12/27/2011

Democracia implantada


Samuel Schmidt
schmidt@mexico.com


Se escuchan comentarios de sorpresa frente a la ola de sangre que inunda a Iraq, domina que tan solo salieron las tropas de ese país se desató la violencia. Se podría concluir que las fuerzas en pugna estaban esperando a que saliera el ejército de ocupación para pelear denodadamente por el control del país, como si esas fuerzas contuvieran una pugna soterrada.

Cuándo cayó el dictador en Egipto, Libia, Túnez, se manejó la posibilidad que las pugnas aplacadas se levantarían hasta hacerse pedazos, lo que dificultaría la llegada de la democracia. Y en efecto, la primavera árabe se está convirtiendo en el invierno árabe, donde las cubetadas de agua fría sobre los ciudadanos que reclaman libertad, se traducen en frecuentes golpizas y asesinatos, como nos ha nauseado la paliza despiadada que sufrió una mujer en Egipto, la que por cierto iba a salvar a otra mujer mancillada, porque los militares querían –y lograron- mostrarla en paños menores, lo que en esa y muchas culturas, es una injuria inaceptable.

El error en el análisis consiste en considerar que se puede trasplantar la democracia occidental a un país ocupado, como si por el deseo del ejército ocupante se borraran los mecanismos de control de países con estructuras sociales, económicas y políticas distintas.

La democracia consiste en un sistema de libertades y logro de consensos, las partes se ponen de acuerdo porque acuerdan ser iguales ante la ley, y encuentran el interés general que guía a toda la sociedad. Pero tal vez en las sociedades tribales esto es más complicado de lo que parece.

Los países árabes cuentan con sistemas autocráticos y los más liberales son autoritarios, con déspotas sostenidos por ejércitos. Las libertades se derivan de culturas opresivas donde dios instruye conductas que para los occidentales parecen ignominiosas, como se vio recientemente en Estados Unidos con una familia que asesinó a sus tres hijas porque se habían occidentalizado ensuciando el honor de la familia. No son pocas las ocasiones que nos horrorizan porque se castiga a la mujer violada, llegando a lapidarla. ¿Cómo enfrentar este choque cultural y como imponer, si acaso se pudiera manejar el concepto de imposición, los valores culturales, sociales, religiosos, que occidente valora?

La respuesta no es sencilla y esto lo demuestra la dificultad para imponer un concepto de conducción política y consensos extraño para esas culturas.

Hasta aquí la discusión parece ser muy simple, porque occidente y especialmente Estados Unidos, cree estar exportando un sistema político perfecto, que establece reglas del juego perfectamente entendidas y respetas por todos los actores sociales y políticos.

Desafortunadamente con dificultad podríamos sostener la pureza de la política estadounidense. Hay muchos elementos que nos muestran la fragilidad de la democracia estadounidense, destaca la acusación de fraude electoral que llevó a George Bush a la presidencia; las denuncias constantes de compra de influencia y favores por parte de los políticos, no es cosa menor que el pre candidato republicano Newt Gingrich haya cobrado una fortuna en la industria inmobiliaria para cabildear a los miembros de su partido; no poco preocupante es la tasa tan elevada de reelección de políticos, toda vez que su posición les permite crear asociaciones con grupos de interés; y poniendo a prueba el sistema de libertades, encontramos que han sido detenidos miles de los que protestan por un sistema económico injusto (ocupantes).

Y todavía está pendiente el asunto de la corrupción. Son escandalosas las historias del dinero en efectivo que se movió en las zonas de guerra (Iraq, Afganistán, Pakistán), las historias de abuso de los mercenarios que ejercían actos de “justicia” en esas zonas, los casos de personalidades que pueden evadir a la ley demostrando que en la práctica no todos somos iguales ante la ley.

Hay quien sostiene que la modernización política en India se dio a partir del impacto que tuvo la educación que miembros de la elite recibieron en Inglaterra, pero aquí no estamos hablando de ciudadanos que asimilaron una cultura democrática, sino de la imposición de un modelo de gobierno y de cómo ver las relaciones humanas.

Los ejércitos de ocupación no han entendido la división y conflictos de largo aliento de las tribus en esos países, que no cederán solamente porque salieron los ejércitos de ocupación, más bien, tenderán a agudizarse porque la guerra destruyó los mecanismos e instituciones que sostenían un cierto orden, fue algo similar a lo que provocó la invasión de Panamá para deponer al ex agente de la CIA Manuel Noriega.

Las guerras de ocupación generan impactos negativos de largo alcance y a estas alturas ya sería hora que Estados Unidos aprenda la lección. Pero siempre hay la sospecha que algo hay aparte de ampliar la democracia, tal vez no estemos frente al altruismo ideológico.

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