3/05/2012

La advertencia de Blackwell y el dinero “sucio” en las campañas



Leonardo Curzio


LONDRES.— Esta semana participo en uno de los foros más importantes sobre México en el ámbito universitario europeo, y mi tema es el mismo que servía el viernes (2/3/12) para las ocho columnas de este diario. La declaración del director de seguridad multidimensional de la OEA (Adam Blackwell) sobre el vínculo entre democracia y crimen organizado. A mi juicio esta declaración debería tener un impacto mucho mayor en la forma en la que los partidos y los candidatos ven el tema y los riesgos que del mismo se derivan.


No quiero decir que los partidos no se hayan preocupado por el tema, pero no lo ven de forma integral. Lo han hecho en diversas formas y momentos. Recuerdo al entonces primer priísta del país (Ernesto Zedillo) advertir, en 1996, que el generoso sistema de financiamiento público de los partidos políticos tenía como objetivo principal evitar que el dinero de las organizaciones criminales (entre otras fuentes de financiamiento privado) aterrizara en las campañas. Los escándalos de fondeo irregular en las campañas de Tabasco, Quintana Roo y otras entidades empezaban a tener efectos desestabilizadores en el sistema en su conjunto. En más de una ocasión Calderón se ha referido con ineludible sensación de urgencia al mismo tema y lo ha hecho en seminarios, discursos y hasta en oraciones fúnebres, la más impactante la del finado candidato del PRI a Tamaulipas Torre Cantú. En 2009 las dirigencias del PAN y el PRD le pidieron al IFE que hiciera lo conducente para blindar las campañas de la posible infiltración del crimen organizado. En este proceso electoral, como ya lo comentábamos hace una semanas, el PRI muestra un alto nivel de preocupación por el tema por dos razones. La primera es la esencia del mismo y la segunda la eventual utilización política por parte del PAN y el gobierno para abollar su prestigio. Las dos perfectamente fundadas. También el PAN y su candidata han hecho propuestas agresivas que vale la pena considerar.


Yo imagino que en la soledad de sus cuarteles los candidatos valoraran lo que puede significar que los dineros negros lleguen a sus campañas. Ese dinero es el huevo de la serpiente. Si no lo detectaran a tiempo y lo dejasen crecer, esa será la desgracia más grande en la que pueda caer la Presidencia de quien resulte triunfador. Pero lo que no veo es que la declaración de Blackwell (y algunas que lo han antecedido) lleve a nuestras fuerzas políticas, y de manera más precisa al Estado mexicano, a enfrentar este tema lejos del cálculo político electoral. ¿Qué quiero decir con esto? Que hay algunas fuerzas que están ávidas por acusar al contrincante de estar cerca de los criminales y otras que parecen más preocupadas porque se lo digan o pueda hacerse público (escándalo) que por el hecho mismo; es decir, en el fondo no lamentan que suceda (o haya sucedido) sino que se sepa.

Se han mejorado las capacidades de supervisión del IFE, pero siguen corriendo ríos de dinero por debajo de la mesa en campañas y precampañas. La primera gran debilidad que tenemos es que el problema parece omnipresente en varias entidades (narcomantas, asesinatos, octavillas intimidatorias, etc.) pero ni el Ejecutivo ni el Legislativo (¿me pregunto si la SCJN podría hacerlo?) han confeccionado un mapeo (como dicen los locos de hoy) del problema. Una evaluación bien ponderada tanto de los mecanismos como de los alcances que tiene el vínculo entre política electoral y el crimen organizado. Las comisiones parlamentarias en nuestro país no han tenido un verdadero impacto en diagnosticar un mal (como lo hizo la Comisión del 9/11 en Estado Unidos) y proponer con seriedad una ruta para salir del atolladero y mejorar las políticas públicas, pero en este caso valdría la pena que se sentara un precedente de seriedad. Han hecho mil foros para discutir lo que ya saben, pero no ha habido un esfuerzo sistemático por documentar la gravedad de este problema. Por lo tanto, una buena parte de lo que se dice es por impresión o por aproximación, y vale la pena señalar que gran parte de lo que sabemos sobre el tema lo debemos a filtraciones o a investigaciones periodísticas. Si no tuviésemos una prensa libre, este problema sería simplemente un secreto a voces. Yo me tomo muy en serio lo que dice Blackwell, porque sospecho que el riesgo de contagio lo tenemos cerca, muy cerca. Ojalá me equivoque.
@leonardocurzio
Conductor de la primera emisión de “Enfoque”

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