9/10/2011

Relevos, maniobras y debilidad





Editorial La Jornada
Con las modificaciones que se anunciaron ayer en el gabinete presidencial –la salida de Ernesto Cordero de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y su sustitución por José Antonio Meade, hasta ayer titular de Energía; la dimisión de José Ángel Córdova a la Secretaría de Salud y el arribo a esa dependencia de Salomón Chertorivski; el nombramiento de Alejandro Poiré como nuevo director del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen) y el traspaso de la vocería de la Estrategia Nacional de Seguridad a la oficina de prensa de la Presidencia de la República, que encabeza Alejandra Sota– la administración calderonista ratifica su escasez de cuadros de relevo y, acaso más grave, se muestra dispuesta a supeditar las tareas de la administración pública federal a la lógica y los tiempos electorales.

La permanencia de Ernesto Cordero al frente de la SHCP fue cuestionada luego de que el ex funcionario anunció sus intenciones de contender por la candidatura panista a la Presidencia en mayo pasado; desde entonces, distintos sectores de la oposición política y de su propio partido le pidieron que renunciara al cargo por considerar, entre otras cosas, que su doble condición de virtual precandidato y de funcionario gubernamental podría entorpecer el proceso de discusión sobre el paquete económico para el año entrante. Ante tales críticas, la dimisión del ex secretario, un día después de entregar al Congreso el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2012, puede interpretarse como parte de un afán por no someterlo al desgaste político que le habría supuesto la negociación del plan económico, y por apuntalar, de esa manera, su eventual candidatura presidencial.

Por otra parte, resulta significativo que para remplazar a José Ángel Córdova –quien fue referido por Calderón como uno de los mejores secretarios de Salud del mundo–, el Ejecutivo haya elegido a un personaje carente de formación médica, como Salomón Chertorivski, en lo que implica un giro relevante en el perfil de los titulares de esa dependencia en al menos la década reciente. A ello se suma el arribo al Cisen de Alejandro Poiré, quien pasa de ejercer funciones de comunicación social a encabezar el principal órgano de inteligencia del Estado mexicano: uno y otro movimientos representan una concepción por lo menos cuestionable de la política de salud y de las tareas de inteligencia y, en el caso particular del primero, una continuidad en el encumbramiento de la visión tecnócrata en rubros estratégicos para cualquier Estado, como es la salud de la población.

Son atendibles, por lo demás, las advertencias hechas ayer por legisladores, quienes pidieron que el arribo de Poiré al Cisen no se traduzca en el uso de ese organismo para hostigar a adversarios políticos, sobre todo cuando ha desatendido sus tareas fundamentales (alertar y proponer medidas de prevención, disuasión, contención y neutralización de riesgos y amenazas a la seguridad nacional) para erigirse en instancia de espionaje de los gobiernos en turno.

En lo que toca al nombramiento de Alejandra Sota como vocera de la Estrategia Nacional de Seguridad, parece aventurado –por decir lo menos– entregar dicha responsabilidad a una funcionaria que, en el tiempo que ha encabezado la oficina de prensa de la Presidencia, se ha caracterizado por conducir la comunicación entre ésta y algunos medios informativos a una virtual desaparición.

En suma, la nueva cascada de relevos y dimisiones en el gabinete calderonista confirma el extravío que priva en el seno de la actual administración, la cual ha sufrido más de una veintena de cambios en sus filas en cinco años y ha padecido, en consecuencia, deterioro en la interacción con otros actores políticos y sociales relevantes, así como falta de rumbo en distintos ámbitos de su quehacer. En esta circunstancia, cabe cuestionar la afirmación formulada por Felipe Calderón de que su gobierno cerrará a tambor batiente, pues todo parece indicar –y en política, forma es fondo– que la presente administración se enfila a su último tramo en una circunstancia de desgaste y disminución institucional, y que su atención está centrada no en la conclusión decorosa de sus funciones, sino en el proceso sucesorio del año entrante.

Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto

Los pasos de Peña

El anunciado destape de Enrique Peña Nieto no ocurrirá el 15 ni el 16 de septiembre, como se había dicho, sino que será a partir del lunes 19 cuando él, ya para entonces ex gobernador mexiquense, lance su proyecto rumbo a la Presidencia. Con Luis Videgaray como coordinador de campaña, el equipo peñista aún define los detalles de su lanzamiento: si lo hacen primero a través de las redes sociales, si convocan a conferencia de prensa esa semana o si le dan la exclusiva a un noticiero de Televisa, cosa que confirmaría los fuertes vínculos e intereses de Peña con dicha empresa mediática.

