1/23/2009

Periodistas pal cafe.....



Astillero
Julio Hernández López

Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

■ En el nombre del hijo
■ Campeche, para papá Mouriño
■ Alianzas de facto con AMLO como eje

Juan Camilo Mouriño estaría hoy en el centro de las especulaciones políticas por su probable candidatura a gobernador de Campeche. Sumamente debilitado en el escenario nacional, sobre todo a partir de la revelación políticamente mortal que se hizo de sus acciones como funcionario público para favorecer a sus empresas familiares, el amigo, confidente y operador superlativo de Felipe Calderón habría tenido como salida concertada la de consolarse con mandar en una entidad que le sería entregada como pago de marcha política.

El aún nebuloso accidente aéreo en que perdió la vida quien hizo pareja política con Calderón impidió saber cuál habría sido el desenlace de ese inevitable despido de la Secretaría de Gobernación (otro rumor insistente colocaba a Mouriño como diputado federal y coordinador de la bancada panista, aunque nadie se atrevía a garantizar que los grupos y corrientes del blanquiazul acataran la orden que en ese sentido se diera desde Los Pinos para imponer como coordinador en San Lázaro al Favorito). Pero ahora se ha hecho saber en Campeche por la vía de un diario, El Expreso, depositario de confidencias panistas, que el padre del difunto Juan Camilo consiguió con el todavía atribulado Felipe el Católico que la franquicia campechana sea asignada al personaje propuesto por “don Carlos” Mouriño Atanes, es decir, a quien ha sido delegado de Sedeso en la entidad y ayer mismo rindió su informe de labores y dejó el cargo federal para que este sábado lo declaren candidato panista de unidad, Mario Ávila Lizárraga (MAL). La concesión de Campeche para el empresario español Mouriño Atanes se habría dado utilizando los contratos petroleros como zanahoria para desactivar la oposición de panistas locales que, a la muerte del delfín felipista, creyeron posible romper el virtual cacicazgo hispano-mexicano.

Un lector resumió así lo publicado el pasado lunes en el antes mencionado diario que, según su visión, defiende los intereses del PAN en la entidad: “Don Carlos Mouriño pidió al presidente que le dejara la decisión de nombrar al candidato a la gubernatura por el PAN, ungimiento que mereció Mario Ávila Lizárraga, delegado de Sedesol. El presidente aceptó porque de esa forma honra la memoria y los ideales del amigo fallecido trágicamente, e instruyó a Germán Martínez para que concluyera el trámite. Germán Martínez llamó entonces a Juan Carlos del Río, líder de los panistas de Ciudad del Carmen y candidato perdedor de la contienda por la gubernatura en 2003 (víctima, digamos, del fraude orquestado por Jorge Luis González Curi para llevar a su amigo Jorge Carlos Hurtado al cuarto piso del Palacio de Gobierno) y le pidió que calmara las ansias de sus seguidores, que apoyaran con todo a Mario Ávila y que a cambio, lógicamente, no sólo mantendrían en sus manos la isla del Carmen, feudo del grupo de Del Río, sino que les regalarían una diputación federal y Pemex los trataría con mucha deferencia en lo que a contratos se refiere”.

Es evidente que la entrega de la candidatura panista a papá Mouriño no significa el triunfo en las urnas del comisionado que ha designado, pero el alto interés del amigo residente en Los Pinos por compensar el dolor de la familia de Juan Camilo le podría llevar a negociar con el priísmo el que se presente una candidatura diseñada para perder ante MAL. Todo cabe en un jarrito (llamado Campeche) sabiéndolo acomodar (con contratos y beneficios asignados desde Pemex). Por lo pronto, este sábado, por dedazo del ciudadano español Mouriño Atanes, se pondrá en práctica una estrategia publicitaria de condolencias electorales, utilizando la figura de quien fue secretario de Gobernación y denominando a los candidatos a gobernador, presidentes municipales y diputados como “herederos” del “legado” juancamilista.

Astillas
La más fría de las aritméticas electorales ha llevado a los bandos izquierdistas en pugna a explorar diversas posibilidades de unidad práctica. Con el caso reciente de Acapulco como ejemplo crudo de lo que les puede suceder en caso de concurrir divididos a las urnas en julio venidero, perredistas y salvadores de México tratan de cerrar provisionalmente fisuras e intentan alianzas de facto en determinadas regiones y caso por caso. Un “cuarto de guerra” integrado por tres partes (el Partido del Trabajo, Convergencia y el lopezobradorismo) analiza no sólo los detalles de las candidaturas que a nombre de su coalición formal presentarán, sino incluso fórmulas pragmáticas para que en varios lugares se deje como virtual aspirante único de la izquierda a determinado personaje, al que merced a los acuerdos alcanzados apoyarían todos los participantes en esas alianzas de facto, aun cuando para efectos legales se presenten alternativas meramente formales (es decir, se invitaría a votar por el candidato determinado, sea petista, convergente o perredista, y se dejaría prácticamente sin campaña a los falsos aspirantes que plenamente sabrían su papel de sacrificio). Tratamiento especial tendrán ciertas regiones o estados, como Distrito Federal, Tabasco, Michoacán y Guerrero, en donde López Obrador será el eje concertador de arreglos unitarios, aparte de que en los hechos será el coordinador general de campañas... El capitán Amaro (Manuel Herrera Amaro) considera que “los gringos son muy afortunados, pues ya encontraron en Bush a su peor presidente, pero aquí, en México, tenemos muchos ‘peores’ y cada uno es peor que el anterior, ya sea que se les mire de atrás para adelante, o de adelante hacia atrás. Pero seguramente el hijo de...sobediente estará en las nominaciones”... El profesor Raúl Cárdenas agrega un elemento a la lista de diferencias entre las tomas de posesión de Barack Obama y Felipe Calderón, pues éste “le arrebató la banda presidencial a Fox y se la engarzó él solito, peor que Napoleón con la corona que le quitó al Papa”... Y, mientras crece la oposición panista al dedazo felipista rumbo a San Lázaro, ¡feliz fin de semana (con domingo de Zócalo)!

