “a veces la explotación o exposición de una información de alto impacto es ‘libre de hechos ( fact-free)’: socava la verdad objetiva” cuando la historia verdadera (sic) se pierde en un mar de realidades alternativas.
A veces es “inconveniente a los hechos ( fact-inconvenient)” cuano socavan la legítima autoridad y erosionan la relación entre gobiernos y gobernados. Todavía en otros tiempos es “peligrosa a los hechos ( fact-perilous)” cuando expone información propietaria, altamente clasificada y sensible que puede ser usada para acelerar una verdadera pérdida de la ventaja estratégica, táctica y operativa.
Existen tiempos cuando es “tóxica a los hechos ( fact-toxic)” al envenenar los importantes discursos políticos y debilita fatalmente la seguridad fundacional y es más probable que desencadene una inseguridad viral o contagiosa.
El egregio geoestratega estadunidense George Kennan solía decir que la verdad (sic) es a veces un pobre competidor en el mercado de las ideas: complicada, insatisfactoria, llena de dilemas, siempre vulnerable a las malas interpretaciones y al abuso.
La posverdad, que se acerca más a la mentira de las guerras de propaganda, forma parte intrínseca de las zonas grises, donde colisionan las tres superpotencias EU/Rusia/China que se enfrentan ya en el nuevo campo de batalla tecnológico del siglo XXI: la ciberguerra, con su corolario de la guerra en el espacio.
Facebook: AlfredoJalife

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