10/18/2012

Riesgos para el proyecto MORENA


Gerardo Fernández Casanova (especial para ARGENPRESS.info)

Que el fraude electoral jamás se olvide”

La regeneración nacional es tarea a la que nos hemos convocado los que aspiramos a la dignidad de patriotas. Muchos estamos organizándonos en los términos del MORENA, con el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y con el Proyecto Alternativo de Nación como guía y plataforma. En la etapa actual se realizan congresos distritales y estatales para la elección de representantes y para decidir respecto de la figura jurídica que deberá adoptar el movimiento; sus conclusiones serán llevadas al congreso nacional a celebrarse los días 19 y 20 de Noviembre.

Se construye una estructura piramidal a partir de los comités de base de los llamados Protagonistas del Cambio, los grupos de representantes de casilla electoral y las organizaciones sociales afines, con una participación en los congresos distritales compuesta por un 50% de los primeros y de 25% por los segundos y terceros respectivamente, para un aforo de 400 congresistas. Esto se realiza en los 300 distritos electorales federales del país. Es un enorme esfuerzo de conjunto en el que se prioriza la representatividad y la homogeneidad, muy al estilo de convocatoria de AMLO. Especial atención ha merecido la precaución de evitar la intromisión de personas y grupos ajenos, así como la formación de bloques al interior que pudieran devenir en corrientes o tribus al viejo estilo perredista.

Priorizar alguna característica justifica dejar de lado otras. En el caso se priorizaron: a) la oportunidad para confluir en el congreso nacional como plazo perentorio y decidir respecto de la formación de un nuevo partido, para cuyo registro, en su caso, habrá que formularse la solicitud en enero de 2013, y b) la asepsia en la representatividad de la membrecía militante. En plano muy secundario quedó el contenido de la acción y el correspondiente y obligado debate; la definición respecto de si MORENA se constituye como un nuevo partido político se adoptó de manera mecánica y con los dados cargados a favor de la afirmativa. El asunto es grave y procedo a analizar.

La convocatoria planteó la disyuntiva, centralmente ideada y verticalmente impuesta, entre seguir como una asociación civil o constituirse en partido político. Para sustanciarla se colocó en internet un archivo conteniendo seis opiniones de distinguidos intelectuales, tres a favor y tres en contra de la formación del partido; adicionalmente se entregó a los convocados un documento en el que se describe lo que es una asociación civil y lo que es un partido político. Se supone que, con tales documentos, los comités de base discutirían y votarían su predilección para expresarla en el congreso distrital sin volverla a debatir. Francamente, tal suposición resulta muy alejada de la realidad; lo más probable es que en dichos comités se esforzaron por adivinar qué es lo que AMLO prefiere para apoyarlo. En el congreso distrital en que me tocó participar (Distrito 1 de Cuernavaca) hice una moción para debatir el tema y fue parcialmente aprobada: se abrió una lista de oradores y nos apuntamos doce; se nos dieron dos minutos para exponer, con el argumento de que no había tiempo; la asamblea se hizo cargo del estricto cumplimiento del término de los dos minutos, más atentos al reloj y a la prisa que al contenido de las propuestas; cumplido el procedimiento y sin mayor debate se procedió a la votación entre las dos alternativas originales, tal como venía impreso en la hoja de votación; una nueva moción del suscrito, que postuló otra alternativa, fue aceptada para ser escrita al margen de la hoja; obviamente mi propuesta mereció apenas un diez por ciento de la votación, resultando mayoritaria la afirmativa a la creación del nuevo partido político.

Al margen de que mi propuesta fue rechazada, lo preocupante es que no haya sido debatida, al igual que otras que fueron ignoradas. A estas reuniones se les denominó congresos y además son fundacionales, me parece un error garrafal que se haya soslayado y minimizado la búsqueda del qué y el cómo queremos ser. Ahora sabemos quiénes somos, pero no tenemos claro para qué somos.

El gran ausente en este enorme esfuerzo es el Proyecto Alternativo de Nación y su postulado de inventar otra forma de entender y ejercer la política. Estamos ante el riesgo de ser un nuevo partido, a lo mejor muy puro, pero limitado al seguimiento acrítico de las consignas de Andrés Manuel. No creo que eso sea lo que él prefiere. 

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