Economía Moral
Julio Boltvinik


■ Crisis del capitalismo mundial / III
■ Teoría de las crisis de Marx, según John Strachey

En la historia del pensamiento económico hay dos autores que sobresalen por su contribución al entendimiento de las crisis capitalistas: Karl Marx y John Maynard Keynes. Ahora que enfrentamos la crisis mundial más grave después de la de 1929 es necesario volver a ellos para tratar de entender la crisis actual. Entre los divulgadores del pensamiento de Marx sobre las crisis sobresalen John Strachey (JS), Maurice Dobb y Paul Sweezy. Como señalé en la entrega anterior (16/01/09), la teoría marxiana (calificativo que se usa para lo referido a Marx mismo, mientras marxista se usa para referirse no sólo a Marx sino a Engels y a los seguidores de ambos) de las crisis se deriva, en lo fundamental, de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (G’), aunque Sweezy (Teoría del Desarrollo Capitalista, Fondo de Cultura Económica, 1945) distingue entre crisis relacionadas con esta ley y crisis de realización, distinción que convendrá abordar en próxima entrega.

Dicha ley establece que, como el trabajo vivo es el único creador de valor (y de plusvalía: P), a medida que la producción se mecaniza, se automatiza, cada trabajador está dotado de más y mejores medios de producción (trabajo muerto), para lo cual el capitalista tiene que invertir cada vez más una mayor proporción del capital en dichos medios (capital constante: C) y una menor en trabajo vivo (capital variable: V), haciendo que aumente la proporción del capital constante en el total [C/ (C+V)], a la que Marx llama la composición orgánica del capital (O)1. Dice JS que no hay ninguna duda que O ha subido, está subiendo y tiene que seguir subiendo, pues esta alza es la esencia del progreso técnico. La tasa de ganancia [G’=P/(C+V)] aumenta con el aumento de la tasa de plusvalía [P’=P/(C+V), donde P es la masa de plusvalía] y disminuye con el aumento de O, de donde, dada la tendencia de O a aumentar, se desprende la ley citada.2

JS en su libro La naturaleza de las crisis capitalistas (Fondo de Cultura Económica, 1939, capítulo XVI) sostiene que la tendencia decreciente de G’ es un hecho observado y aceptado por “economistas capitalistas” como Lionel Robbins y Friedrich von Hayek, pero que sólo el análisis de Marx provee una explicación racional de dicha tendencia. JS se pregunta en qué medida es compatible el capitalismo con esta tendencia a la baja de G’ y contesta señalando que el propósito de la producción capitalista es el aumento del monto absoluto de ganancia, lo que puede ser alcanzado, a pesar de la baja en la tasa de ganancia(G’), aumentando suficientemente rápido el monto de capital total para que sobre-compense la baja en G’, lo que significaría que el monto de V (capital invertido en fuerza de trabajo) aumente3.

JS señala que para Marx la tasa mínima de acumulación necesaria para el funcionamiento del capitalismo es la que logra esto. A esto le denomina la ley de las dos caras (en las traducciones al español de El capital esta expresión se traduce, del alemán, como ley de doble filo o ley bifacética) según la cual tanto la baja en G’ como el aumento en el monto absoluto de P son condiciones del funcionamiento del capitalismo. A estas dos condiciones Marx agregaría la del ejército industrial de reserva (porción desempleada de la fuerza de trabajo) que permita el crecimiento de V. JS cita El capital:

El número de obreros empleados por el capital, es decir, la masa absoluta de trabajo que éste pone en movimiento, por ende la masa absoluta del plustrabajo que ha absorbido, por consiguiente la masa del plusvalor que ha producido, y por lo tanto la masa absoluta de la ganancia que ha producido, puede aumentar entonces, y hacerlo en forma progresiva a pesar de la baja progresiva de la tasa de ganancia. Éste no sólo puede ser el caso. Debe serlo –al margen de fluctuaciones transitorias– sobre la base de la producción capitalista. El proceso capitalista de producción es, esencialmente y a la vez, un proceso de acumulación. (Edición en español de Siglo XXI editores, Tomo III, vol. 6, p. 277; cursivas de Marx.)

De aquí deriva JS el dilema básico del capitalismo: el dilema entre ganancias o abundancia que se puede describir diciendo que “los salarios son al mismo tiempo demasiado bajos para causar un exceso de oferta y demasiado altos para disminuir el ritmo de acumulación. Strachey añade que es la existencia de este dilema el que hace que las crisis capitalistas sean inevitables. Ahora podemos entender, continúa, por qué Robbins y Hayek recomiendan disminuir salarios, pues buscan eliminar todos los obstáculos para una tasa máxima de acumulación. Y mientras sólo Marx puede explicar el porqué, hay acuerdo que la tasa máxima de acumulación es condición esencial de la existencia del capitalismo. Concluye JS: “Éste es el diablo dentro del capitalismo que lo empuja hacia adelante. Ésta es la ley que industrializó el mundo. Ésta es la ley que hoy está empujando a los capitalistas a buscar nuevas áreas de explotación por todo el planeta. La ley de las dos caras se ha convertido, por otra parte, en una ley de guerra”. JS cambiaría parcialmente de opinión ante el influjo de las ideas de Keynes.

