11/14/2018

Presidentes de México recibían sobornos: abogado de El Chapo

El capo más grande es El mayo Zambada, afirma


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▲ Jeffrey Lichtman, defensor de Joaquín Guzmán Loera, señaló que la DEA trabaja con narcos cuando le conviene.
Nueva York. Comenzó el juicio a Joaquín El Chapo Guzmán Loera como espectáculo, con todos los ojos puestos en el mexicano más conocido del mundo en un escenario pletórico de medios de comunicación y entre medidas de seguridad extremas, donde fue presentado por la fiscalía como el jefe de un vasto imperio y por su defensa como un soldado menor en un gran juego brutal de narcocorrupción binacional.
La defensa de Guzmán Loera acusó hoy que el presidente Enrique Peña Nieto, su antecesor Felipe Calderón, militares y policías mexicanos, así como agencias estadunidenses, como la DEA, son sobornados por el verdadero capo más poderoso de México, Ismael El Mayo Zambada.
Jeffrey Lichtman, uno de sus abogados defensores, informó al jurado en su argumento de apertura que se presentará una versión muy diferente a la de los fiscales, “la historia que los gobiernos mexicano y estadunidense no quieren que se conozca.… Oficiales del gobierno al más alto nivel pueden ser sobornados y hasta participar en delitos… incluyendo el gobierno de Estados Unidos”.
Lichtman argumentó, dentro de la estrategia del equipo de defensa para descalificar y tratar de inducir duda entre el jurado, que el mito de Guzmán ha sido inflado al volverlo en “el narcotraficante más grande del mundo”, con sus escapes de prisión y hasta su entrevista con Sean Penn nutriendo esa imagen. Pero aseguró que en realidad ni es el más grande de México, sino que esa corona le pertenece a El Mayo, quien vive libremente en México.
Es Zambada quien paga para nunca ser arrestado, agregó el defensor, y para maniobrar impunemente, sobornando desde abajo hasta lo más alto, incluyendo “al actual presidente de México y… su antecesor”, entre otros, y lo sigue haciendo hoy día. Acusó que la DEA pretende hacer creer que lo busca, pero resulta que nunca da con él. “Trabajan juntos cuando les conviene, El Mayo y el gobierno de Estados Unidos”, afirmó.
Poco antes, el fiscal asistente de Estados Unidos, Adam Fels, presentó los argumentos de apertura, declarando que este caso es sobre “un vasto narcoimperio mundial” encabezado por Guzmán Loera, que manejaba miles de millones de dólares en narcóticos ilegales entre 1989 y 2014. Informó al jurado que se presentará la evidencia en pruebas de video, audiograbaciones, comunicaciones interceptadas, cientos de miles de cuartillas en documentos y varios testigos –incluyendo ex socios cercanos del acusado– para comprobar los 11 cargos que enfrenta Guzmán.
El fiscal trazó la larga historia de El Chapo desde los años 70 hasta hoy día, incluyendo sus primeros negocios con el traslado de la cocaína colombiana, su creciente poder económico, sus capturas y fugas, y su construcción del cártel de Sinaloa con su socio Zambada.
Ese negocio, dijo, logró enviar cientos de toneladas de cocaína a Los Ángeles, Chicago y Nueva York. Llegó, dijo, a recibir hasta 10 a 15 aviones repletos de cocaína cada día de Colombia, y en un solo día ganó hasta 10 millones de dólares. Los fondos del negocio fueron regresados a México donde se usaron para sobornar al Ejército y la policía, otra parte para la compra de armamentos y una más para pagar a los productores en Sudámerica.
Se enfocó en las batallas por el control de la plaza de Ciudad Juárez como también por el control de Culiacán. Pintó estos conflictos como despiadados y brutales con Guzmán dando las órdenes y a veces participando directamente. Reveló que entre las pruebas contra Guzmán que se presentarán en el juicio se incluyen videos y documentos sobre la interrogación, la tortura y el asesinato de sus enemigos, incluyendo al propio capo.
Adelantó que entre el mar de pruebas contra El Chapo, la fiscalía –un equipo de seis– presentará testigos que perforarán el círculo interno del vasto imperio que manejaba. Entre ellos, se sabe, estarán un hermano y un hijo de Zambada.
Guzmán, quien se ha declarado no culpable de los cargos en su contra los cuales podrían implicar una condena de cadena perpetua, ha sido encarcelado en reclusión solitaria desde su extradición, en enero de 2017 en Nueva York. Las autoridades estadunidenses lo han manejado desde entonces como un criminal de alto riesgo, desplegando extensas medidas de seguridad cada vez que es transportado, y ahora en su estancia en este tribunal durante un juicio que podría durar hasta cuatro meses.
De hecho, entre los primeros fallos del juez Brain Cogan en este caso fue negar la petición de El Chapo de ofrecer como gesto humanitario la posibilidad de poder abrazar a su esposa, Emma Coronel, en el tribunal antes de que se presentara el jurado. Todo por precauciones de seguridad, según el fallo. Coronel, vestida de negro, estuvo presente en este primer día. Su marido, al ingresar al tribunal escoltado por alguaciles, vestido con un traje azul oscuro y sin bigote, intentó acercarse a las tribunas para saludar a su esposa, y frecuentemente volteó a verla durante el proceso.
El proceso de selección del jurado, integrado por 12 ciudadanos y seis alternos, la semana pasada ya mostraba el carácter inusual de este caso, con algunos expresando preocupación y hasta pánico al ser entrevistados para su posible inclusión, citando temores de posible venganza en su contra.
Al preguntarles si sabían quién era Guzmán, sólo una mujer etíope confesó que no. Algunos sabían de él por la televisión, a través de programas como Narcos, de Netflix, uno dijo que no sabía mucho, pero que en una bodega cerca de su casa uno de los sandwiches de bagel se llamaba El Chapo. Otro entrevistado, quien nació en Medellín, Colombia, fue expulsado después de confesar que soy un poco fan de él, ante lo cual se reportó que Guzmán sonrió.
Una mujer empezó a llorar y suplicar que no la seleccionaran al jurado porque temía por su vida. Aunque fue elegida, hoy trajo una nota de un doctor, insistiendo en que no deseaba permanecer en el jurado. Otro integrante también aclaró que no podía, ya que era autoempleado y no se podía sostener. Ambos causaron que el inicio del juicio fuera aplazado varias horas hoy mientras se seleccionaban sustitutos.
Entre una amplia presencia de agentes federales, perros de detección de armas y explosivos, dos puntos de revisión de seguridad (en lugar de uno), la restricción de movimiento incluyó a los medios, a los que no se les permitió salir del tribunal ni al baño, y menos a comer desde que llegaron a primera hora, lo que un reportero bautizó como una dieta Chapo y provocando una queja colectiva ante el juez.

Foto Ap, David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada

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