3/12/2020

Calla y escucha...



“Calla y escucha…”.
Ese fue el mejor consejo que recibí durante los días previos a las abrumadoras y contundentes manifestaciones que las mujeres llevaron a cabo en defensa de sus legítimos y más elementales derechos.
Callar para escuchar y agradecer el consejo invaluable de una joven feminista universitaria.
Callar para escuchar y entender. Esa es la humilde recomendación que me atrevo a hacer a los hombres que todavía no terminamos de asumir la lucha de las mujeres.
Callar y escuchar para asimilar y desmenuzar el fondo de las denuncias, de las demandas y de los reclamos.
Callar y escuchar para no colaborar más con un ruido innecesario que distorsiona el poderoso mensaje de las mujeres.
Callar y escuchar para comenzar a concebir, de una vez por todas, que es preciso enterrar al machismo.
Callar y escuchar para descubrir que es impostergable dar paso a una nueva cultura.
Callar y escuchar para captar que la igualdad de género no parte de una concesión ni de un permiso (de los hombres) a las mujeres, sino de un derecho humano. Ni más ni menos.
Callar y escuchar para hallar que en su enorme movilización las mujeres reclaman cuestiones tan básicas como que no las hostiguemos (los hombres), que no las acosemos (los hombres) ni en lo público ni en lo privado, que las tratemos con respeto y dignidad (los hombres)… que no las matemos (los hombres).
Callar y escuchar para caer en cuenta de que todos los avances logrados en materia de igualdad de género durante la pasada década no son menores, pero sí resultan insuficientes.
Callar y escuchar para enterarnos que después de tantos cambios culturales, políticos y sociales, seguimos matando (los hombres) a 10 mujeres al día, por el hecho de ser mujeres.
Callar y escuchar para descubrir que la cotidianidad de la mayoría de las mujeres es profundamente injusta, pues las violamos (los hombres), las desaparecemos (los hombres), las marginamos (los hombres) de los espacios de tomas de decisión y de poder.
Callar y escuchar para aprender a no juzgarlas (los hombres) y en cambio ser más empáticos (los hombres) con las reivindicaciones sociales y políticas de las mujeres.
Callar y escuchar para distinguir que a las mujeres no podemos (los hombres) continuar diciéndoles qué hacer, cómo comportarse o cómo vestir.
Callar y escuchar para ser más corresponsables (los hombres) en las obligaciones parentales y conyugales.
Callar y escuchar para discernir por qué caminos avanzar en el cambio cultural, así como en generar idearios masculinos menos violentos.
Abstengámonos de reprimir y de mandar (los hombres) y adoptemos urgentemente (los hombres) una actitud de franca apertura en el aprendizaje.
No será fácil para nosotros (los hombres). Somos (los hombres) los responsables directos –nadie más– de tantas atrocidades e injusticias. Habrá que arrancar de raíz vicios y taras. Pero la responsabilidad es única y exclusivamente nuestra (de los hombres).
Tampoco me atrevo a anticipar si el patriarcado se va a caer ni cuándo. Pero es un hecho que el mundo y, con éste, nuestro país, están cambiando.
Por lo pronto, calla y escucha… y hagamos lo que nos toca (a los hombres) para ya no estorbar más. No tenemos el derecho (los hombres).

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