1 Aunque la composición orgánica del capital, O, se suele expresar como (C/V) o a la inversa como V/C, como lo hace JS), es más preciso expresarla, como lo hace notar Sweezy, de la manera que se hace en el texto. Sólo así la fórmula de la tasa de ganancia (G’) que se presenta en el siguiente pie de página, se puede derivar matemáticamente de las definiciones de P’ y de O. Marx en el Capítulo XIII del Libro Tercero de El Capital (obra que dejó inconclusa) no expresa algebraicamente O, ni la fórmula de G’ en términos de O, desarrollando el argumento con base sólo en ejemplos.

2 La fórmula de la tasa de ganancia, G’, es: G’ = P’(1-O) (Sweezy, op. cit. p. 91). Nótese que 1-O es igual a [V/(V+C)], por lo que G’ se puede expresar, como lo hace Marx en el Capítulo III del Libro Tercero de El Capital, así: G’ = P’ [V/ (C+V)], o sea que G’ varía en el mismo sentido en que lo hace la tasa de plusvalía (P’) y la proporción entre V y (C+V).

3 Hace aquí JS una distinción importante. Mientras para el capitalista individual lo que importa es la tasa de ganancia sobre su capital, pues esto es lo que lo guía sobre cómo debe usarlo (por ejemplo, si debe o no moverse a otra rama de actividad), para la clase capitalista en su conjunto lo que importa, en una última instancia, es el monto (y no la tasa) de ganancia. Es necesario aclarar que para Marx esta Ley predice sólo una tendencia y no un hecho inevitable porque hay un conjunto de causas contrarrestantes que analiza en el capitulo XIV del Libro Tercero de El capital. JS también las analiza

México SA
Carlos Fernández-Vega

■ Vuelve Calderón al discurso privatizador del petróleo
■ Las cifras de Guillermo Ortiz sobre la inflación

Al inquilino de Los Pinos poco menos de tres meses le duró el gusto y la sonrisa públicamente exhibida por lo que en su momento calificó, “sin exagerar”, como el “cambio más favorable en el sector de hidrocarburos que ha tenido el país desde 1938”. Se refería a la autodenominada “reforma” petrolera aprobada en la última semana de octubre pasado por senadores y diputados, a quienes, tras ese “logro histórico”, colmó de caramelos y bombones, no sin afirmar que con dichas modificaciones “ganamos todos”.

A la vuelta de la esquina, desinflada su euforia “nacionalista” e “histórica” presumida tres meses atrás, ahora Felipe Calderón retoma la intentona privatizadora y publicita sus lamentos por no haberse aprobado “una reforma energética más amplia que permitiera la utilización de recursos privados para la construcción de varias refinerías al mismo tiempo”.

En octubre pasado, desde la por él considerada la más alta tribuna de la nación, la televisión, el inquilino de Los Pinos entre otras cosas prometió y subrayó: con el citado “logro histórico”, que reivindicó como producto de su iniciativa, se “reactivará la economía”; México, “recuperará su lugar de potencia petrolera”; Petróleos Mexicanos “no se privatiza y el petróleo seguirá siendo de los mexicanos”; las modificaciones “fueron respaldadas por legisladores con pleno respeto a lo que manda la Constitución y a lo que exige el pueblo de México”; antes de “lamentarnos por lo mucho que falta por hacer, que sí falta, se deben reconocer las cosas en las que vamos avanzando”; se “detonará el crecimiento y el desarrollo del país, y habrá más recursos para obras sociales; permitirá “fortalecer las capacidades de exploración y extracción de petróleo de Pemex”. Y la careza: “gracias al patriotismo, a la visión y a la altura de miras de nuestros legisladores, México ha alcanzado un logro que bien puede calificarse de histórico”.

Pues bien, tres meses después y en medio de lamentos por lo que “no se hizo”, sin reactivación económica, crecimiento ni desarrollo (antes al contrario, como dirían los clásicos) y con menos petróleo, Felipe Calderón se cuestionó que la susodicha “reforma” no incluyera la abierta y legal participación del capital privado en el sector, especialmente en la construcción de refinerías. “No alcanzó ciertamente el consenso, porque no estuvieron de acuerdo” los legisladores, es decir, los mimos que en octubre fueron colmados de caramelos y bombones por su “patriotismo, visión y altura”.

Paralelamente, una vez más retiró su paternidad de la “reforma” petrolera aprobada en octubre pasado, cuyos resultados ya no reconoce como propios, como lo hizo en aquel mensaje por televisión. No, ahora asegura que “lo que yo propuso es que se pudieran construir varias refinerías al mismo tiempo y que no fuera sólo dinero del gobierno, sino que fuera también dinero de empresas especializadas (léase privadas, porque Pemex es altamente especializada) para que pudiéramos hacer varias. Al no ser así tendremos que irnos una por una”. Y el mensaje lo lanzó en La Ventosa, Oaxaca, durante la inauguración de la primera parte del proyecto del Parque Ecológico de México, cuya propietaria es la trasnacional española Iberdrola, una de las dueñas del sector eléctrico “nacional”, y luego de advertir que “un día se puede acabar incluso hasta el petróleo, falta todavía, sí, pero ya se nos anda bajando, ya se nos nada acabando”. En fin, el “arrepentido” inquilino de Los Pinos que ya no sabe qué inventar para justificar su vicio privatizador en el sector energético nacional.