Lo que está definido, en todo caso, es que esperarán a la semana siguiente del festejo patrio y que, después de hacer la declaración de que contenderá por la Presidencia, Peña Nieto se dará el lujo de tomarse unas vacaciones “de unos días” para volver de lleno a la actividad de precampaña. Más allá de las formas que definan los peñistas para su lanzamiento, lo cierto es que el destape del mexiquense impactará no sólo al Revolucionario Institucional, sino que se convertirá en un tema de presión también para los otros partidos políticos.

En el PAN, por ejemplo, hay una corriente de militantes al interior del CEN que comienza a ver inviables los tiempos que definió su partido con miras a la elección del candidato. La convocatoria panista dice que los precandidatos deberán inscribirse en noviembre para que la elección se lleve a cabo hasta el mes de febrero, pero la pregunta que se hacen muchos en Acción Nacional es ¿dejarán que Peña Nieto se mueva solo desde el 19 de septiembre hasta inicios del año próximo y sin un contrincante definido por parte del panismo?

Esa corriente de panistas se apresta a llevar ante los órganos de su partido la discusión para que se adelante la elección del candidato y se modifique la convocatoria a partir de la idea de evitar que Enrique Peña Nieto vaya solo.

El priísta, por su parte, también acelerará los tiempos de su partido. Si ya antes de que Peña empezara en forma su proselitismo —porque en el fondo siempre fue un gobernador en campaña— había gobernadores, diputados y dirigentes que promovían una “cargada” a favor del mexiquense, es seguro que a partir del arranque de los próximos días la “bufalada” tricolor se desate en estampida a favor de Peña Nieto.

Sólo que el de Toluca tiene todavía un pendiente: su negociación con Manlio Fabio Beltrones, a quien se ha acercado en las últimas semanas y con quien ha tenido gestos públicos de deferencia como el salinista “no se hagan bolas” que le dedicó Peña al sonorense en Morelia y, más recientemente, la ovación y reconocimiento que pidió para él en su último informe de Gobierno. Sólo que, con el colmillo político de Beltrones, no bastan apapachos y cachondeos políticos para que el sonorense acepte apoyar plenamente la campaña peñista.

LA SEÑORA PRESIDENTA

Ahora que al fin se decidió y acabó con sus dilemas, Ernesto Cordero ya no está solo en el ánimo del presidente Calderón. Aunque los panistas saben y dicen que el ya ex secretario de Hacienda será el precandidato “oficial” de Los Pinos, el propio Presidente se ha encargado de decir que si bien Cordero es su “plan A”, también tiene un “plan B” y se llama Josefina Vázquez Mota.

La reiteración de Calderón en sus discursos sobre “el presidente o la presidenta” que lo sucederá en el cargo, no es porque se le haya pegado aquella costumbre foxiana de decir todos los cargos y apelativos en masculino y femenino —“mexicanos y mexicanas, chiquillas y chiquillos”— es más bien la forma en que el inquilino de Los Pinos le dice a los panistas, a los corderistas y a todos los electores, que no tiene una, sino dos posibilidades para impulsar candidato dentro del PAN.

Por lo demás, los panistas que conocen bien a Calderón y sus estilos, dicen que es común en el Presidente “echar a pelear a dos prospectos” y hacer que compitan entre ellos, mientras él esconde sus señales y trabaja en realidad por el proyecto que realmente le convenga y le reditúe más políticamente. Es exactamente lo mismo que Calderón hizo hace algunos meses, en el proceso para elegir dirigente del PAN, cuando mandó a Gustavo Madero primero y luego también apoyó a Roberto Gil. Sólo que en esa ocasión al Presidente se le rebelaron los panistas que, cuando olieron la “línea” de Los Pinos a favor de Gil Zuarth y vieron la ambición de Patricia Flores detrás de él, decidieron cerrarle el paso al “favorito” del Presidente y apoyaron a Madero.

¿Será que le puede pasar lo mismo a Calderón esta vez con su “favorito” Cordero? De ser así, ya tiene también a su señora presidenta.

NOTAS INDISCRETAS… El dato y los documentos para denunciar que Rosalinda Bueso estuvo en la nómina del GDF desde 2010, salieron de las entrañas del gobierno y, dicen en el Palacio del Ayuntamiento, que fue la venganza de los lopezobradoristas por el cese fulminante de Martí Batres, o sea que el “fuego amigo amarillo” ya comenzó… En el primer informe de Gobierno del gobernador de Zacatecas, Miguel Alonso, los priístas fueron muy cuidadosos de no enseñar la cargada y le aplaudieron casi por igual a Enrique Peña que a Manlio Fabio Beltrones, eso sí fue evidente que la cercanía y el afecto del mandatario zacatecano están con Peña y es que pocos saben que Alonso y el mexiquense fueron compañeros de clases en la Universidad Panamericana… Doble escalera. Los dados están de buenas.

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