En efecto, el petróleo puede agotarse, pero obvio es que no por una falta de una “reforma” privatizadora. No, se agota, gracias a la desbocada política gubernamental de explotar indiscriminadamente las reservas, sin reponerlas ni desarrollar fuentes alternas de energía; de saquear las finanzas petroleras y dilapidar sus dividendos, sin destinar una parte a la inversión, crecimiento, actualización y desarrollo de tecnología nacional, y en fin, de recurrir a la importación de combustible y no a la construcción de refinerías (la más joven se construyó 30 años atrás).

Allá por octubre pasado comentamos que el “no hay dinero”, “no hay con qué” (para inversión, infraestructura, tecnología, exploración, etcétera, etcétera en la industria petrolera nacional) se convirtió en lugar común en las cinco administraciones neoliberales para justificar el deterioro financiero de Petróleos Mexicanos y conducirla a la privatización, al tiempo que los cinco gerentes disfrazados de inquilinos de Los Pinos fortalecieron la descapitalización y el endeudamiento de la paraestatal hasta dejarla morada.

Y los “gobiernos” que menos pueden quejarse por la “carencia de recursos” son los dos panistas. ¿Qué peso ha tenido la paraestatal en las finanzas nacionales?: de 1997 a 2007, los ingresos presupuestales aportados por el petróleo acumularon el equivalente a 70 por ciento del PIB. Casi 6.8 billones de pesos, de los que cerca del 60 por ciento correspondieron al sexenio foxista, y 880 mil al primer año del calderonista. Entre ambos, gozaron de 72 por ciento del acumulado, mientras apresuraban la zozobra financiera de la paraestatal. Por impuestos, derechos y aprovechamientos petroleros durante el sexenio de Fox y el primer año de Calderón, el gobierno federal obtuvo casi 3.7 billones de pesos (a precios del año pasado). Sólo en 2007 el gobierno federal se quedó con 676 mil millones de pesos generados por Pemex, es decir, el total de las ganancias más 16 mil millones que la paraestatal cubrió con endeudamiento. El problema es que en igual periodo se desplomó la inversión programable en Pemex (de 40 por ciento del total en 2000, a 2.8 por ciento en 2007, casi 15 veces menos en el periodo), a la par que los Pidiregas crecieron de forma explosiva (de 60 por ciento en 2000, pasaron a 97.2 por ciento en 2007).

Qué “lástima”, pues, que el deterioro sea “por falta” de inversión privada, pero tampoco arranca la refinería con recursos públicos, porque todavía ayer el inquilino de Los Pinos seguía “instruyendo” a la Secretaría de Energía para que “analice a conciencia la viabilidad de los proyectos presentados” para su construcción. Valga recordar que el 18 de marzo de 2008 Calderón dijo: “… en este momento giro instrucciones a la Sener y a Pemex para que, sin dilación, inicien los estudios y analicen la factibilidad técnica, financiera y logística que nos permita construir una nueva refinería en el territorio nacional… Es una buena manera de celebrar el 70 aniversario de la expropiación petrolera”. A dos meses del 71 aniversario, nadie sabe, nadie supo, pero insiste en lo del capital privado.

Las rebanadas del pastel

“Vas al súper” o le crees al Banco de México: los milagros, a la orden del día, pues aseguran Guillermo Ortiz y sus muchachos que la inflación en la primera quincena de enero fue de 0.15 por ciento. ¿Será?
cfvmexico_sa@hotmail.com
Ciudad Perdida
Miguel Ángel Velázquez


■ El PAN y Nueva Izquierda, uno mismo
■ Los talentos de Antonio Lima

En una buena cantidad de ocasiones, las coincidencias no son más que la vestimenta tramposa de acuerdos vergonzosos, de complicidades inconfesables, en fin, de malas prácticas políticas.

Unas de esas que huelen mal, pero muy mal, son las que establecen, cada que pueden, los miembros de Nueva Izquierda y los militantes de Acción Nacional, y más aún cuando el acuerdo político, la coincidencia, llega en momentos electorales y resulta del interés de dos por acabar con un contrincante fuerte.

Pero vamos al grano. Hace no mucho, la diputada local Elvira Murillo elaboró un documento para pedir a los miembros de la Asamblea Legislativa un punto de acuerdo para que se citara al procurador del DF, Miguel Ángel Mancera, con el fin de que informara sobre “el estado que guardan los procesos abiertos a servidores públicos relacionados con el caso News Divine”.

En su escrito la legisladora señala en el primer punto de sus considerandos: “Han transcurrido más de doscientos días desde aquel en el que se presentaron los lamentables acontecimientos de la discoteca News Divine, en la delegación Gustavo A. Madero, y no se ha cumplido a cabalidad la obligación, a la par el compromiso, del jefe de Gobierno del Distrito Federal, el licenciado Marcelo Ebrard Casaubon, quien con motivo de los trágicos sucesos ocurridos durante el operativo policiaco, se comprometió frente a los familiares de los jóvenes que perdieron la vida, de los afectados y de la sociedad en general, en llegar a fondo de las investigaciones para que el hecho no quedara impune”. Hasta aquí el considerando de la panista.

Poco después, en concordancia con sus pares panistas, el diputado Antonio Lima Barrios, de Nueva Izquierda, subió a la tribuna de la Asamblea Legislativa el punto de acuerdo que elaboró la legisladora azul, sin darle crédito, desde luego.

Así, el miembro de Nueva Izquierda dice en el primer punto de sus considerandos que: “Han transcurrido más de doscientos días desde aquel en que se presentaron los acontecimientos (no los califica de lamentables) de la discoteca News Divine en la delegación Gustavo A. Madero, y no se ha cumplido a cabalidad la obligación, a la par el compromiso, del jefe de Gobierno del distrito federal (no considera el nombre de la capital del país en letras mayúsculas, como hace la panista), Lic. Marcelo Ebrard (omite el apellido materno, como sí escribió la panista), quien con motivo de los trágicos acontecimientos (la palabra que uso la panista fue sucesos) ocurridos durante el operativo policiaco efectuado en la discoteca News Divine el 20 de junio del año pasado (el recordar la fecha es un agregado de la inspiración del diputado, no está en el escrito original), se comprometió frente a los familiares de los jóvenes que perdieron la vida y de los afectados (el militante de NI no percibe, como lo hace la diputada azul, que también se afectó a la sociedad en general), en llegar a fondo de las investigaciones para que el hecho no quede impune”.

Como salta a la vista, los talentosos cambios que hizo el diputado chuchista Lima Barrios no afectaron para nada el texto que clonó, casi palabra por palabra, del escrito que elaboró la panista.

Podrá decirse, no cabe duda, que se trata de una feliz coincidencia, pero por lo pronto aparece nada más que como uno más de los cochupos entre Nueva Izquierda y Acción Nacional. Y como siempre son los chuchos los que a final de cuentas sirven, sin siquiera reflexionar, a los intereses azules. Esa es la izquierda moderna, ni hablar.

De pasadita

¿Conoce alguien a María Elena Pérez-Jaen? ¿Sabe alguien a qué se dedica? Bueno, pues si usted lo sabe, qué bueno, porque en los registros oficiales del lugar donde nació no existe ninguna mujer con ese nombre, aunque sí existe un acta que da fe del nacimiento de una tal María Elena Pérez Zermeño, niña que fue presentada ante el Registro Civil por las mismas personas, el 16 de agosto de 1961. Los padres de la señora Pérez-Jaen y de Pérez Zermeño son los mismos: Juan Luis Pérez y María Teresa Zermeño.

Como usted ya se habrá dado cuenta, se trata de la misma persona, aunque con diferente nombre. El que se tenga un nombre diferente al que se asentó en las actas del Registro Civil no parece ser ilícito, a menos que se firmen papeles oficiales con el nombre apócrifo. No parece haber datos que indiquen que la comisionada hubiera realizado los trámites necesarios para efectuar el cambio de nombre, y hasta donde nos dicen los documentos que firma, llevan siempre su nombre ficticio. Total, María Elena Pérez-Jaén no existe jurídicamente, según descubrió la revista Transparencia y Corrupción. ¿Será verdad? De esto le seguiremos informando.

Penultimátum

■ Luto justificado

Esta columna guarda riguroso luto desde que el licenciado Felipe Calderón confesó a los asistentes al Encuentro Mundial de las Familias su preocupación por el aumento de los divorcios que, advirtió, están regidos por la legislación civil y propician la desintegración familiar. Ésta a su vez se vincula a que proliferen las personas que recurren a la violencia. En su fervorín añadió que la carencia de valores y de un núcleo familiar sólido ha causado la proliferación de individuos que hacen del crimen su forma de vida.
Pues bien. Nuestro luto se justifica plenamente al comprobar que el partido de la decencia, de la unidad familiar a toda costa, las buenas costumbres y la moral; el de la modernidad y el cambio, del de aquí a la eternidad, del te doy este anillo pero le sacas brillo, del nomás eso sobraba, está en crisis.

La celebración de dicho encuentro, uno de los más importantes que organiza la Iglesia católica, dio oportunidad al coro Bodas de Kriptonita (integrado por parejas que cumplieron cien años de casadas) de entonar en el Zócalo reconsagrado el himno del vínculo conyugal: “Te puedes ir/ con quien tú quieras/ con quien tú quieras/ te puedes ir/ pero el divorcio/ porque es pecado/ no te lo doy.”

Estaba cantando dicho coro con énfasis adjunto (ese énfasis al que siempre acompañan las lágrimas y los sollozos), cuando alguien dijo: “Entre nosotros hay divorciados.”
Pasmo. Confusión. Estupor. Rostros demudados de domicilio. Hijos a la deriva. Servidumbre que no sabe a quién reclamarle el salario.

¿Quiénes son estos panistas amátridas? Por lo pronto he aquí la lista de los que, con su divorcio, han minado las bases de la sociedad y hundido todavía más a México en la crisis: Vicente Fox, Tomás Mejía, Santiago Creel Miranda, Marta Sahagún, Diego Fernández de Cevallos, Germán Martínez, Antonio Lozano Gracia.

¿Puedes tú, podemos nosotros, agregar nombres?

Hablamos no sólo de divorciados y divorciadas, sino de, la palabra duele y quema, de adúlteros ante la sociedad, el Altísimo y las sábanas de los moteles. ¿Será posible? Hay émulos de Pancho Cachondo y Chente Chenchualón?

Si los conoces, indignado amigo, escandalizada amiga, envía sus nombres al Tribunal contra la desintegración del país; Los Pinos, DF (Dios Fulmine); Atención a su propietario temporal: Felipe de Nagasaki.

En su oración fúnebre para despedirlo, Benedicto XVI dijo que el cardenal Pio Laghi “cumplió delicadas misiones con fiel dedicación a Cristo y su iglesia”. Laghi fue de 1976 a 1980 nuncio apostólico en Argentina, donde se hizo amigo de los generales de la dictadura. Cuando en 1997 las Madres de la Plaza de Mayo lo denunciaron penalmente como cómplice de la barbarie militar, alegó que muy tarde se dio cuenta de las violaciones a los derechos humanos.

Jorge Camil
Bush, Olmert: genocidas

Algunos afirman que “el derecho penal se hizo para castigar a los pobres”. Y para comprobarlo basta ver cómo los ricos, acusados de “delitos de cuello blanco” y armados de amparos milagrosos, jamás pisan la cárcel. Ahí está Bernie Madoff, el rufián que dejó en la calle a cientos de inversionistas de alcurnia con un fraude de 50 mil millones de dólares. Fresco, como una lechuga, está bajo “arresto domiciliario” en un lujoso departamento neoyorquino.

El derecho penal internacional conoce la misma impunidad: los culpables mueren en la cama. Para ellos no hay amparo que valga, ni quién lo necesite. Se defienden con poderío económico y fuerza militar. “La historia la escriben los vencedores”, dice la consigna popular. Y algunos analistas, frustrados por la impunidad de los poderosos, sentenciamos con igual resignación: “ya los juzgará la historia”, olvidando que la historia la escribimos diariamente los usuarios de Internet.

Jamás olvidaré la inaudita respuesta de George W. Bush a Bob Woodward: “¿le preocupa la historia”?, preguntó el periodista. “No, para entonces todos habremos muerto”, contestó Bush. Y ayer, al abandonar la Casa Blanca, el responsable de la sangrienta guerra civil en Irak declaró a sus partidarios con igual desparpajo: “hoy, al llegar a casa y mirarme al espejo no me arrepentiré de lo que vea: quizá más pelo blanco”.

Por su parte, el gobierno sionista de Israel (con una pierna en la Casa Blanca y la otra en Medio Oriente) optó por escribir una “historia” a la medida. Cerró herméticamente la Franja de Gaza y consumó la matanza a espaldas de la prensa. La “historia actual” confirma que ambos países actúan al margen de la ley y fuera del alcance de la Corte Penal Internacional. ¿Cómo llamarlos a cuenta por las matanzas de civiles en Irak, Afganistán, y ahora Gaza? ¿Cómo castigar a Bush y Dick Cheney por las torturas en Guantánamo, Abu Ghraib y las cárceles secretas de la CIA? ¿Cómo reclamarle a Ehud Olmert la muerte de 300 niños palestinos? Los genocidas pueden dormir tranquilos. Nadie los obligará a responder por delitos de lesa humanidad.

Quien no crea sus inverosímiles justificaciones que predique en el desierto o publique artículos en La Jornada. Los “daños colaterales”, eufemismo para tender un manto de impunidad sobre la muerte de mujeres y niños, “son inevitables”. Para ellos los genocidas tienen una frase que lo explica todo: “estaban en el lugar equivocado a la hora equivocada”. La justificación de Israel son los cohetes caseros de Hamas. Eso los autorizó a destruir 22 mil edificios (viviendas, escuelas, hospitales y la sede de Naciones Unidas). Eso justificó la respuesta desproporcionada: un puñado de invasores muertos se cobra con las vidas de mil 300 palestinos (¡468 niños!, hoy venerados como “mártires de Gaza”).

Juan Gelman, de ascendencia judía, se pregunta asombrado (Milenio, 17/1/09) “si es posible que en el siglo XXI se pueda encerrar a un millón y medio de personas y hacer con ellas todo lo que se quiera calificándolas de terroristas”. Y en clara referencia a una página triste del judaísmo Elías Khoury (El País, 17/1/09) advierte que al sellar la Franja de Gaza a cal y canto, y someter a sus habitantes a la matanza, Israel convirtió a los palestinos en “los judíos de los judíos”.

La destrucción de hospitales y escuelas tiene una explicación aún más ofensiva: “ahí se esconden armas y terroristas”. En El Gernika de los palestinos (El País, 10/1/09) Sami Naïr pregunta si es legítimo arrasar aldeas y ciudades en violación del derecho internacional, y se contesta afirmando que los dirigentes israelíes lo vienen haciendo hace mucho con absoluta impunidad; “con la complicidad de (…) ciertos países árabes, desde hace tiempo arrodillados, envilecidos y revolcados en el fango del sometimiento al imperio americano”.
En cuanto a Irak las ratas comienzan a abandonar el barco. Donald Rumsfeld afirma tener “la conciencia tranquila”: fue un simple funcionario civil sin mando militar. Y Cheney, verdadero poder tras el trono, afirma hoy con soltura: “Bush estaba a cargo”. Bush y Olmert, su alter ego, comparten la misma justificación: ambos nos protegen de futuros “ataques terroristas”, aunque sabemos que uno busca petróleo y el otro ensanchar el territorio. En su última conferencia de prensa Bush se deslindó de las víctimas de Katrina. “Los rescatistas salvaron a 30 mil damnificados.” Jamás se disculpó por los miles atrapados en ese infierno en la tierra que fue el Centro de Convenciones, donde vivieron sin luz, sin agua, sin alimento; entre cadáveres en descomposición y criminales que formaron pandillas para saquear y violar a las víctimas. Tampoco mencionó los cadáveres que flotaban hinchados, como muñecos de goma, por las calles de Nueva Orleáns.

Este fanático del béisbol le confesó tranquilamente a la revista People que el evento más emocionante de su presidencia fue el lanzamiento de la bola inicial en la Serie Mundial de 2001. ¿Cuál será el evento que recordará Ehud Olmert: las bombas de fósforo blanco sobre los niños mártires de Gaza?

Luis Javier Garrido
El fachadeo

Los halcones republicanos de Estados Unidos aliados a la extrema derecha latinoamericana están pugnando por que la supuesta “guerra contra el narco”, que impusieron a México los gobiernos de Bush y Calderón, se prolongue tras el relevo en Washington, de ahí las presiones que se están ejerciendo sobre el nuevo presidente estadunidense, y la insistencia en hablar de México como “Estado fallido”.

1. La cuestión que preocupó a muchos analistas en los últimos meses sobre cuáles serían las políticas de Estados Unidos hacia América Latina tras el relevo en la Casa Blanca en 2008, están quedando muy rápidamente aclaradas y todo hace suponer que el nuevo presidente Barack Obama, sometido a los poderes fácticos y centrado en su misión fundamental, que es la de tratar de sacar de la crisis a los grandes consorcios en los que se sustenta su país, aparece dispuesto a seguir en lo esencial las mismas políticas de la administración de Bush, y no ha entendido la gravedad de la coyuntura latinoamericana.

2. Las primeras expresiones de Obama sobre América Latina no han sido hasta ahora muy afortunadas, pues reflejan pleno desconocimiento de lo que acontece: una semana antes de prestar juramento hizo unas desafortunada crítica al presidente venezolano Hugo Chávez, aceptó los requiebros de Calderón para almorzar con él en Washington y, para colmo, su secretaria de Estado, Hillary Clinton, al comparecer el martes 13 ante el comité senatorial que iba a evaluar su ratificación hizo de pasada una mención de las relaciones con América Latina con el mismo discurso de la era bushiana.

3. El mulato Barack Husseim Obama, no hay que olvidarlo, fue impulsado a la Casa Blanca por los cárteles financieros y militares de Washington en un principio para limpiar la imagen de Estados Unidos tras la desastrosa gestión de George W. Bush, y más tarde para enfrentar la crisis financiera, económica y social que estallara el otoño de 2008, y por consiguiente América Latina y México están lejos de sus preocupaciones centrales. La prioridad que tiene es enfrentar la debacle a la que arrastra a Estados Unidos ese sistema imperial al que debe lavarle el rostro, pero sin afectar las estructuras de dominación. “No pediremos perdón por nuestra forma de vida ni flaquearemos en su defensa”, dijo por eso amenazante frente al Capitolio tras prestar su juramento el martes 20, pretendiendo desconocer los mecanismos en que se sustenta ese american way of life.

4. La lectura que hicieron muchos extraviados en el sentido de que con Obama habría un cambio en profundidad en las políticas de Washington por el hecho de ser un afroestadunidense ha quedado desmentida muy rápidamente. El nuevo gobernante va a operar una serie de cambios cosméticos para fortalecer su imagen hacia el exterior, proclamando una nueva ética en el ejercicio del poder, retirando a las fuerzas estadounidenses de Irak (pero no de Afganistán), cerrando la prisión ilegal de Guantánamo y buscando proyectar otra imagen del poder estadunidense, pero en lo esencial su tarea es enfrentar la desastrosa situación interna, y para esto no tiene un planteamiento de cambio en profundidad como el que se requeriría. Obama ha dejado ya claro desde el primer día que él no es Roosevelt ni habrá programas como los del New Deal de 1933-1936 para enfrentar a la crisis actual.

5. La velada arrogancia imperial de Obama se disimuló mal también en la invocación constante que hizo de los Padres Fundadores de la Unión Americana en ese su primer discurso como presidente, a los que atribuyó, equivocadamente, haber elaborado una Carta Magna que garantizaba los derechos humanos. La Constitución estadunidense de 1787 no tuvo un capítulo sobre los derechos humanos, y no fue sino tras la defensa de éstos por la Revolución Francesa de 1789 que en 1791 se proclamó en Estados Unidos el Bill of Rights con las primeras 10 enmiendas constitucionales que los reconocieron y que no hicieron desaparecer, sin embargo, el sistema esclavista, que no sería abolido sino por Abraham Lincoln en 1863. Ignorancia de Obama o de Jon Favreau, el ex empleado de una cafetería Starbucks que le redacta sus discursos, según El País del 19 de enero.

6. La llegada de un presidente demócrata a la Casa Blanca pone en entredicho, a pesar de todo, al gobierno panista de Calderón, vinculado estrechamente con los republicanos y a Bush, al PP español y al clero más reaccionario del Vaticano, y obcecado en mantener el modelo neoliberal que ahora el propio Obama cuestiona, y muy probablemente va a ser muy pronto un lastre para el nuevo gobierno estadunidense y sus políticas. La obsesión del presidente espurio de México en defender las estructuras de corrupción que permiten a una minoría de empresarios salinistas y panistas vinculados al narco y situados por encima de la ley detentar el poder, como en generar en el país un escenario de violencia, afectan a la economía de ambos países.

7. El cambio en Washington abre también, sin embargo, nuevos riesgos para México y América Latina. Los halcones estadunidenses, aliados a hombres claves de la extrema derecha latinoamericana, están ya actuado de consuno ante la nueva situación buscando copar las políticas del nuevo presidente estadunidense a fin de orientarlas hacia un mantenimiento del marco estratégico y de los programas de la era Bush, y en este escenario de lucha soterrada que se ha abierto, México es un objetivo central, de ahí la campaña desaforada contra nuestro país.

8. La desconfianza de las derechas hacia Obama son muy grandes también y un ejemplo de ello es el hiperactivismo del ex comandante de la guerrilla salvadoreña Joaquín Villalobos, hombre de confianza de la CIA y asesor de Calderón desde su campaña electoral, quien está multiplicando ahora sus declaraciones sobre la necesidad de que en México la supuesta “guerra contra el narco” se prolongue por muchos años (El País, 15/1/09).

9. La sorda lucha que se está librando en Washington entre los halcones republicanos y la joven generación de políticos que busca construir un nuevo orden y que va a decidir el rumbo del gobierno de Obama, no debe ser, sin embargo, el espacio donde se decida el futuro de nuestro país.

10. El futuro de México se decidió durante décadas aquí y así debe seguir siendo

Porfirio Muñoz Ledo
Bitácora Republicana

País de espurios
La “legitimidad de ejercicio” invocada por la derecha pretende encubrir la primacía de los intereses personales

La segunda vuelta del juramento de Obama ante el presidente de la Corte, al día siguiente de su asunción, sugiere un cuidado escrupuloso de los requisitos legales necesarios para el ejercicio del poder. Contrasta con el desaseo manifiesto en la elección de su antecesor, inicio de la secuela de crímenes y mentiras que marcaron su desempeño.

La legitimidad es la calidad que adquieren los actos ejecutados “conforme a las leyes”, que así devienen “ciertos y genuinos”. En lo concerniente a la autoridad pública —ya se trate de legitimidad monárquica o democrática—, encierra un sistema de valores. Como sugiere Rodrigo Borja: “Es la credencial ética para mandar y ser obedecido”.

Contrario sensu, la ilegitimidad original del poder induce a la degradación de la autoridad pública: la instauración del “haiga sido como haiga sido” en todas las esferas de su ejercicio. En cambio, el no reconocimiento de los falsos títulos que recubren a los gobernantes de facto es expresión de dignidad ciudadana y plataforma para la restauración de la moral republicana.

El debate suscitado por Martha Anaya sobre el fraude del 88 no es curiosidad arqueológica, sino vehículo de salud pública. La aparición de Carlos Salinas en defensa de una causa perdida exhibe por igual el placer de las candilejas que un cinismo fundacional. A sabiendas de que miente, emplea el más falaz de los argumentos: que las actas depositadas en el Archivo General de la Nación prueban su triunfo.

Pretende refutar el dicho de un antiguo colaborador en sus dos vertientes: que “nunca se conocieron los recuentos de las casillas” y que “el PAN aprovechó la debilidad de Salinas y forzó un acuerdo para que el PRI gobernara con su programa”. Ambos hechos irrefutables sobre los que se erige la perversidad de nuestro presente político.

En su Radiografía del fraude, el científico José Barberán describió la “operación de emergencia y cirugía mayor” iniciada el 6 de julio y efectuada durante los ocho días posteriores “por todos los aparatos del Estado: las dependencias y organismos descentralizados del Ejecutivo, los gobiernos locales y las organizaciones corporativas del partido oficial”.

Las actas invocadas no dan constancia veraz de lo ocurrido por la simple razón de que casi todas fueron falsificadas. Las boletas incineradas hubiesen sido más reveladoras, aunque muchas de las auténticas habían sido destruidas o reemplazadas. Ahora ha quedado al descubierto la anuencia de las oposiciones: una disfrazada de “limpieza”, en busca de incrementar el número de escaños, y la otra en la conquista del poder real, bautizado como “victoria cultural”.

La frase de Castillo Peraza, “no importan los números sino la ideología”, recuerda la adhesión demócrata-cristiana a Pinochet e ilustra tanto la falsedad de una prédica redentorista como la catadura moral de su discípulo predilecto. Las negociaciones particulares de otras cúpulas partidarias, estimuladas por la defección de quien había sido electo por el pueblo, fueron señal indiscutible de la escasa prioridad que conceden al estado de derecho las izquierdas acomodaticias.

La “legitimidad de ejercicio” invocada por la derecha y la legitimidad diferida, que en los hechos practica la izquierda, son dos variantes para encubrir la primacía de los intereses personales, económicos o doctrinarios sobre el respeto a la ley. Consagran además un adefesio teórico que ha lastrado la historia nacional: la Constitución es un programa, y su cumplimiento, aspiración de futuro.

A pesar del esfuerzo ciudadano y de los avances liminares de nuestra transición, el reparto impúdico del poder entre los actores y el abandono de la reconstrucción democrática nos han precipitado en la más amenazante de las decadencias: aquella que instaura la falsedad como razón de Estado. Sus vástagos consentidos: la corrupción, la impunidad y el cautiverio de las instituciones.

En un libro imprescindible, País de mentiras, Sara Sefchovich formula un recuento abrumador de las modalidades del engaño consustanciales a la acción política. Escribe: “Después de este recorrido, la única conclusión posible es que en este país la democracia no existe”. Y añade: “El poder es un sistema autónomo, sostenido en su propio ejercicio”. “La democracia no es entre nosotros una cultura, es una simulación”.

Afirma: en México “no queremos recordar. Hay una cómoda desmemoria colectiva que permite que vuelvan a suceder cosas que ya sucedieron”. Primero como tragedia y luego como farsa, diría Marx. Para evitar esa circularidad de la historia, sería menester abolir el país de espurios. Sería imprescindible reemplazarlos pacíficamente para edificar sobre sus escombros una constitucionalidad verdadera.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario